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domingo, 12 de agosto de 2018

El Santo Job y su escudero.

Hola navegantes.

Todos los veranos acabo mencionando al santo Job, y con razón. Hoy decidimos salir de París cambiando nuestros planes, con idea de ganar tiempo para la vuelta, que se nos antoja larguísima. Salimos con idea de adelantar y nos encontramos que, aunque nos habían dicho que en este tramo del canal no hacen pausa los escluseros para comer, resultó que sí, por ser domingo. Llegamos a la esclusa de Neuilly a las 12.35, 5 minutos después de que se fuera el esclusero. Nos armamos de paciencia y resulta que a las 13.30, cuando volvió, se encontró con una avería en las compuertas que le impedía abrirlas. Y a las 15 h, cuando lo arreglaron, resulta que apareció una barcaza con turistas, que tiene prioridad, y pasó primero sin que nosotros cupiéramos en la esclusa con ella. Nos tocó esperar otra apertura. Y finalmente acabamos de pasar a las 15.50.  Más de tres horas perdidas justo el día que habíamos dedicado a recuperarlas. Luego nos tocó ir detrás de esa barcaza toda la tarde, y ahí ya no puedo calcular las horas de más que nos hizo perder, porque iba a 3 nudos cuando nosotros podemos ir a 5.

Entre las curiosidades, al salir de París vimos una barcaza que ya no es ni vivienda, ni restaurante, ni peluquería (todo eso hemos visto) sino una piscina:


Más tarde atravesamos otro túnel, algunas esclusas, y nos hemos venido a dormir a Chalifert, en un recodo del río que casi casi compensa las tribulaciones de hoy. Estamos en el río Marne, en medio de un silencio de buena calidad, entre árboles altísimos, eso sí, rodeados de mosquitos, oliendo a espray y a repelente.

El sitio que tienen para esperar la apertura de la esclusa es con una columnas de hierro altísimas, sin posibilidad de bajar a tierra, pensadas para las barcazas y no para nosotros. Pues hemos tenido la suerte de que nos han dejado un sitio, gratuitamente, en un pequeño puerto fluvial privado, tan modesto que ni siquiera viene en la cartografía. Y da la casualidad de que el barco de al lado también se llama Corto Maltés:


Pues a pesar de su modestia, tiene un edificio con aseos y ducha caliente, que nos han dejado abierto, aunque para no abusar hemos preferido ducharnos a bordo.

Mañana seguiremos avanzando por el río Marne hacia el Este, en una larga curva que aparentemente nos aleja de casa, pero que termina orientándose al Sur, hasta Lyon.

Me despido agradeciendo de nuevo el favor a nuestros nuevos amigos de París, Christian y Patrice.


Hasta mañana navegantes.

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