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lunes, 23 de mayo de 2022

Preparando el Corto Maltés para el Golfo Ártabro

 Hola navegantes.

Como parece que las orcas se quedan sin portada en Galicia por el momento (ya que siguen en el Estrecho de Gibraltar) definitivamente saldremos hacia el Golfo Ártabro el sábado.

Como en ese enorme golfo donde confluyen cuatro rías se dejan sentir las mareas, es muy posible que alguna noche decidamos varar, y dormir en esa placidez del barco posado en el fondo en la bajamar. Por eso he vuelto a embarcar los puntales, esas piezas telescópicas de aluminio que equilibran el barco por los costados mientras su peso total se apoya en el quillote:


 Es una de las ventajas de los veleros con orza abatible. El año pasado a la vuelta a Italia no los llevamos, debido a las pequeñas mareas del Mediterráneo. A decir verdad, estuve pensando llevarlos pero por otro motivo: si teníamos que suspender el viaje por el Covid, podría dejar el barco esperándome hasta el año siguiente en el suelo de cualquier marina o varadero, porque no necesitaría cuna. 

 

Pero el viaje era muy largo (cuatro meses al final) y llevaba el barco muy lleno de cosas, así que finalmente no los llevé. En la siguiente foto el Corto Maltés varado en la bahía de Arcachon en otro viaje, una de las imágenes más bellas de los veleros:

El principal inconveniente de los puntales es lo que abultan, y lo difícil que es estibarlos a bordo. Son dos tubos de aluminio telescópicos de unos dos metros en su posición plegada, con todos sus cabos para estabilizarlos. Cuando cambié el soporte del fueraborda sustituí dos de los tornillos por cáncamos pasantes, de manera que por dentro del casco, en la cabina de popa, me quedasen libres los dos cáncamos para poder colgar de allí los puntales:

Ahora he podido situaros allí, en la parte de estribor de la cama de popa, que normalmente usamos para estibar cosas abultadas (como el espí y el tormentín) ya que es una cama doble y el que duerme allí sólo utiliza la mitad de babor:

Como veis, quedan contra el mamparo y no impiden la apertura de los tambuchos bajo la cama. Su otro extremo apoya directamente en la escalera de entrada a la camareta:

Este sitio de estiba es para los recorridos largos en que no los utilizamos. Cuando los utilizamos salen del agua chorreando y sucios del barro que hay siempre en el fondo de las rías, y los estibamos en la cubierta, entre los tensores de los obenques y uno de los candeleros, y amarrados por fuera en vez de por dentro para que no estorben el paso a la maniobra de proa:



 Allí es fácil limpiarlos con una manguera en la marina, o con cubos de agua si nos quedamos fondeados. Por cierto, otra de las precauciones básicas al varar es dejar en la bañera un cubo de agua para limpiarte los pies a la vuelta del paseo, porque si no dejas el barco como el almacén de un carbonero.

Cuando acaba su temporada de uso (en este caso, cuando volvamos de Galicia) los limpiamos bien y los dejamos secar antes de estibarlos en el interior de nuevo para el viaje de vuelta.

Tengo que confesaros que al ver esos tubos a bordo no he podido dejar de pensar en lo bien que vendrían para proteger de las orcas el timón. Tengo que darle una pensada a ver si se me ocurre algo.

Con cuidado, navegantes.

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