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viernes, 31 de agosto de 2018

Un Everest de chichinabo.

Hola navegantes.

Vuelve a ser verdad lo del perro que ladra al espejo, y se asusta sin darse cuenta de que se está asustando de sí mismo. Alimentar tus propios temores. Os lo conté al pasar el Raz du Seine, o Ouessant, o el Raz Blanchard, u otros años de Finisterre, Gibraltar o el mistral del Cap de Creus. Sitios míticos pero temidos a base de contar historias peligrosísimas de ellos, y a la hora de la verdad se pasan sin ninguna dificultad. Eso sí, planificando bien.

Pues lo mismo ha sido nuestro último Everest de este viaje, el temible Ródano, su corriente, su tráfico comercial, sus esclusas de veintitantos metros y su mistral: paparruchas. La corriente te ayuda, al tráfico comercial estamos acostumbrados de la bahía de Santander, y las esclusas están perfectamente estudiadas con sus norays flotantes que bajan y suben con el barco.



La de las fotos es la de Bollene, la más grande de Francia, con 23 metros de desnivel. Pues fue mucho peor cualquiera de las anteriores al Ródano, esas colmatadas de algas o que se llenaban hasta el mismo borde y el barco se montaba en el hormigón. Aunque su desnivel fuera de menos de 3 metros.

Y ayer tuvimos mistral.  Aparte de refrescar y hacer una ola incómoda, o dificultar la entrada en las esclusas porque viene de popa y te tuerce, lo bueno es que te incrementa la velocidad. Ayer hicimos hasta 7 nudos con el motorcito de 6 CV. Increíble.


Las etapas del Ródano han sido de las más feas de la vuelta a Francia. La mayor parte está canalizado: orillas de hormigón durante kilómetros y kilómetros, zonas industriales, y varias centrales nucleares. Algunos estrategas recurren a trucos más viejos que la humedad, como utilizar la imagen de un niño para dar sensación de seguridad. Aquí uno desnudito como  Mowgli, jugando en la chimenea de la nuclear como si estuviera en la playa. ¿Se creerán que ese dibujo va a ocultar la bomba de relojería que encierra dentro?. Igual si.


O plantar dos generadores eólicos junto a la nuclear, que a lo mejor dan para alimentar la máquina del café. Porque no vamos a pesar que es para dar una imagen "verde" de la nuclear, ¿verdad que no?.


Hoy hemos llegado a Avignon y tenemos que acabar la vuelta a Francia aquí. Mi última tripulante no podrá acompañarme hasta Llançá y a Ana se le acaban las vacaciones. Para cumplir con lo previsto tendría que llegar a Le Grau du Roi, poner el palo, luego hacer 2-3 días de mar hasta Llançá, y allí tener que volver a desarbolar para el camión. Y todo eso hacerlo solo. El último sitio de Francia donde tenemos autobús para Santander es Avignon. Y finalmente es donde hemos encontrado un sitio que nos permitan sacar el barco del agua por nuestros medios. Además el Ródano al sur de Avignon y el Golfo de León ya los hicimos en la navegación a la Isla de Elba.

Como le dijo John Lennon a su hijo Sean, "la vida es aquello que te va ocurriendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes". Habremos cumplido el 99 % de lo proyectado, más de 2.000 millas en un velero de serie de 6 metros, y estamos satisfechos.

Hasta mañana navegantes.

3 comentarios:

  1. Bravo, enhorabuena y gracias por hacernos disfrutar tan fabulosa aventura.

    Ismael Quevedo

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  2. A vosotros. Es un estímulo saber que hay tantos navegantes pendientes de nuestras menudencias.

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  3. Felicidades y enhorabuena Álvaro, una magnifica navegación que hemos seguido y disfrutado todos! Bravo!

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