Íntima (José
Santos Chocano):
Cuando
nací, la guerra
llegaba
hasta la sierra
más alta de
mi tierra;
y al poner
de repente
mi pie
dentro de un charco de sangre, el charco hirviente
con una de
sus gotas me salpicó la frente.
Me arrulló
la armonía
de la
trompetería,
de la que
es sólo un eco toda mi poesía;
y como
fueron años de pólvora y fragor
los de mi
infancia, el beso de mi madre era flor
de púrpura,
y su abrazo serpiente de dolor.
Yo no jugué
de niño; por eso siempre escondo
ardores que
estimulo con paternal cariño.
Nadie
comprende, nadie, lo viejo que en el fondo
tiene que
ser un hombre que no jugó de niño.
Recuerdo que a su lado
mi madre me tenía
aquel siniestro día
en
que escuché espantado
sonar
el destemplado
clarín
del vencedor.
—¡Escúchalo!—
decía
mi
madre... Y lo escuchaba, lo escucho todavía,
lo
escucharé hasta cuando resuene otro mayor.
Por
eso hoy que me inspira
ese
recuerdo henchido de la más santa ira,
los
nervios de mi madre son cuerdas de mi lira.
Después,
mis dieciocho años corrieron como río
sinfónico
por entre cañaveral bravío.
Bebí
en el tosco vaso de las revoluciones,
me
retorcí entre hierros, erré por las prisiones;
y
yo, que no fui niño, me decidí a ser hombre.
Antes
de tiempo supe del calabozo obscuro
y
el pan amargo y duro;
pero
dejé mi nombre
escrito
en letras rojas sobre la cal del muro.
Cuando
alcancé una sola sonrisa de la Suerte
fui
al trópico. Vi tanta Naturaleza fuerte
que
mis ojos ya hechos a esas grandes visiones
las
devuelven ahora dentro de mis canciones.
Tal
es como mi verso finge una ceiba enhiesta
a
cuyo pie dictaron cien caciques sus leyes,
y
bajo cuya sombra pueden dormir la siesta
veinticinco
pastores con sus cincuenta bueyes.
Esta
es mi breve historia de nave en torbellino.
Osado
peregrino,
zarpé
contra el Destino;
y
en medio del camino
sentí
un amor que vino
como
caricia suave.
¡Mujer:
tú fuiste a modo de un pájaro marino
caído en la desnuda cubierta de mi nave!.Aquí el dibupoema (hacer clic encima para verlo mejor):
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