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lunes, 15 de mayo de 2023

Preparándonos contra las orcas.

 Hola navegantes.

En entradas anteriores os conté el problema de las orcas que atacan a los veleros, dirigiéndose directamente al timón y mordiéndolo hasta que lo arrancan. Es un comportamiento aprendido que está extendiéndose peligrosamente entre la manada de orcas del Atlántico. Para los navegantes a vela igual da por qué lo hacen, tenemos que llevar a bordo los medios para defendernos porque ya han atacado a cientos de veleros y hundido cuatro, con familias a bordo que han salvado la vida de milagro. Y si  no te hunden, te provocan daños carísimos de arreglar que no cubre el seguro (las compañías sólo aseguran los daños propios a los barcos nuevos) y que te inmovilizan varias semanas en puerto, dando al traste con todos tus planes de navegación. 

Esta manada vive entre el Estrecho de Gibraltar y Galicia, desplazándose siguiendo al atún rojo, que es su alimento principal. Ahora están haciendo de las suyas en el Estrecho de Gibraltar, frente a Barbate, y en verano emigran hacia Galicia siguiendo a su alimento. Pero ha habido ataques desde Lanzarote hasta Brest, al Norte de Francia, y por eso no descartamos encontrarnos con ellas, especialmente a la vuelta de Londres en agosto. En la siguiente imagen el sitio de los ataques registrados:

Como son una especie protegida nuestras "autoridades" nos recomiendan no hacer nada, apagar el motor y la electrónica, intentar grabarlas para identificar a los ejemplares, dejarles que te rompan el timón y si tienes mala suerte que te hundan el barco, y cuando terminen llamar a Salvamento Marítimo. Sólo les falta recomendar que mientras observas te fumes un tabaco liadillo con las piernas cruzadas. Estas recomendaciones algunos medios las repiten como el  muñeco del ventrílocuo, sin una lectura mínimamente crítica. 

Otras actuaciones podrían ser ilegales, salvo que ante un juez demostraras que lo hiciste para preservar la seguridad del barco y de las vidas humanas que llevas a bordo. Porque, en efecto, en España entran en colisión dos cuerpos de doctrina:

1) El RD 1727/2017, de protección de los cetáceos, que entre otras cosas más agresivas que es lógico prohibir, también prohíbe los sonidos bajo el agua o dar marcha atrás. Este decreto estaba publicado antes de los ataques a veleros, y pensado para las actividades lucrativas de observación de cetáceos, en que son los barcos los que van al "encuentro" de las orcas.

Y 2) la ley 14/2014, de navegación marítima, que establece que ante una situación de  peligro el patrón debe adoptar las medidas que le permitan proteger a la embarcación y asegurar la vida humana. El artículo 183 establece que "en caso de riesgo de naufragio, el capitán adoptará cuantas medidas crea necesarias para procurar la seguridad del buque y la salvación de las personas y de los bienes". Y el 184 que "ni el armador, ni el fletador ni cualquier otra persona ... pondrán impedimentos o restricciones al capitán del buque para que adopte o ejecute cualquier decisión que, según su juicio profesional, sea necesaria para la seguridad de la vida humana en el mar... Los armadores no podrán despedir al capitán ni adoptar contra él otras medidas de naturaleza sancionadora por el hecho de haberse visto obligado a apartarse de sus instrucciones ante la necesidad de obrar del modo más adecuado para la salvaguardia de la seguridad, conforme al criterio profesional propio de un marino competente". Desde mi punto de vista, y espero que desde el punto de vista del juez,  esta ley es prioritaria cuando son las orcas las que van al "encuentro" del velero y nosotros lo único que hacemos es defendernos de un naufragio. Y además tiene más rango normativo que el Real Decreto antes citado.

Al lío. Hay que pensar en formas de defensa que no impliquen llevar un pistolero a bordo, aunque no le gusten al RD 1727. Los pescadores portugueses (el país más afectado por el problema) recomiendan llevar un tubo metálico, meter un extremo en el agua y golpearlo con un martillo o llave inglesa para espantarlas con el sonido. Yo he hecho un invento para transmitir el sonido de las bocinas de niebla al agua, que os conté en otra entrada. Para eso las he adaptado un tubo hueco, cuyo extremo hago llegar al agua por el imbornal de la bañera.




