Ni fú ni fá.

Hoy nos despedimos de Cedeira intrigados por las armas que tenía el pesquero cochambroso, dudando si serían para bonitos, para pulpos o para los intrusos. Si alquien experto en pesca lo sabe que nos lo cuente.

Ha sido un día de sol y por la mañana de poco viento, que sirvió para secar todo lo de ayer. Al mediodía salió viento del norte que nos permitió una marcha muy decente en orejas de burro hasta La Coruña. Aquí estamos frente al Castillo de San Antón y la nueva torre de los prácticos en la base del espigón del puerto, que ya se ha convertido en un símbolo de la ciudad.

Por el camino estrenamos la cacea de bonitos que nos preparó Dimas. Estrenarla es un decir, porque no cogimos nada, según Luis porque íbamos muy cerca de tierra. Así que la cena tuvo que ser de arroz con bonito de lata. Otra vez será.

Llegamos a las 16 h. y tuvimos toda la tarde libre para ver la ciudad. Nos metimos por primera vez en este viaje en la Marina de la Dársena Deportiva, una de las tres que tiene La Coruña. Aquí podéis ver el tamaño de nuestros vecinos.

Es una marina muy moderna, con la gente muy amable, especialmente Pedro el marinero que nos recibió. Como es termporada baja, las tres marinas están casi vacías y se nos hace raro. Pudimos elegir atraque a nuestro gusto en un pantalán entero vacío. Le cogimos detrás de ese pedazo de catamarán para que nos pare el viento por la noche y dormir mejor, y cerca del edificio de las oficinas para estar más cerca de las duchas y poder coger el wifi desde el barco, que es desde donde estamos haciendo la crónica de hoy.

¿Os acordáis de los libracos que traíamos?. Pues hoy hemos guardado el de la costa del Cantábrico y hemos sacado el de la Costa Atlántica de España y Portugal. Todo un hito en este barquito, que nunca había hecho un viaje tan largo.

Mañana intentaremos llegar a Laxe.