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viernes, 31 de agosto de 2018

Un Everest de chichinabo.

Hola navegantes.

Vuelve a ser verdad lo del perro que ladra al espejo, y se asusta sin darse cuenta de que se está asustando de sí mismo. Alimentar tus propios temores. Os lo conté al pasar el Raz du Seine, o Ouessant, o el Raz Blanchard, u otros años de Finisterre, Gibraltar o el mistral del Cap de Creus. Sitios míticos pero temidos a base de contar historias peligrosísimas de ellos, y a la hora de la verdad se pasan sin ninguna dificultad. Eso sí, planificando bien.

Pues lo mismo ha sido nuestro último Everest de este viaje, el temible Ródano, su corriente, su tráfico comercial, sus esclusas de veintitantos metros y su mistral: paparruchas. La corriente te ayuda, al tráfico comercial estamos acostumbrados de la bahía de Santander, y las esclusas están perfectamente estudiadas con sus norays flotantes que bajan y suben con el barco.



La de las fotos es la de Bollene, la más grande de Francia, con 23 metros de desnivel. Pues fue mucho peor cualquiera de las anteriores al Ródano, esas colmatadas de algas o que se llenaban hasta el mismo borde y el barco se montaba en el hormigón. Aunque su desnivel fuera de menos de 3 metros.

Y ayer tuvimos mistral.  Aparte de refrescar y hacer una ola incómoda, o dificultar la entrada en las esclusas porque viene de popa y te tuerce, lo bueno es que te incrementa la velocidad. Ayer hicimos hasta 7 nudos con el motorcito de 6 CV. Increíble.


Las etapas del Ródano han sido de las más feas de la vuelta a Francia. La mayor parte está canalizado: orillas de hormigón durante kilómetros y kilómetros, zonas industriales, y varias centrales nucleares. Algunos estrategas recurren a trucos más viejos que la humedad, como utilizar la imagen de un niño para dar sensación de seguridad. Aquí uno desnudito como  Mowgli, jugando en la chimenea de la nuclear como si estuviera en la playa. ¿Se creerán que ese dibujo va a ocultar la bomba de relojería que encierra dentro?. Igual si.


O plantar dos generadores eólicos junto a la nuclear, que a lo mejor dan para alimentar la máquina del café. Porque no vamos a pesar que es para dar una imagen "verde" de la nuclear, ¿verdad que no?.


Hoy hemos llegado a Avignon y tenemos que acabar la vuelta a Francia aquí. Mi última tripulante no podrá acompañarme hasta Llançá y a Ana se le acaban las vacaciones. Para cumplir con lo previsto tendría que llegar a Le Grau du Roi, poner el palo, luego hacer 2-3 días de mar hasta Llançá, y allí tener que volver a desarbolar para el camión. Y todo eso hacerlo solo. El último sitio de Francia donde tenemos autobús para Santander es Avignon. Y finalmente es donde hemos encontrado un sitio que nos permitan sacar el barco del agua por nuestros medios. Además el Ródano al sur de Avignon y el Golfo de León ya los hicimos en la navegación a la Isla de Elba.

Como le dijo John Lennon a su hijo Sean, "la vida es aquello que te va ocurriendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes". Habremos cumplido el 99 % de lo proyectado, más de 2.000 millas en un velero de serie de 6 metros, y estamos satisfechos.

Hasta mañana navegantes.

martes, 28 de agosto de 2018

... y otra de arena.

Hola navegantes.

En este viaje Murphy no nos ha abandonado del todo pero hace sus putadas en los sitios más adecuados. Hoy fuimos a por gasolina con las bicis antes de salir de Lyon, y al sobrecargarlas con los depósitos se nos rompieron 4 radios. Y solo tenía 3 de repuesto. Así que el cuarto tuvimos que arreglarlo en plan chapuza para que durase:


Y duró. Pero en el primer pueblo que paramos por el camino, Vienne, nada más bajar del barco caímos en una tienda de bicis y que además estaba abierta al mediodía. Compramos 6 radios, una cubierta para la rueda trasera, y otros abalorios que necesitaba. Un chollo.

