Hola navegantes.
Si algo caracteriza al español es su tendencia a hacer lo que le sale de la tonsura. Un vecino de un edificio de viviendas en Es Castell (Menorca) decidió subir su lancha, de unos 6 metros de eslora, al balcón para ahorrarse el atraque. También puso de manifiesto otra característica del español, que es hacer mal las cuentas, porque según la noticia esperaba ahorrarse 70 euros al mes, y creo que la grúa para subir la lancha al tercer piso le habrá costado bastante más.
El vecino argumentaba que el peso total con motor y remolque (unos 800 Kg) según los técnicos que había consultado era unas diez veces inferior a lo que aguanta la terraza, que dicho sea de paso, cuando se ocupa con una piscinita de plástico puede llegar a los 4.000 kg. (lo que sí es una auténtica burrada y sin embargo se tolera). También argumentaba que en el balcón lo tendría más fácil para hacer el mantenimiento y los bricolajes.
El ayuntamiento reconoció que ninguna ordenanza municipal prohibe tal cosa, pero tenía claro que no lo podía tolerar y ya se imaginaba todos los balcones llenos de barcos. Como no podía argumentar la peligrosidad del peso, le dió 24 horas para retirarla basándose en algunos argumentos bien dudosos:
1. Que no había solicitado permiso para la grúa. La típica maniobra de distracción para no entrar al fondo del asunto.
2. Que la terraza no está aprobada para un uso industrial ni náutico. Eso no significa que esté prohibido: el mismo uso industrial sería hacer en ella algunos trabajos mecánicos, y el mismo uso náutico sería guardar en ella un fueraborda, y eso no se persigue.
3. Que en caso de fuertes vientos podría moverse el remolque, acercarse a la barandilla y caerse a la vía pública. Eso se evitaría con eslingas.
4. Que en caso de lluvia podría cargarse de agua, aumentar su peso y superar el permitido. Eso es desconocer lo que es un barco autoachicable (se vacía solo) e ignorar la comparación que ya hice con las piscinitas.
Sin ganas de litigar,el vecino retiró la barca y nos hemos quedado sin conocer cuál habría sido la forma judicial de resolver esta charlotada, y sus argumentos.
Aunque para testarudo, el marino bielorruso que os conté hace un año, un tío duro como el pedernal, que construyó su barco en el balcón de casa ...
... y luego con él dio la vuelta al mundo, cuando contaba ya más de 65 años:
Con cuidado, navegantes.
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