 
 
La intención es espantarlas con un ruido molesto que no las lesione. 

Otro sistema poco agresivo, que también recomiendan los pescadores de Portugal, es echar arena al agua. Al parecer las orcas evitan instintivamente las aguas arenosas para proteger sus agujeros de respiración. Una pareja sueca lo utilizó frente a las costas portuguesas en octubre, y ha dado testimonio de su éxito. Cuando se produjo el ataque empezaron a espolvorear arena en el agua sobre el timón. Apenas podían creerlo, pero el ataque cesó inmediatamente y las orcas se fueron. Nosotros hemos recogido 8 Kg de arena y si es necesario la utilizaremos como ellos.
 

 Lo malo, que es un bulto más a estibar a bordo, y no pequeño ni ligero. Un problema añadido al viaje en un pequeño velero, donde siempre nos falta espacio. De momento lo he estibado bajo la escalera de entrada a la camareta, y va a ser insoportable verlo allí todo el verano:

 Otras medidas son navegar marcha atrás (para que el timón no les recuerde a los juveniles la aleta caudal de un atún, y para que la orza les dificulte llegar con la boca al timón) o bien alejarse rápidamente en dirección a aguas menos profundas (hacia la costa) con la esperanza de que sean ejemplares juveniles que están esperando en la superficie el regreso de su madre con la caza. Si esta hipótesis fuera la cierta, los juveniles no se alejarían mucho de donde nos han atacado.

 Por si con lo anterior no desisten, hemos diseñado un sistema para blindar el timón con los puntales de varar el barco, que os conté aquí:

Clic aquí.

y que os resumo. Enlazo los extremos inferiores de los dos puntales con un cabo pasante que luego se pueda apretar desde la bañera:


Deslizo los dos puntales a los lados del timón, apoyando las gomas en el espejo de popa:


Después cazo el cabo pasante que unía sus extremos inferiores para que se junten debajo de la pala del timón. Y a continuación apoyo el extremo superior de cada puntal, que termina en un tubo acodado, en el espejo de popa, afianzándolo a las cornamusas para que no se mueva:


Terminado de instalar, la parte superior queda así:


 Y la inferior así:

Hace como una arista de protección, que permite el giro de la pala. El conjunto queda bastante firme y calculo que puedo armarlo en 5 minutos. 

 En fin, espero no tener que probar ninguno de ellos.

Con cuidado, navegantes.

7 comentarios:

  1. Y en ese velero siempre puedes subir el timón. Menos superfície expuesta para que se la carguen.
    En el peor de los casos, si se cargan la parte expuesta, una vez terminado el ataque, sumergiendo de nuevo el timón te tendría que dejar algo de maniobrabilidad aunque tuviera menos superficie.
    Me imagino que esto ya lo habrás sopesado.

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  2. Claro, lo primero de todo es subirlo para reducir la superficie expuesta.Con la pala subida sólo quedan en el agua un trozo de 50 cm.

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  3. Espero no tengas que poner en practica ninguna de estas medidas

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  4. Claro, yo también. Es poco probable que lleguen tan al interior del golfo de Vizcaya, pero si vienen prefiero estar preparado. Un saludo

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  5. Por remota que sea una probabilidad, hay que considerarla y estar preparado!

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  6. Suerte con este asunto Álvaro. Lo de la arena ya lo había oído y me parece una idea bastante lógica. Cierto lo que dices, mucho peso a bordo. Lo de los puntales, yo no lo haría. Una embestida a los puntales, creo que te puede organizar un buen desastre. Hay barcos que han doblado el mecanismo del timón de acero inoxidable. Por cierto. Los ataques siguen aunque no salgan en las noticias. Ya hay quien habla de negocios ocultos...?

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    1. Gracias por tu opinión. La idea no es sólo que resistan, sino que al ver esa estructura rara , la pala del timón deje de recordarles la aleta de un atún y pierdan el interés. De todos modos estoy seguro de que aguanta más que la pala de fibra de vidrio. Lo que dudo es que me dé tiempo a montarlo antes de que me lo muerdan.

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