Vienne es un pueblo curioso, con un templo romano que parece que estás en Italia, un teatro romano y una catedral medieval.


Allí comimos tortilla de patata, riquísima, porque una pareja de compatriotas, sevillanos ellos, han instalado una patisserie y bocatería en Vienne, y fue una maravillosa sorpresa después de 3 meses fuera de España.

Más adelante nos tocó esperar a pasar una esclusa con un barco de pasajeros que casi la ocupaba entera:



Parece un tapón. En estas esclusas gigantescas han inventado un sistema para facilitarte la vida, y es que los norays son flotantes y suben y bajan con el barco. Así no hay que ir largando las amarras, y sobre todo te evita tener que llevar dos de 50 metros, para esas esclusas en que el desnivel es de 25 metros.


Finalmente nos hemos quedado en el pueblecito de Chavanay. Aunque había carteles indicando "centre ville", debe ser tan pequeño que no lo encontramos y nos hemos quedado en un bar de carretera probando un vino de la zona.

Hasta mañana navegantes.

La marea llenando el puerto de Guernessey


El autobús anfibio de S. Vaast


lunes, 27 de agosto de 2018

La esclusa de S. Valéry sur Somme

Es por la que entramos en los canales.


Si no te asustas con esta... con ninguna

El mar de humos en Montmerle.


Ya estamos en Lyon.

Hola navegantes.

Ayer madrugamos pero tuvimos que atrasar  la salida por la niebla. No parecía el mes de agosto sino el de diciembre. Un frío que nos hizo volver a sacar la ropa de invierno, y una niebla que no permitía ver una boya desde la anterior, lo que en este río es peliagudo.



Poco a poco se fue despejando y quedó un mar de humos de los de cerrar con fuerza con los ojos y volver a abrirlos para comprobar que el paisaje era real. La primera hora fuimos escrutando entre los dos el puré de guisantes y tocando la bocina de niebla para evitar sustos. Pero luego se despejó, salió otra vez ese sol regio y acabamos en pantalón corto y utilizando el paraguas de sombrilla. Impresionante el cambio.



A primera hora de la tarde llegamos a Lyon. Aunque no tan emocionante como París, también se nos encogía el alma entrando en esta gran ciudad, la tercera de Francia, con nuestro barquito. Atravesamos infinidad de puentes, siempre con la visión de la falsa Torre Eiffel (una torre de comunicaciones con su misma forma pero más pequeña) y rodeados por un tráfico de barcos turísticos menos impresionante que el del Sena.


Al ser domingo, todo el paseo fluvial estaba lleno de paseantes que nos tiraban fotos, como en París. Al desembarcar lo primero que hicimos fue ir a ver el Ródano, la etapa final de nuestra vuelta a Francia y el objetivo más lejano cuando salimos de Santander hace 3 meses. Su unión con el Saone, por el que hemos venido hasta aquí, es impresionante:


A mi derecha el Ródano, a mi izquierda el Saone. La confluencia es una zona verde y de paseo donde han situado una escultura con el logo de la ciudad:


Ahora nos quedaremos dos días en Lyon para temas de intendencia, descansar y conocer la ciudad, y luego seguiremos hacia Avignon.

Hasta mañana navegantes.

sábado, 25 de agosto de 2018

Al Sur a propulsión.

Hola navegantes.

Ayer dormimos a la orilla del río Saone y hoy hemos seguido a propulsión había el Sur. Hoy sólo nos ha tocado pasar dos esclusas, y eso junto a la corriente del río, que ya llevamos a favor, nos ha permitido hacer con facilidad 53 millas. Además, al no haber esclusas, nos organizamos el tiempo muy bien, y mientras uno lleva el timón el otro puede dedicarse a sus cosas, como si estuviéramos en casa.

Eso sí, las esclusas son de las que sólo pueden describirse con superlativos, y eso que en el Ródano las veremos aún mayores. Fijaos con qué tipo de barcos tenemos ya que compartirlas:



De todas formas la mayoría las pasamos solos, y hace rarísimo estar solos en una esclusa de casi 200 metros y que hagan ese trabajito sólo para tí.

