Hola navegantes.
Hoy felicito a Alicia, mi más joven tripulante:
y os recuerdo el siguiente episodio grabado de la navegación a la isla de Elba, de la Isla de Santa Margarita a Mónaco:
Ese día salimos temprano de la isla de Santa Margarita después de una noche tranquilísima, sólo marcada por el frío. Hizo poco viento e hicimos toda la travesía apoyados un poco por el motor.
A medio camino apareció el mar lleno de burbujitas. Al mirarlo mejor vimos que eran pequeñas medusas y que las había por millones. Cogimos alguna con el esquilero y comprobamos que eran las llamadas "marinero de viento" (velella velella). Son pequeñitas y tienen una burbuja de gas, como la carabela portuguesa, que las permite usar el viento para desplazarse. Tienen los tentáculos pequeñísimos y su picadura es muy grave y dolorosa.
Llegando a Mónaco llamé a sus dos marinas para
pedir atraque y no les quedaban. Estaban preparando el Grand Prix de Fórmula Uno y la ciudad estaba abarrotada. Entonces nos quedamos en Cap d'Ail, el último puerto francés. Este año seguramente hagamos lo mismo para no pisar Mónaco y no tener que atravesar una frontera más con los condicionamientos del Covid. Seguramente lo pasemos de largo.
Si en Cannes la náutica era la desmesura, en Mónaco era el despropósito. En la gasolinera eché 5 litros y me faltaban unos céntimos. Tomás, el gasolinero, me dijo que no me preocupara, que conmigo no se iba a hacer rico. El barco que venía después echó 400, y me dijo Tomás que algunos megayates echan 5.000 litros. Se los tiene que traer un camión cisterna para no vaciarle a él su depósito. Tardan más de dos horas en llenar. Y si os gustaron nuestros vecinos de pantalán en Cannes, a ver qué os parecen los de Mónaco. El Corto Maltés parece el barquito de los Click de Playmobil:
Al lado (no sale en la foto) un barco un poco más grande que el nuestro tenía 4 fuerabordas de 300 caballos, en total 1.200 caballos (el Corto Maltés, 8 caballos). Y vimos barcos que tenían que entrar al puerto marcha atrás, porque dentro no cabían para dar la vuelta.
La visita a Mónaco fue muy entretenida. La ciudad estaba patas arriba por la preparación de la Fórmula Uno. Había carteles avisando a los turistas de que les podía multar por ir con el torso desnudo o descalzo. Casi todas las casas tienen jardines en las terrazas y aquello parecía un bosque a la altura de los últimos pisos. El príncipe Alberto estaba rodando una chuminada de reportaje donde salía de palacio y se sentaba en su descapotable. Repitió la toma por lo menos 3 veces antes de que nos aburriéramos y nos fuéramos de allí. Tenía 3 ó 4 cámaras en el capó, otras en grúas y hasta un drón para grabarle desde el aire. Una visita muy aleccionadora. De vuelta al barco nos hicimos con las minibicis el circuito de la Fórmula Uno, que es urbano y estaba abierto antes de las carreras.
Con cuidado, navegantes
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