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martes, 22 de diciembre de 2020

El Atlántico en coche.

 Hola navegantes.

En piragua, en windsutf, en velero marcha atrás, en un barril sin propulsión, en balsa, en vela ligera, nadando... ¿Creíais que os había contado ya todas las rarezas?. Pues no, unos italianos lo cruzaron en coche.

El italiano Giorgio Amoretti tenía la loca idea de impermeabilizar un coche, ponerle unas velas y navegar en él desde las costas de Canarias hasta el Caribe. Cualquiera hubiera pensado que estaba para el diván, pero en 1978 lo intentó con un Volkswagen Escarabajo relleno de poliestireno, bautizado como "Automare".  Pero las autoridades españolas evitaron que pudiera hacerse a la mar. 21 años después retomó la idea, pero tras ser diagnosticado de cáncer en 1999 su hijo Marco (24 años) sus dos hermanos (Fabio y Mauro) y un amigo (Marcolino de Candia) decidieron hacerlo realidad para darle una última satisfacción.

Los vehículos fueron dos coches de desguace a los que llenaron de espuma expandida más o menos hasta la  mitad, dejando útil la parte superior del habitáculo (donde llevaban la cocina y la electrónica) e instalando sobre el techo una superficie inflable y unas velas. En la siguiente foto les veis haciendo pruebas de velas.

Salieron el 4 de mayo de 1999 de la isla canaria de La Palma a bordo de un Volkswagen Passat y un Ford Taunus rellenos de poliestireno, comida y agua. Evitando a la Guardia Civil, pusieron los vehículos a flote y los unieron con cuerdas, a la vez que sujetaban un bote salvavidas al techo de cada coche. No he encontrado información de cómo consiguieron burlar a las autoridades, porque no debe ser fácil echar al mar dos coches en una playa y pasar desapercibidos. 

 

En la foto anterior, el cono gris que flota al lado del coche es el destilador solar, para obtener agua dulce de la del mar. 

A los diez días de partir, tras pasar una tormenta y víctimas de los mareos, Fabio y Mauro tuvieron un terrible presentimiento sobre el viaje y solicitaron un rescate en helicóptero, dejando solos a su hermano mayor y a su amigo para el resto de la travesía. 

Pasaron todo tipo de penurias. Habían perdido al único miembro de la expedición con conocimientos de ingeniería, y el 25 de mayo perdieron contacto con tierra firme al averiarse su teléfono vía satélite INMARSAT. Aunque recobraron el contacto el 5 de julio, desde su hogar decidieron no darle la noticia a Marco de que su padre, Giorgio, el causante de todo, había fallecido el 28 de mayo, para evitar que se derrumbara y abandonara el viaje. Supongo que le enterraron boca abajo por si se le ocurría otra originalidad.

En la foto anterior veis las velas de empopada, que hacían navegar a los coches "marcha atrás". Solo durante la última semana de travesía la madre, al ver que podían conseguirlo, se atrevió a contarles el fallecimiento, y esa última semana vivieron constantemente en una contradictoria línea entre la felicidad y la tristeza.

Tras 119 días de "navegación" llegaron a Martinica. Así lo resumió Marco: "La gente podría pensar que este tipo de experiencias son un aburrimiento, pues pasas muchas jornadas similares en un espacio reducido. Pero esto no es como estar en casa, donde el suelo no se mueve y puedes hacer de todo. En los coches cualquier cosa llevaba el doble de tiempo. Solo para cocinar y mantener todo en funcionamiento ya necesitabas todo el día. En realidad, no tuvimos nada de tiempo libre". Por las mañanas, Marco escribía un rato en su diario, el resto de la jornada la dedicada a sobrevivir.

Su plan original era, desde Martinica, continuar hacia Cuba y después conseguir un motor para seguir en ruta hacia Nueva York, pero los fondos se les habían agotado y tras un mes en el dique seco decidieron regresar a Italia. Pensaron en escribir un libro, recaudar fondos y concluir la aventura, pero el impulso del momento había pasado. "Cuando regresamos perdimos un poco ese sueño. Volvimos a nuestra vida normal, a casa, y todo había cambiado. Ahora me arrepiento un poco de haber regresado, si nos hubiésemos quedado más tiempo en Martinica, quizá hubiéramos terminado todo el viaje".

Veinte años después, sin embargo, el viejo sueño vuelve a brillar. Marco finalmente se ha puesto frente a las páginas en blanco para escribir, y está en busca de un productor para rodar un documental sobre su expedición. "Simplemente quiero contar esta historia de la mejor manera. Hicimos que la fantasía fuese real, pero no supimos venderlo adecuadamente".

La aventura cambió a Marco y Marcolino para siempre. "La ruta normal es ir al colegio, trabajar y casarse. Mi padre quería romper con todo ese sistema, aunque no es algo fácil si vives inmerso en nuestras sociedades. El sistema quiere que sigas en esa vida normal. Pero este viaje, esta aventura, esta inmensa experiencia, me sirvió para ser mucho más fuerte a la hora de afrontar el mundo normal".

  Podéis ver un vídeo de la travesía aquí:

Clic aquí.

Con cuidado, navegantes.

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