(Nota: en el teléfono se leen mejor las estrofas con la pantalla horizontal).
LA VOCECITA.
Una vocecita me recuerda “llama a papá”
sin darse cuenta que no puedo llamarle a donde está.
Aunque no lo necesite en el país de las hornacinas
quiere que le llame para organizarle sus medicinas,
para preguntarle por sus eccemas o su reumatismo,
todo lo que al morir se convirtió en puro anacronismo,
o para animarle contra la soledad de cada día
que transforma lo insignificante en pura novelería.
Golpes de teléfono que llenaron los últimos años,
y que harán a los que ahora comienzan vacíos y extraños.
Era el único con el que hablaba por el teléfono fijo.
Me lanzaba sus preocupaciones como un amasijo,
y si hablábamos de los problemas de otra persona
no era más que eso, una caritativa intentona.
Porque a los noventa y cinco años que tenía papá
todo, menos su muerte cierta, no era más que un tralalá.
Cuando al pasar los años y dejar de ocupar las portadas
seguía jugando con teoremas y raíces cuadradas,
a mí no me importaba recoger sus quejas destempladas
y acompañarle, como si fuéramos a las barricadas,
de su casa al taxi, al hospital, y todo el santo día
escuchándoselas repetir como una letanía.
Porque volvía a su casa del Paseo de la Habana,
después de ir de consulta en consulta toda la mañana,
tranquilo con sus achaques, ninguno de ellos mortal,
seguro de que por ahora no tocaba funeral.
Pero tocó. Fue de una forma bastante inesperada,
casi diría que suave como la mano de un hada:
cuarenta y ocho horas de apagarse tranquilamente
después de despedirse de todos, y sin nada pendiente.
Claro que nos dejó con este dolor que nos trepana,
que no alivia la católica-apostólica-romana
por más que, como quiere convencernos el tonsurado,
morirse sea un chollo, su principal postulado.
Habrá que seguir viviendo, nos lo creamos… o no,
fieles a su memoria hasta que nos echen del plató.
Y la vocecita se acabará callando, estoy seguro,
cuando aprendamos a silenciar ese temor oscuro.
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Y aquí el dibupoema, hecho con las estrofas en rojo (clic encima para verlo mejor):
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¡Salud y poesía!.
Muy bonito poema, un abrazo fuerte, animo.
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