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Canción de la
noche sola (José Ángel Buesa).
Fue mía una noche. Llegó de
repente,
y huyó como el viento,
repentinamente.
Alumna curiosa que aprendió
el placer,
fue mía una noche. No la he
vuelto a ver.
Fue la noche sola de una sola
estrella.
Si miro las nubes, después
pienso en ella.
Mi amor no la busca; mi amor
no la llama;
la flor desprendida no vuelve
a la rama,
y las ilusiones son como un
espejo
que cuando se empaña pierde
su reflejo.
Fue mía una noche, locamente
mía:
me quema los labios su sed
todavía.
Bella como pocas, nunca fue
más bella
que soñando el sueño de la
noche aquella.
Su amor de una noche sigue
siendo mío:
la corriente pasa, pero queda
el río;
y si ella es la estrella de
una noche sola,
yo he sido en su playa la
primera ola.
Amor de una noche que ignoró
el hastío.
Somos las distantes orillas
de un río,
entre las que cruza la
corriente clara,
y el agua las une, pero las
separa.
Amor
de una noche: si vuelves un día,
ya
no he de sentirte tan loca y tan mía.
Más
que la tortura de una herida abierta,
mi
amor ama el viento que cierra una puerta.
El
amor florece tierra movediza,
y
es ley de la llama trocarse en cenizas.
El
amor que vuelve, siempre vuelve en vano,
así
como un ciego que tiende la mano.
Amor
de una noche sin amanecer:
¡acaso
prefiero no volverte a ver!
Aquí el dibupoema (hacer clic encima):
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