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viernes, 1 de mayo de 2020

Los hay peor.

Hola navegantes.

Estos días se están conociendo muchos casos de navegantes a los que la cuarentena les ha pillado en el barco. Ha habido de todo, desde aquellos a los que la Guardia Civil ha ayudado porque estaban en un fondeo sin anexo y no podían ir a la compra ni a por agua, hasta otros (en Sudamérica) que a pesar de estar con avería les prohibían entrar a puerto y les obligaban a seguir navegando sin rumbo fijo. Uno de estos terminó encallando, y mientras iban a buscar a las autoridades les quemaron el barco por si traía el virus, y luego se demostró que ninguno de los tripulantes lo tenía (!!).

Pero el caso más sorprendente es éste. Una pareja canadiense con dos niños, de 8 y 2 años, y esperando el tercero, inmovilizados en las islas Caimán, un minúsculo archipiélago al Sur de Cuba. Salieron de Montreal en septiembre de 2018 en su velero "Ohana" con intención de navegar un año y volver a Canadá. Pero enseguida comprendieron que esa vida era la que les gustaba y decidieron prolongarlo.

En mayo de 2019 dejaron el velero en la República Dominicana para retornar a Canadá a trabajar unos meses para reponer sus fondos, volviendo en diciembre de 2019, ya con un embarazo de 11 semanas. Planificaron sus siguientes navegaciones por países donde el sistema sanitario les garantizase un control adecuado del embarazo, y con el visto bueno de su ginecólogo en Canadá.




Llegaron a las Islas Caimán en marzo de 2020, con la intención de permanecer uno o dos días y terminar su viaje en Guatemala, dejar allí el barco y volver a Canadá para el parto. Tenían los billetes de avión para abril, cuando estaría de 31 semanas de embarazo, y podría volar. Todo previsto.

Pero al llegar a Caimán todo cambió rápidamente. Empezaban a cerrar fronteras algunos países, y aunque las de Guatemala aún estaban abiertas, podrían abordar una navegación de 5 días (los necesarios para llegar a Belize) y encontrarse el país cerrado. Con dos niños  y un embarazo a bordo no quisieron correr el riesgo de verse rechazados y tener que seguir indefinidamente en el mar, y se quedaron en Caimán.






La siguiente decisión fue si dejar el barco allí para volar a Canadá, pero todas las marinas estaban cerradas y con la consigna de no admitir nuevos barcos. Hubieran tenido que dejarlo fondeado y sin vigilancia durante meses y a punto de llegar la temporada de huracanes, lo que lo hacía imposible. Además el tránsito por los sucesivos aeropuertos era más peligroso, por el coronavirus, que quedarse en el barco.

En resumen, que se quedaron para dar a luz allí. La guinda sobre el pastel fue que su seguro de viaje no incluía los partos en el extranjero, por lo que debían disponer de los 8.000 dólares canadienses que viene a costar un parto en el hospital. Evidentemente eso les hizo tener que apretar su presupuesto, teniendo en cuenta además los gastos de adaptar el velero para recibir a un bebé. Se pusieron en contacto con un grupo local de madres, que les hicieron y donaron ropitas y artículos de bebé, y ya están listos para recibirle dentro de 6 semanas.



Les deseamos lo mejor.

Con cuidado, navegantes.





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