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domingo, 19 de julio de 2020

Una pausa kit-kat en Ribadeo.

Hola navegantes.

Hoy nos hemos tomado un día de descanso para conocer Ribadeo. Yo he recalado aquí otras veces con el Corto Maltés y nunca había tenido tiempo de conocerlo a fondo. ¡Qué error!.

Hemos recorrido en bici todo el entorno de la enorme ría, y nos ha gustado tanto que hemos decidido dedicar otro día, a la ida o a la vuelta, a navegarla entera.

Hacia el lado del mar hemos visitado el antiguo cargadero de mineral, una estructura que hasta 1964 servía para cargar mineral de hierro en los barcos de la sociedad Vilaoudriz. Los barcos fondeaban a unos metros de la estructura y hasta allí se llevaba el hierro en trenes.

Hoy es un mirador.

Luego llegamos a la Isla Pancha, donde se sitúa el faro de Ribadeo, el primero de Galicia. En realidad son dos, el antiguo y el moderno, y el edificio ahora es un alojamiento turístico.


También vimos el Fuerte San Damián, que protegía la entrada de la ría. El lado que da a tierra tiene hasta un ridículo foso. Ahora es un centro de exposiciones.


Luego recorrimos una parte de la ría que se introduce tierra adentro, sólo una parte porque es enorme (5 millas navegables). Tiene una senda ciclable que pasa por una casa de las algas, donde se recogían y dejaban secar las algas recogidas en la ría


Un molino de mareas que además es un molino de agua dulce a través de un riachuelo encauzado


Y todo con unas vistas impresionantes de la orilla asturiana, con
Castropol y sus preciosos edificios blancos, y los veleros clásicos con aparejo de vela latina recorriendo la ría



Nos ha gustado tanto lo que hemos visto que posiblemente dediquemos un día entero, a la ida o a la vuelta, a recorrerla entera navegando y fondeando.

Entre las curiosidades en Ribadeo, esta casa que se ha apropiado de la mitad del techo de una iglesia:


En el capítulo de las pegas, deciros que las plazas de visitantes de la Marina de Ribadeo tienen un importante defecto que ya aprecié en navegaciones anteriores, y que por eso puedo asegurar que no se debe a las condiciones meteorológicas de un día concreto. Están situadas justo frente a la apertura entre los diques y se abren directamente a la ría. Por allí entra constantemente una ola perpendicular al casco que hace rebotar al barco tirando de sus amarras y las desgasta a pasos acelerados y no te deja dormir. En 24 horas he tenido que cambiar el punto de roce 3 veces porque ya se había roto la funda, y finalmente hemos optado por proteger la amarras con los puños de la bici:


Y por cierto, el mejor remedio para que no crujan las amarras es empapar con agua jabonosa la zona que recruje.

Hoy dormiremos en Ribadeo y mañana iremos a conocer las Playa de las Catedrales y Castropol.



Hasta mañana, navegantes.


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