Tantas horas a motor dan para pensar mucho. Por ejemplo hoy ha llovido mucho y daba rabia estar mojándose al timón. Con un cabito, las poleas de las escotas del espí y el carro de la escota de la mayor he reenviado el timón a la entrada de la cabina, para poder llevar el barco desde dentro. Además sirve de timón automático, fijando el carro de la escota de la mayor con sus topes. Va de cine.


Mañana esperamos llegar a Lyon. Hasta mañana navegantes.

viernes, 24 de agosto de 2018

El Mercury de Pepe Gotera y Otilio.

Hola navegantes.

¿Qué tendré yo con los fueraborda?. Acabo de estrenar el Mercury y fijaos cómo le llevo ya:


El primer día oimos un ruidito y algo que se caía del motor. No tardamos en comprobar que era la palomilla que aprieta el giro del motor para bloquearlo. Al no tenerla el motor gira libremente y no hay forma de seguir un rumbo. Los cabitos marrones de la foto son para evitar ese giro hasta que consiga la pieza perdida.

También os dije que le fallaba la alimentación desde el depósito externo. Los primeros días íbamos rellenando cada poco el depósito interior, que tiene como medio litro. Hasta que comprobamos que la conexión que nos dió con el motor era usada y con la goma picada, además de tener picado el tubo de conexión:


Los cabitos blancos que veis en la primera foto son para que no se desconecte el suministro del depósito exterior.

Para completar el panorama, hoy habíamos decidido tomar medio día de descanso para conocer Auxone, y se pasó la mañana lloviendo. Respecto a lo que se puede ver en Auxone os ahorro la ironía. Luego salimos a las 10.45 y en la primera esclusa tras Auxone había cola. Tardamos hora y media en pasarla, porque además había barcos de alquiler inseguros y sin prisa, que no se metían en la esclusa aunque hubiera sitio. Una de las veces de metieron sólo dos cuando cabríamos 6.

La parte buena, que hay pocas esclusas y las horas cunden muchísimo más. Hoy sólo hemos pasado 3 y nos hemos hecho 37 millas. Las esclusas son ya para portacontenedores, y cuando pasamos nosotros nos sentimos ridículos.


Si todo sigue así esperamos llegar a Lyon mañana o pasado.

Hasta mañana navegantes.

El vídeo del túnel de Balesmes.


Codo de fueraborda.

Hola navegantes.

La epicondilitis es una inflación del hueso del codo donde se insertan los músculos extensores. Es tan típica del tenis que se la suele llamar "codo de tenis". La mía es el "codo de fueraborda". Hay días que hemos pasado más de 30 esclusas, en cada una se para y se arranca el motor para no consumir gasolina en balde. Luego están las paradas por trabar algas, las pausas en el camino, y que no siempre arranca a la primera. Total, que llevo semanas tirando del arranque del fueraborda unas 50 veces al día. Me duele tanto el codo izquierdo que he tenido que aprender a arrancar con el brazo derecho, lo cual en un barco con el motor en estribor es complicado.

Finalmente decidimos comprar un fueraborda nuevo. A pesar de que la reparación de la inversora ha aguantado, navegar con inseguridad en el motor era un sinvivir. Cada vez que se paraba nos quedábamos indefensos y sin ayuda en un páramo calcinado por el sol, a muchos kilómetros del taller más cercano, sin servicio de remolque, sin coche para poder llevar el motor nosotros a un taller, y sin ninguna posibilidad de que, en caso de conseguir llevarlo, no estuvieran de vacaciones y nos lo quisieran arreglar a pesar de no ser su marca. Una situación sin posibilidad de salida. Imaginaos en pueblo de Castilla, en agosto, sin coche, teniendo que encontrar quien te arregle un fueraborda y en ese mismo día o el siguiente. Y además en otro idioma

En el mar es más fácil. En caso de averías tienes las velas, y si no Salvamento Marítimo te remolca al puerto más cercano donde siempre hay mecánicos. En los canales no existe esa infraestructura, no hay servicio de remolque (en una de nuestras paradas involuntarias la única solución que me daban era pedir remolque al siguiente barco que pasara, o arrastrar el Corto Maltés desde el camino de sirga!), y sinceramente, no les importa tu problema porque en realidad tu vida no peligra.

