Hola navegantes.
Mientras terminamos de decidir lo de la vuelta a Italia, para lo que ya falta poco, os recuerdo el siguiente episodio de la navegación a Elba, la etapa de Cavalaire a Cannes.
Hicimos toda la navegación a vela, con espí y la vela mayor en empopada, con un sol espléndido que nos hizo sacar ya la protección veraniega, o sea la sombrilla, y bañarnos por el camino. La entrada a Cannes, después de rebasar las islas Lèrins, que visitaríamos el día siguiente, es sorprendente por la multitud de ferries y megayates que están fondeados en su entrada. Siempre es un sitio de moda, y además aquella semana se celebraba el festival de cine, pero su puerto es realmente pequeño. Los ferries fondean fuera y desembarcan a los pasajeros en los botes salvavidas, haciendo largas colas.
Fuimos a recorrer la ciudad entre celebridades. Recorrimos las dos marinas de Cannes para alucinar con el culto al millonario pretencioso y a la desmesura, como veréis en el vídeo. Megayates con helicóptero, defensa del tamaño de un microbús, tomas de corriente que parecen las de una central eléctrica de alta tensión, cestitos para dejar los zapatos de los visitantes y que no les ensucien el suelo, etc.
En vez de los pesqueros a los que estamos acostumbrados a abarloarnos en el Cantábrico, con un nombre de mujer, Carmen esto o Mar aquello, escrito bajo el puente de mando, allí proliferaban los nombre mitológicos o de estrellas en inglés. Y el colmo de los colmos, la escollera del puerto reconvertida en pista de aterrizaje de helicópteros y la baliza roja en su torre de control.
Aunque os parezca mentira, algunos de los yates fondeados fuera utilizaban el helicóptero en vez de la zodiac para desembarcar a sus invitados. Quién sabe si volveremos a verlo este verano.
Con cuidado, navegantes.
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