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viernes, 4 de diciembre de 2020

La fragilidad de lo irrompible.

 Hola navegantes.

En la Vendée Globe ya son tres los barcos que han tenido roturas en los foils. Uno de ellos, el de Kevin Escoffier, se acabó hundiendo (os lo conté hace unos días). Después han sido el de Sebastien Simon en el Arkea Paprec y el de Tomas Ruyant en el Linked Out.

Esos apéndices, que deben soportar por ellos solos el peso de varias toneladas del barco cuando consiguen sacarlo del agua y que navegue por el aire, nos imaginamos que deberían ser irrompibles. Uno se imagina una dureza mayor que la del acero inoxidable. Pero fijaos: Tomas Ruyant decidió cortar el suyo, que se había fisurado, para evitar males mayores. Ni corto ni perezoso, en una encalmada se subió al foil con una sierra de calar como las de nuestros bricolajes caseros y en pocos  minutos lo había cortado.

Clic aquí.

Al verlo se me quedó una cara que habría inspirado a un fabricante de caretas. ¿Se fían de "eso" para navegar por el Océano Austral, con vientos de fuerza 8 ó 10 y olas de hasta 10 metros, a miles de millas de cualquier tierra habitada desde donde podrían enviarles ayuda?. Me parece una temeridad y estoy casi seguro que se prohibirá usarlos por esos mares. Otra cosa es en exhibiciones  o regatas como la Copa América, cerca de la costa, por el purismo de la vela y la presunción de los ingenieros que construyen esos ingenios, pero de verdad, eso no son barcos de vela. Son otra cosa, y muy peligrosa.


  Con cuidado, navegantes.

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