Salimos de Saint Valery sur Somme después de comer, acompañados de otro velero sueco, y nos hemos hecho la primera etapa de los canales con las situaciones más típicas: un calor de derretir coletas, mucho motor, darnos sombra con los paraguas, comentar la pena de no llevar la vela y desaprovechar este vientecito por la popa, etc.
Se confirmó que en el río Somme, que está transferido a una autoridad regional, nada menos que dos operarios te acompañan en el recorrido con un vehículo por la pista paralela al canal. Cuando llega una infraestructura, como un puente rodante o una esclusa, te lo abren antes de que llegues y te saludan al pasar, dándote instrucciones para el siguiente. Te hace sentirte importante.
Uno de los puentes rodantes, y esto os lo prometo, lo abrieron dando vueltas a una manivela como esas de los molinos antiguos en que un asno con orejeras se pasaba su jornada laboral dando vueltas infinitas amarrado a la piedra de moler. Algo sorprendente en el siglo XXI. Además la manivela está situada en el trozo de puente que, al rodar, se queda aislado, o sea que cualquier fallo del mecanismo les dejaría allí aislados sin poder seguir ayudándonos .
Abbeville es un pueblo donde el río se divide en dos ramales. Uno es profundo y se pasa por una esclusa, el otro tiene un puente muy bajo y está obstruido por pequeñas represas, imposible de pasar. Lógicamente nos dirigieron con mucha insistencia al ramal de la esclusa, insistiendo en que por el otro no fuéramos, que no tenía paso y era peligroso. Pero al llegar a la esclusa resultó que no funcionaba y nos quedamos los dos veleros bloqueados en la puerta:
Cuando pudimos deshacer el lío nos dijeron que no podíamos seguir y teníamos que quedarnos en Abbeville. ¿Os imagináis dónde?. Exacto, en un muelle precisamente en ese ramal del río por el que no teníamos que ir de ninguna manera. Y aquí estamos, abarloados al sueco, a ver qué pasa mañana.
Pero esta parada imprevista ha tenido su lado bueno. Hemos conocido el parque Bouvaque, una maravilla de bosque frondoso, lagunas y ríos, observatorios de aves, liebres, garzas, varios tipos de patos, etc, que nos ha encantado.
La parte mala, que el muelle no tiene agua ni electricidad y se nos iba a estropear lo de la nevera. Después de mucho buscar hielos, sólo conseguimos que se apiadara de nosotros el pescadero de Carrefour, que nos ha facilitado dos bolsas llenas de hielo picado pero... oloroso a pescado, lo que más odio. Ahora tenemos la nevera fría, pero hasta los yogures nos recuerdan al pescado.
Hasta mañana navegantes.
Bonjour les navigateurs! Finalement la deuxième partie fluviale parait bien plus compliquée que prévue...Et puis vous vivez en plus l année de canicule Français,sauf ici chez nous à la pointe Finistère face à Brest, le temps est très bon. Bon courage et plein d heureuses surprises à vous pour la suite... Antoine
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