Hola navegantes.
Hoy en el Telediario ha salido un ministro italiano asegurando que ellos y Grecia son los primeros países europeos que se abren al turismo, y que es el momento de planificar las vacaciones en Italia. ¡Qué bien!, aunque la realidad es que lo dice porque han eliminado la cuarentena de 5 días obligatoria (además de las PCR) para los europeos que quisieran entrar en Italia. La realidad es que la situación de las regiones ha mejorado (toda Italia está ya en zona amarilla, salvo un valle del interior, al Norte, en naranja). Pero siguen pidiendo PCR para entrar, y las regiones en amarillo tienen restricciones de movilidad (toque de queda, cierre de comercios los festivos y vísperas de festivo, limitaciones en restaurantes, etc). Y lo más preocupante, su estado de alarma es el más prolongado del continente, porque seguirá en vigor hasta el 31 de julio. Eso significa que si cualquier región empeora su epidemiología, volverá a la zona naranja o roja, lo que podría impedirnos seguir navegando.
Nosotros estamos pendientes de encontrar un tripulante para la primera etapa del viaje, y si lo conseguimos mantenemos la idea de salir. Si no, dedicaremos el verano a navegar hasta la frontera de Portugal, a las Rías Bajas, pero sin salir de España para no tentar más a la suerte.
Mientras os recuerdo nuestra etapa Porquerolles-Cavalaire de la navegación a la Isla de Elba.
Había un viento de NW de fuerza 6-7 con amenaza de fuerza 8-9 para la tarde-noche. Normalmente con este pronóstico no salimos a navegar, pero queríamos llegar al continente y no quedarnos retenidos en las islas por el temporal, el viento nos vendría por la popa, y teníamos que recoger la neverita nueva (la anterior se había roto). Queríamos hacer las 20 millas que nos separaban de Cavalaire sur Mer antes de que arreciase a fuerza 8. La travesía la hicimos por la mañana, sólo con el génova muy enrollado (en el vídeo veréis que parece un pañuelo) y así íbamos a más de 6 nudos.
Al anochecer el viento fue arreciando hasta fuerza 9, y aunque estábamos en una marina muy bien protegida y habíamos duplicado las amarras, el barco se movía como si estuviera en una Thermomix. Aunque os parezca mentira, todo se pasó al amanecer y el día siguiente tuvimos que salir a motor en medio de una calma chicha que pesaba toneladas, bajo un sol abrasador. Así de poco predecible es el Mediterráneo.
Con cuidado, navegantes.
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