A eso se añade el temor a la navegación por el Ródano sin seguridad en tu motor. Un río de más de 1 km de ancho, con corrientes de 3 o 4 nudos, con tráfico de mercantes, barcazas y barcos-hotel de más de 100 metros, con los que tienes que compartir esclusas que tienen hasta 25 metros de desnivel. Casi nada.

Total, que buscamos un concesionario en un lago artificial de los que nutren de agua los canales, y resultó ser de Mercury . Después de media hora en bici por la estepa lo único que tenía en existencias para ofrecerme (ya que no iba a esperar a otro de encargo) era un 6 CV sin cargador de batería. Pero a eso se le llama agarrarse a un clavo ardiendo y es lo que hicimos. Ahora tenemos dos motores porque el Selva sigue operativo, pero menos potencia y sobre todo nos quedamos sin nevera, porque el panel solar no garantiza siempre su carga.

Pues aunque os parezca mentira el motor nuevo se estrenó con problemas. El primer día se nos paró tres o cuatro veces por llegarle mal la gasolina, y el famoso túnel de Balesmes, el de los 5 km, lo pasamos trasvasando gasolina al minúsculo depósito interior, que dura unos minutos. Estaba mal asentado y rozaba el borde del pozo, y al intentar rectificarlo el tornillo sobre el que debería girar estaba apretado a muerte y bloqueado. Y alguna delicia más. Definitivamente lo mío es la vela.

En la parte positiva, que ya hemos llegado al río Saone y hemos dejado atrás las algas y las esclusas.

Hasta mañana navegantes.

miércoles, 22 de agosto de 2018

El enorme túnel.

Hola navegantes.

Hoy hemos hecho una etapa maratoniana intentando recuperar el tiempo perdido: 22 millas, 31 esclusas y 2 túneles. Se dice pronto.  

Lo más impresionante ha sido navegar casi 5 km bajo una montaña, el túnel de Balesmes. Se construyó en 1883 para unir las cuencas del río Marne (por el que hemos ido ascendiendo los últimos días) y el Saone, afluente del Ródano, por el que iremos descendiendo a partir de hoy. 

El túnel está a 340 metros de altitud, la más alta a que he navegado con el Corto Maltés, y a donde hemos llegado desde el nivel del mar a base de subir esclusas, concretamente 147. Cuando tenga wifi subiré un vídeo navegando por ese túnel, que es de una sola dirección, tiene unas medidas de control casi militares, y realmente es una experiencia única. Ir con tu velero por debajo de una montaña a 340 metros sobre el nivel del mar. Inolvidable. De momento unas imágenes:






Dentro del túnel no hay cobertura de GPS y hay que navegar a la antigua, por estima, pero, la verdad, allí dentro es muy fácil.

Entonces, hoy hemos embocado la vertiente del Saone, de momento canalizado pero más adelante navegaremos por el propio río, llegaremos al Ródano y a través de éste, al mar Mediterráneo, cerrando la vuelta a Francia. Parece una tontería pero ahora las esclusas son facilísimas de pasar. Al ser descendentes entras en un recinto de agua plana como una cama recién hecha, que se vacía sin turbulencias hasta que quedas en el nivel inferior. Las turbulencias se generan al otro lado de la compuerta, tú ni las ves.


Y para despedirme, otro ejemplo del abandono de esta infraestructura, que comentaba Antoine en una entrada anterior. Esclusas con el semáforo de entrada tapado por un árbol, que te obliga a acercarte a 5 o 10 metros de la compuerta antes de que veas si puedes pasar o no. Se suma a la colmatación de algas, y son situaciones preocupantes porque afectan a la seguridad, además de estropearte el fueraborda.


