Hola navegantes.
En Bretaña y Normandía, por donde navegamos este verano para llegar a Londres, las mareas pueden llegar a subir y bajar 14 metros en vertical, o sea, como un edificio de 5 ó 6 pisos. Y eso en 6 horas. Por eso ocurren estas cosas que parecen graciosas, pero que al dueño seguro que no le hacen ni pizca de gracia. Pero nos sirve a los demás para darnos cuenta de los sitios por los que nos movemos con el barco.
Imaginaos al capitán de este velero haciendo una maniobra niquelada para dejar el barco bien amarrado en la calita de allí arriba, y saliendo a dar un paseíto por el maquis. Y volviendo pocas horas después para encontrar su barco así:
El problema es especialmente preocupante para los que vienen del Mediterráneo, un mar prácticamente sin mareas hasta el punto de que allí no es obligatorio llevar el libro de mareas a bordo. Aunque de eso también habría mucho que hablar, porque nosotros hemos estado en puertos del Mediterráneo con 40 ó 50 cm de marea, y eso puede ser lo justo para poder entrar o no entrar. Y en el caso extremo, el fondo de saco del Adriático, de hasta 1,5 metros, como cuando se inunda Venecia. Pero si vienen del Mediterráneo por el Canal de Midi y nadie se lo advierte, en su primer amarre en el Golfo de Vizcaya pueden irse a tomar unos pinchos y al volver encontrarse el barco así:
Pues eso, recordaros que por esos sitios hay que dedicar mucho tiempo a planificar las etapas, para no encontrarte con este tipo de sorpresas, u otras similares como no poder entrar a un puerto porque su entrada está seca:
Con cuidado, navegantes.
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