Anteayer fuimos a Lugo, y ayer no paró de llover y nos quedamos en Ribadeo solucionando temas prácticos.
En Lugo lo que más nos llamó la atención es que un Club deportivo privado se ha hecho dueño del río Miño a su paso por la ciudad. Han construido una escollera que retiene el agua del río en forma de piscina, y ya digo, es solo para socios. Estábamos a 38 ºC y nos dieron buena envidia.
También sorprendente que aunque oficialmente el purgatorio ya no existe, sigan pidiendo limosna para sus almas:
Recorrimos sus murallas y un montón de monumentos, entre otras la antigua cárcel, hoy rehabilitada como centro cultural. Era mixta, pero para que los hombres y las mujeres no se vieran, se decía la misa en una torreta construida sobre el reborde de madera que se ve en el suelo, y las chicas tenían que oírla detrás de una celosía (las ventanas de la derecha).
Y a modo de ejemplo, aquí veis la profunda disertación de un fiscal para condenar a muerte a una mujer, que en efecto fue ejecutada:
Merece la pena leerlo, pero se resume en propalar falsedades sobre el curso de los combates y haber mostrado alegría por la muerte de Mola.
Esta mañana habreis visto qué navegación más rara hemos hecho. Salimos con destino a Tapia, al Este, con pronóstico de viento del NE de fuerza 2-3. Pero al salir de la protección del bajo Los Canoucos, en la orilla derecha de la ría, vimos lo que había de verdad. Los bajos producen olas rompientes, pero también tamizan el oleaje que a sotavento está aplacado. Al salir de su protección teníamos un viento del Este, justo de cara, de fuerza 5, y sobre todo un oleaje preocupante, y cambiamos de planes para explorar el interior de la ría.
Dentro de la ría no había olas, pero el viento se encajonada entre las montañas, como pasa en los pantanos, y nos dió buenos sustos con trasluchadas involuntarias. En una de ellas se rompió el tope de estribor del escotero de la mayor. Ya hemos hecho una reparación provisional hasta que podamos comprar la pieza.
La ría en si es preciosa y pudimos llegar casi hasta Vegadeo. Allí empezó a invertirse la marea y preferimos no arriesgar más. Entonces vino una ceñida entre la orilla asturiana y gallega del Eo, entre bosques y praderías.
Llegamos a puerto cansados como si nos hubiesen apaleado. Hoy descansaremos aquí, y a ver si mañana definitivamente vamos a Tapia. Ya es la última oportunidad pues el viernes cambiamos de tripulación.
Hasta mañana, navegantes.
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