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martes, 1 de diciembre de 2020

Se hundió el primer barco con foils.

Hola navegantes.

En la entrada de 12-11-2020 os conté que la Vendée Globe estaban participando veleros con foils, y que ya habían comenzado a romperse. Pues justo aquél del que os hablé, el de Kevin Escoffier, que había tenido una vía de agua, finalmente se ha hundido en los "cuarenta rugientes" (que es como se llama a los mares en la latitud 40 º Sur). Es ese que os conté que antes de ponerse a achicar grabó un vídeo de la inundación, como si fuera algo para tomarse a broma o un espectáculo para sus seguidores en las redes.

Kevin se ha salvado de milagro. Pudo pasar a la balsa salvavidas, y tuvo la suerte de que inmediatamente detrás (a 22 millas) navegaba otro de los participantes en la regata, Jean Le Cam, que le recogió esta madrugada después de una odisea. Llegó a la posición de la balsa, la vio, y bajó a desprecintar el motor para el acercamiento (lo llevan precintado para no hacer trampa en la regata). Al volver a cubierta había perdido de vista la balsa entre las olas, y sólo unas horas después volvió a verla y pudo recuperar a Kevin. La desgracia ha estado cerca, espero que no se consume con otro barco. Y también espero que los organizadores saquen alguna conclusión.

Ahora ese barco que cuesta una suma faraónica descansa en el fondo del Océano Austral, a unas 600 millas al Sudoeste del Cabo de Buena Esperanza. Ya os dije que sólo los foils cuestan 150.000 euros, y el barco de Didac Costa, un bombero español que está participando en la regata, sin foils y de segunda mano, que costó 400.00 euros, es el segundo más barato de la flota. Supongo que los nuevos cuestan algunos millones de euros.

Yo soy claramente contrario a esos "vehículos" (más que "barcos") que navegan fuera del agua, como un avión volando bajo,  y más aún ponerlos a prueba con un ser humano dentro por los mares más arbolados del planeta. Sus precios demenciales contribuyen a mantener una imagen no ya elitista sino absolutamente inaccesible de la vela, muy alejada de la realidad. Un barco como el Corto Maltés se consigue hoy día por unos 6-8.000 euros, y te permite disfrutar del mar como con los millonarios.

En el otro extremo, las vueltas al mundo a nivel humano, no competitivo, contaros que Jon Sanders, el australiano de 81 años del que os hablé en las entradas de 28-2-20 y 26-10-20, ha conseguido finalizarla. Aquí le veis recogiendo muestras para estudiar los microplásticos que contaminan el Océano:

 

Ha sido una vuelta al mundo tranquila en un velero de 10 metros, y que se ha visto interrumpida por la Covid. Aún así consiguió llegar a Bundaberg, su puerto de partida en Australia, a finales de octubre. Me parece que en otra entrada dije que si lo conseguía le aplaudiría hasta con las orejas, y aquí estoy intentándolo.

Con cuidado, navegantes.

2 comentarios:

  1. " Al volver a cubierta había perdido de vista la balsa entre las olas, y sólo unas horas después volvió a verla y pudo recuperar a Kevin."
    una reflexión paralela. Cuidado con los "persona al agua". Normalmente navegamos en aguas más civilizados, pero...
    Jon Intxaurbe (Sausalito)

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  2. Claro, Jon, es lo tercero peor que te puede pasar en un barco, después del hundimiento y el incendio. Todos sabemos las medidas para evitarlo, hay que superar la pereza y aplicarlas siempre. Un saludo.

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