Hasta mañana navegantes 



lunes, 20 de agosto de 2018

Cosas de los canales.

Hola navegantes.

Hoy que ha sido un día rutinario de pasar esclusas (26, y en lo que va de viaje 131) he ido coleccionando curiosidades de los canales para enseñároslas.

En primer lugar los bellos amaneceres con "mar de humos", ese vapor que se levanta del agua por la diferencia de temperatura:


Obviamente estamos madrugando mucho para recuperar el tiempo perdido con los últimos incidentes.

Estos son los "amarres" de espera en las esclusas. Nada que ver con los del canal de Midi, pensados para los barcos deportivos. Aquí están pensados para las gabarras:


En las esclusas hemos visto buenas ideas y auténticas chapuzas. Entre las buenas ideas estos agujeros para el bichero, que de otra manera se resbalaría sobre la piedra:



Y entre las chapuzas, estas chapas colocadas delante de algunos norays, auténticas guillotinas para nuestras amarras. Yo hoy he roto la primera


También es curioso que algunas esclusas "manuales" lo son en sentido literal. No es sólo que no sean de funcionamiento automático, es que el esclusero (en este caso esclusera, se llama Caroline) las abre a manivela:


Nuestros problemas con el motor dentro de la esclusa se saldaron con la rotura de la luz del palo, que iba a popa. Comprendí tarde que también hay que hacer una "trompa" en lo que sobresale por detrás:


Hoy hemos atravesado un túnel de doble dirección. Es algo inaudito, casi siempre son de una sola dirección y te dan paso alternativamente:


Y acabo con un detalle de la vida práctica. Hay días como hoy en que entre una esclusa y otra tienes apenas 10 o 15 minutos, y tus actividades deben ajustarse a ese ritmo, porque cuando llega la esclusa hay que suspender todo y concentrarse en la navegación. Pasas una esclusa y calientas el agua, pasas otra y haces el café, pasas otra y te lo bebes, pasas otra y friegas las tazas, pasas otra y haces pis, pasas otra y empiezas a afeitarte, pero llega la siguiente esclusa y te pilla a la mitad, no importa, dejas media cara para la siguiente:


Es el ritmo de la navegación fluvial y hay que adaptarse.

Hasta mañana navegantes.


domingo, 19 de agosto de 2018

Seguimos.

Hola navegantes.

Espero no tener que arrepentirme de decir esto, pero un mecánico de automóviles ha sido capaz de arreglarme en un día el problema de la inversora, incluso fabricando con el torno la piececita de uno o dos mm de diámetro que se había roto. Ha dejado en ridículo a los "especialistas" en una marca de fuerabordas que no se atreven a meterse con motores de otras marcas, y que te hacen esperar 3 ó 4 semanas para recibir los recambios sin importarles que estés a mil km de tu casa. Fijaos la operación de cirugía mayor que ha tenido que hacer para llegar a la piececita que se rompió:


Y si tengo que arrepentirme porque la reparación falle, eso no le quita mérito a que Raphael interrumpió su fin de semana en París para venir a trabajar el sábado y el domingo en mi motor, sin conocerme de nada.

Y ahora fijaos lo que salía con la hélice cada vez que teníamos que sacar el motor porque ya no podía con el barco:


Y eso una y otra vez cada día hasta la extenuación. Realmente este canal no es para venir de vacaciones.

Ahora tenemos que recuperar el tiempo perdido y no sé si será posible. Si no lo es terminaremos el viaje en Francia.

Y ahora, para reconciliarme con Joinville, que por el estrés de la avería del motor podría quedar como un borrón en la memoria de este viaje, os enseño alguna de sus preciosas imágenes. Las casas a la orilla del río:


El Poncelot, un puente de piedra del siglo XVI que se respeta también como anidadera de murciélagos:



O esta curiosa reliquia, que dicen que es el cinturón de San José, el marido de la Virgen María, ¡Que cosas!.


Hasta mañana navegantes.

Una entrevista en Onda Vasca, de los días optimistas.

