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viernes, 5 de abril de 2024

Un susto en Santander.

Hola navegantes. 

 Ayer salimos de Laredo con un pronóstico impecable: viento del Sur de fuerza 2-3 hasta las 14 h. (lo que nos permitiría llegar hasta el Cabo de Ajo con portantes) y a partir de las 14 h. del Nordeste de fuerza 3 (lo que nos permitiría llegar a Santander todavía con portantes). Naturalmente tanto bueno no podía acertar. 

En la primera mitad de nuestra travesía (hasta el Cabo de Ajo) tuvimos un viento rolón y flojísimo, que nos obligó a poner y quitar las velas en orejas de burro muchas veces para nada, o a poner el espí sólo para verlo colgar flácido y no sacar al Corto Maltés más de 1 ó 2 nudos. Naturalmente tuvimos que avanzar a motor.

 Y la segunda parte, a partir del Cabo de Ajo, en vez del Nordeste pronosticado salió un Sur de fuerza 5 con rachas de 6, justo de cara, que nos obligó a tomar un rizo en la  mayor y enrollar parcialmente el génova, y a ceñir dando bordos por delante del abra del Sardinero con las olas salivando en la cubierta. Además era un Sur muy raro. Normalmente es un viento caliente como si alguien hubiera abierto la puerta de un horno, y ayer era frío y teníamos que navegar con el jersey.

Ya dentro de la bahía, nos encontramos las olas cortas típicas del viento Sur, y mientras avanzábamos con el motor y la mayor rizada, el fueraborda se paró. Es mejor que no quede escrito lo que pensé en ese momento, porque me recordó la vuelta de Londres el año pasado cuando nos dejó tirados en Laredo. Con la diferencia de que entonces estábamos amarrados en el pantalán, y ahora en toda la coctelera de la bahía de Santander con viento Sur. Entrar a vela en Puerto Chico con ese viento estaba descartado, y no había ningún otro barco navegando que pudiera remolcarnos. Llamamos a Salvamento Marítimo para pedir remolque desde la entrada de Puerto Chico (a donde podíamos llegar a vela) al atraque, y nos dijeron que avisarían a la Cruz Roja para eso. Casi de milagro, porque era un  milagro conseguir trabajar en el motor con el velero dando saltos de aquella manera, conseguimos sacar y limpiar la bujía y el chiclé sin que se cayeran al agua, y volvió a arrancar. Anulamos el aviso a la Cruz Roja antes de que salieran y finalmente pudimos llegar por nuestros medios. ¡Pero menudo estrés para acabar la semana!.


Con cuidado, navegantes.

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