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jueves, 3 de diciembre de 2020

Se vuelve otro octogenario que seguía a Elcano.

Hola navegantes.

En la entrada de 24-2-20 os hablé de Bill Hatfield, que con 81 años había finalizado la vuelta al mundo en solitario en su velero de 11 metros, en la de 1-12-20 de Jon Sanders, igualmente una vuelta al mundo en solitario con 81 años en un velero de 10 metros, y en las de 21-10-20 y 6-11-20 de Jo Le Guen, que con 73 años empezaba una vuelta al mundo siguiendo la ruta de Elcano, en solitario en  un velero de 8 metros. Jo Le Guen está ya por Sudamérica.

Pues hay otro octogenario que se ha propuesto seguir la ruta de Elcano, aunque esta vez en un gran catamarán Outremer 45, bautizado AventuraZero, y en compañía de su  mujer, Gwenda, y sus dos hijos, Ivan y Doina. Se trata de Jimmy Cornell, el Gran Manitu de la vela inglesa, con 200.000 millas navegadas en varias vueltas al mundo, y autor de varios libros técnicos de navegación, entre otros dos que son la biblia de los navegantes trasmundistas: uno sobre las grandes rutas para cruzar el globo, y otro sobre las escalas en esas travesías. Su  mujer y sus hijos son, a su vez, autores de varios libros sobre sus aventuras por los mares a lo largo de toda su vida. En las fotos, la familia Cornell en 1974, cuando su primera vuelta al mundo (para la nostalgia) y en la actualidad.



Aparte del reto de navegación había un reto técnico, dar la vuelta al mundo en un barco de vela con motorización eléctrica y cero emisiones de CO2 (de ahí el nombre del catamarán). Jimmy y su familia iniciaron la circunnavegación en La Grande Motte, en Francia, y ya habían llegado a Las Canarias. Cuál no sería mi sorpresa al ver en su blog que se dan media vuelta abandonando el proyecto, y vuelven a Francia. Es la primera vez en su vida que Jimmy se ve obligado a abandonar un proyecto.

La razón es la insuficiencia de la generación eléctrica. El barco lleva unos alternadores que cargan las baterías aprovechando el giro pasivo de las hélices de los dos motores cuando navega a vela. En las pruebas de mar antes del viaje conseguían cargar 600 vatios navegando a 6 nudos y 800 vatios a 8 nudos, lo que era suficiente para el consumo (un consumo, por cierto, muy goloso, pues llevan 2 frigoríficos, cocina eléctrica, winches eléctricos, etc). Pero en la travesía hasta Canarias vieron que la generación en condiciones "reales" era sólo de 336 vatios, y que aún reduciendo el consumo al mínimo las baterías se descargaban.

 En cruceros cortos puedes aceptar ese riesgo porque puedes cargar las baterías en los puertos, pero en la travesía de un océano no puedes arriesgarte. Los constructores del catamarán, el astillero Outremer, la única solución que le daban era instalar un generador de gasolina, lo que sería contrario al espíritu del viaje. Ante este problema insoluble la tripulación ha decidido abandonar el proyecto y volver a casa, saliéndoles la insatisfacción como un eccema. Pero así es la vida. Yo siempre digo que en la vela vale más un barco de segunda mano, y sobre todo si el dueño anterior lo ha cuidado bien, que uno nuevo. Y más aún si con el nuevo te vas a lanzar a un proyecto como éste, porque cualquier vicio oculto al salir del astillero va a dar la cara en países lejanos, donde cualquier dificultad se crece hasta el infinito.

Lamento este abandono casi como si fuera un viaje mío, y les deseo la mejor suerte para el próximo proyecto. A ver qué hacen ahora con ese barcarrón que cuesta, se serie, 690.000 euros (con los añadidos para la vuelta al mundo, mucho más).

Con cuidado, navegantes.


2 comentarios:

  1. Si, supongo que también llevaba. Pero lo cierto es que con todos los sistemas que tenía el barco, las baterías se les quedaron a cero.

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