Podéis escucharla aquí:

http://www.ivoox.com/27580965

sábado, 18 de agosto de 2018

¿El fin del viaje?

Hola navegantes.

Tuvo que pasar. Tantas algas enredadas en la hélice han acabado por romper la inversora del fueraborda. Ya no sólo no entra la marcha atrás sino que ni siquiera el punto muerto. El motor arranca con la marcha avante metida y para pararlo hay que dar al hombre al agua. Ayer hicimos 8 o 10 esclusas en esas condiciones precarias por llegar al primer sitio habitado, Joinville, y poder gestionar un posible arreglo, lo que no sería posible desde un bello rincón campestre del canal alejado de todo. Pero entrar en una esclusa con el motor parado y sin marcha atrás es casi suicida. Por suerte todo se desarrolló bien y conseguimos llegar a Joinville.

Por consolarse con algo, una pareja  de belgas que hemos conocido se encontraron en un canal que cada vez tenía menos agua, hasta que directamente en una esclusa estaba cerrado al tráfico por falta de agua. Tuvieron que dar media vuelta y proseguir por otro canal.

Ahora las opciones para nosotros son conseguir repararlo (tengo a bordo el despiece de un motor igual casi entero), comprar un fueraborda de segunda mano, o volver a Santander desde aquí con el camión.

Esta tarde viene a ver el motor un mecánico de automóviles que también entiende de fuerabordas (los servicios oficiales o están de vacaciones, o demasiado lejos, o directamente se han desentendido). Una tienda de náutica me está intentando conseguir uno de segunda mano. Y el transportista está haciendo gestiones para, si fuera necesario, recoger el barco la semana que viene.

Fue verdad la negrura de los zapatos del novio.

jueves, 16 de agosto de 2018

Una de cal...

Hola navegantes.

Ayer no os conté nada porque el día acabó con dos presagios negros como los zapatos del novio. Por un lado el canal que termina en Vitry Le François, donde dormimos, estaba colmatado de algas como el tramo que os conté del río Somme. Y la gente de por aquí me dijo que estaba igual todo el canal de Champagne a Bourgogne, que es el que embocamos hoy. La verdad, no me sentía con fuerzas para hacer más de 200 km luchando con los Sargazos. Y por otro lado el motor fallaba al meter la marcha atrás, de hecho no entraba, y eso en las esclusas es peligrosísimo porque pierdes el control del barco y se choca con las paredes .

Por suerte hoy lo veo de otra manera. A primera hora conseguimos arreglar lo de la marcha atrás. Menos mal, porque encontrar un mecánico y piezas de repuesto para un fueraborda italiano aquí, en mitad de Francia, a 100 km del mar y en el mes de agosto, es una tarea imposible hasta para mí, que dicen que donde pongo el ojo pongo la bala. Y por otra parte hemos empezado a navegar por el canal y aunque es verdad que está muy lleno de algas, están en las orillas y siempre queda un pasillo central limpio por donde puedes avanzar. A pesar de ello varias veces el motor se ha comportado raro por ir cargado de algas.

De Vitry no puedo contaros mucho porque con el estrés que teníamos y la falta de tiempo lo vimos a la carrera. Lo que me llamó la atención es que tienen una estatua de la Diosa del Marne en el centro del pueblo, y en lugar de disfrutar de sus senos perfectos alguien se los ha tapado con una camiseta:



Hoy el día ha sido agotador, pasando 16 esclusas bajo la canícula. En una de ellas, la de Höericourt, había al lado una base militar con aeropuerto, y los cazas nos sobrevolaban, lo que me recordó los ya lejanos días de subir por la costa atlántica de Francia esquivando los campos de tiro... De hecho, ahora es casi medianoche y ellos siguen rompiendo la barrera del sonido sobre nuestras cabezas.

