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jueves, 12 de mayo de 2022

Insectos en el mar.

 Hola navegantes.

Sí, aunque os parezca mentira a veces te encuentras insectos en alta mar. Y pueden darte un buen susto, porque, igual que los pájaros perdidos, encuentran en el barco su único lugar de descanso donde posarse pero, al revés que los pájaros, los insectos vuelan en manadas de millones, y pueden, literalmente, invadirte.

Mi amigo Santiago González Zunzundegui dio la vuelta al mundo en los años 80 y 90 con  su familia y luego lo contó en el libro "Aventura a toda vela". Circunnavegaron el planeta en 17 años de vagabundeo y luego se establecieron en Hondarribia.

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 (por cierto, me hizo el favor de prologar el libro de la vuelta a Francia en el Corto Maltés.  Gracias, Santiago). Pues cuentan que lo más peligroso del viaje no fueron las tormentas o los piratas, sino cuando les invadió el velero una manada de abejas asesinas a 20 millas de Brasil (¡40 km!). Aparecieron de repente, y eran tantas que oscurecieron el sol. En pocos minutos formaron una colmena de un metro de alto, y todos los esfuerzos que hicieron por eliminarlas se saldaron con picaduras por todo el cuerpo. La familia se salvó de milagro, y al terminar Santiago y Mayi parecían dos agonizantes.

Recientemente Simon Fellous, un navegante solitario, estaba en el Mediterráneo con su velero de 6,5 metros, y en una calma chicha fue invadido por una nube de millones de insectos. Se posaron por todo el barco y hasta en el interior, y en 10 minutos hicieron el aire irrespirable porque se le metían hasta por la nariz. En la foto, cuando empezaron a  posarse en el herraje del estay. Como pasa siempre en el mar, en los momentos malos estás para cualquier cosa menos para tomar fotos, y por eso luego cuando las enseñas todo parece menos impresionante de como fue en realidad.

Simón tuvo la suerte de que al cabo de dos horas se levantó el viento, y la nube de insectos poco a poco se dispersó.

El fenómeno se debe a lo mismo que la lluvia de ranas que os conté en la entrada de 16-3-22:

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Las masas de aire ascendentes, y luego su desplazamiento transversal a lo largo de los Continentes, atrapan a las manadas de insectos y las desplazan a largas distancias. Pueden moverlas de un Continente a otro a través de los Océanos, y es uno de los mecanismos por los que se han poblado, tanto de animales como de pólenes, las islas emergidas.  Por ejemplo, entre Francia e Inglaterra se ha calculado que más de tres mil toneladas de insectos se han movido de esta manera en los últimos años. Pero si en vez de llegar a la costa los deposita en el mar y tú andas cerca con tu velero, con suerte tienes algo que contar, y con mala suerte te llega el fundido en negro.

Algo más común es sufrir a los insectos cerca de la costa. Ocurre sobre todo en las proximidades de los deltas o de los ríos, y en el Corto Maltés los hemos sufrido muchas veces. Contra ellos utilizamos todo nuestro arsenal. En la práctica lo que mejor funciona es darles matarile echando bien de espray y dejando todo cerrado mientras vamos a la ducha, y a la vuelta entrar a toda velocidad, volver a cerrar con nosotros dentro y echar otra vez espray. Cenar con todo cerrado, aguantando un poco el calor si lo hace (cuando hace frío se agradece) y ya anochecido podemos volver a abrir alguna rendija para dormir, porque de noche cerrada los mosquitos suelen retirarse. Para ir a dormir nos damos el repelente, y además dejamos a mano la pomada de corticoide, por si a alguno nos pica no pasarnos toda la noche rascándonos. Es uno de los inconvenientes más incómodos de la navegación fluvial en verano.

Respecto al fondeo, los mosquitos no se alejan mucho de la orilla, a lo sumo unos doscientos metros.  A tal punto que se argumenta como un hecho más a la hora de elegir barco. Los que tenemos barcos de poco calado o de orza abatible solemos presumir de que llegamos a los fondeaderos y siempre tenemos sitio, acercándonos a la orilla más que los veleros mayores que han fondeado más lejos. Además es más fácil para nosotros el desembarco al tener que recorrer menos distancia. Entonces los de los veleros grandes nos rebaten diciendo que sí, pero que allí nos pican más los mosquitos. Nunca llueve a gusto de todos. 

Y por cierto, por la mañana encontramos tantos cadáveres en la cubierta que parece una alfombra negra, y hay que retirarlos con el escobón.

Con cuidado, navegantes.

1 comentario:

  1. Efectivamente lo lei en el libro de los Zunzudegui y me dejo impresionado, seria triste que un marinero muriera asi en medio del mar.
    Un abrazo.

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