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viernes, 24 de agosto de 2018

Codo de fueraborda.

Hola navegantes.

La epicondilitis es una inflación del hueso del codo donde se insertan los músculos extensores. Es tan típica del tenis que se la suele llamar "codo de tenis". La mía es el "codo de fueraborda". Hay días que hemos pasado más de 30 esclusas, en cada una se para y se arranca el motor para no consumir gasolina en balde. Luego están las paradas por trabar algas, las pausas en el camino, y que no siempre arranca a la primera. Total, que llevo semanas tirando del arranque del fueraborda unas 50 veces al día. Me duele tanto el codo izquierdo que he tenido que aprender a arrancar con el brazo derecho, lo cual en un barco con el motor en estribor es complicado.

Finalmente decidimos comprar un fueraborda nuevo. A pesar de que la reparación de la inversora ha aguantado, navegar con inseguridad en el motor era un sinvivir. Cada vez que se paraba nos quedábamos indefensos y sin ayuda en un páramo calcinado por el sol, a muchos kilómetros del taller más cercano, sin servicio de remolque, sin coche para poder llevar el motor nosotros a un taller, y sin ninguna posibilidad de que, en caso de conseguir llevarlo, no estuvieran de vacaciones y nos lo quisieran arreglar a pesar de no ser su marca. Una situación sin posibilidad de salida. Imaginaos en pueblo de Castilla, en agosto, sin coche, teniendo que encontrar quien te arregle un fueraborda y en ese mismo día o el siguiente. Y además en otro idioma

En el mar es más fácil. En caso de averías tienes las velas, y si no Salvamento Marítimo te remolca al puerto más cercano donde siempre hay mecánicos. En los canales no existe esa infraestructura, no hay servicio de remolque (en una de nuestras paradas involuntarias la única solución que me daban era pedir remolque al siguiente barco que pasara, o arrastrar el Corto Maltés desde el camino de sirga!), y sinceramente, no les importa tu problema porque en realidad tu vida no peligra.

A eso se añade el temor a la navegación por el Ródano sin seguridad en tu motor. Un río de más de 1 km de ancho, con corrientes de 3 o 4 nudos, con tráfico de mercantes, barcazas y barcos-hotel de más de 100 metros, con los que tienes que compartir esclusas que tienen hasta 25 metros de desnivel. Casi nada.

Total, que buscamos un concesionario en un lago artificial de los que nutren de agua los canales, y resultó ser de Mercury . Después de media hora en bici por la estepa lo único que tenía en existencias para ofrecerme (ya que no iba a esperar a otro de encargo) era un 6 CV sin cargador de batería. Pero a eso se le llama agarrarse a un clavo ardiendo y es lo que hicimos. Ahora tenemos dos motores porque el Selva sigue operativo, pero menos potencia y sobre todo nos quedamos sin nevera, porque el panel solar no garantiza siempre su carga.

Pues aunque os parezca mentira el motor nuevo se estrenó con problemas. El primer día se nos paró tres o cuatro veces por llegarle mal la gasolina, y el famoso túnel de Balesmes, el de los 5 km, lo pasamos trasvasando gasolina al minúsculo depósito interior, que dura unos minutos. Estaba mal asentado y rozaba el borde del pozo, y al intentar rectificarlo el tornillo sobre el que debería girar estaba apretado a muerte y bloqueado. Y alguna delicia más. Definitivamente lo mío es la vela.

En la parte positiva, que ya hemos llegado al río Saone y hemos dejado atrás las algas y las esclusas.

Hasta mañana navegantes.

2 comentarios:

  1. Álvaro,

    Ahora mismo, estoy aquí en la costa, a dos minutos del servicio técnico del FB y con problemas en el mío porque no arranca. Ya no sé ya qué hacer... Me hago una idea muy aproximada de lo que tenéis que estar pasando...
    Ánimo, amigos, ANIMO!!
    Oscar

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