Por esta zona las esclusas se llenan hasta el borde, algo inaudito y que te complica la vida, porque por muy bajas que pongas las defensas acabas con el riesgo de apoyar el casco en la nueva orilla de cemento que se forma al llenarse la esclusa:


Hemos desarrollado una técnica muy derpurada para pasar las esclusas que se llenan (ahora estamos "subiendo" con esclusas ascendentes, hasta que lleguemos a los trescientos y pico metros sobre el nivel del mar donde empezaremos a bajar por otro río, el Saone). Hemos hecho un aparejillo que pasa por el centro del costado y lo amarramos a la escalera. Con el barco así inmovilizado, ya sin prisa subimos por ella para dirigir los amarres de proa y de popa. Antes era un lío tener que hacer todo a la vez con el barco moviéndose.


Y finalmente hemos venido a dormir a Chamouilley. Había unos chicos jugando a la petanca, y al preguntarles cómo se iba al "centre ville" me dijeron que aquí no hay ni ville ni centre, y va a ser verdad. No encontramos no ya la gasolinera o el súper, es que ni un bar. Pero ha sido mejor porque hemos conocido a una familia extraordinaria. Al preguntarles por un bar abierto se enrollaron con nosotros, nos invitaron ellos en su jardín a la cerveza y el zumo, y luego vinieron a ver el barco y se trajeron una tarta de regalo. Hemos compartido historias en una tarde fabulosa, de esas que te devuelven la confianza en el género humano. No todo es desconfianza y mal rollo con los desconocidos. Gracias Bárbara, Olivier, Lison y Rose, nos habéis hecho sentir como si ya hubiéramos vuelto a casa.

Hasta mañana navegantes.


martes, 14 de agosto de 2018

¡Ay, ay, ay....!. Nos quedamos en Ay.

Hola navegantes.

Finalmente el agotamiento pudo con nosotros y hemos dormido perfectamente a pesar de la cercanía de la cascada y los meneos del barco.

Después de obstruirse dos veces el chiclé, lo primero que hice por la mañana fue poner un filtro de gasolina. Después de la avería al volver de Elba me habían recomendado quitarlo. Pero ya veo que con los mecánicos pasa como con los médicos: "un médico cura, dos dudan, tres muerte segura", aludiendo a la dieferencia de criterio que te hace pedir una segunda opinión, que discrepa de la primera y te ves obligado a buscar una tercera para desempatar. Lo mismo me pasó respecto a quitar el termostato.


El la segunda esclusa de hoy, la de Azy-sur-Marne nos ha pasado algo inaudito. Después de entrar en la esclusa y activar el mecanismo automático la puerta no se cerraba y la esclusa no se llenaba. Que me aspen si hubiera podido imaginar la explicación que nos dieron los técnicos. El Corto Maltés es tan pequeño que la célula fotoeléctrica que debería detectar su entrada en el vaso de la esclusa no le detectó. Y al no detectarlo el mecanismo entiende que no puede haber nadie dentro, y no prosigue el automatismo. Para partirse de risa. En la siguiente, y a pesar de saberlo, también lo hicimos mal y tuvimos que salir para volver a entrar y mejorar la puntería. Estas esclusas están pensadas para gabarras enormes, no para veleros de 6 metros. A partir de ahora tenemos que asegurarnos de pasar bien centrados por delante de la dichosa célula.


Por el camino hemos visto a varios pescadores en un invento que es la mínima expresión de una Zodiac:


Va sentado con las piernas en el agua, supongo que con aletas, y controla el avance y los giros con los pies. 

Ahora os enseño tres sistemas que ya hemos utilizado para abrir las esclusas: el mando a distancia


La palanca azul hacia arriba


Y el tubo colgado en mitad del canal, que hay que agarrar en marcha y girar media vuelta


Muy divertido. Lo que no ha sido tan divertido ha sido el final del día. Íbamos a quedarnos en Mareuil, y había que pasar una esclusa al final de una recta larguísima. Estábamos viendo el semáforo de la esclusa y acelerando a tope porque faltan 15 minutos para las 18 h, que es cuando cierran. Pues a 20 metros y a las 17.50 van y la apagan. Por 10 minutos no la pasamos y nos quedamos en un pueblo que se llama... "Ay". Os lo prometo.

Hasta mañana navegantes.