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martes, 2 de abril de 2024

En el Aita Mari.

Hola navegantes. 

Hoy había un pronóstico nefasto, con vientos del Sur de fuerza 5-6 con rachas de 8, imposible para navegar con mi barquito, siempre temiendo que una ola que se crea más inteligente que las otras nos dé la vuelta. Así que nos hemos quedado dentro de la ría del Nervión y hemos hecho una excursión a Bilbao.

Por la mañana hemos visitado un interesante aunque modesto museo marítimo, en el edificio de la oficina de turismo, dedicado al mundo de la pesca y a la evolución de la ría y el abra. Hay curiosos objetos, como las antiguas anclas de madera lastradas con una piedra:


explicación de las artes de pesca, vídeos antiguos de Santurce, y una recapitulación de lo que fue la barra de arena que cerraba la ría hasta que se construyó en 1887 el muelle con la pasarela de hierro que resolvió el problema.


Luego remontamos la ría hasta Bilbao. Pasamos bajo el puente colgante poniéndonos de acuerdo con el que dirige la barquilla por el canal 14, para evitar sustos:


A mitad del recorrido acudió a su cita el viento Sur, que nos venía de cara con fuerza 6 y rachas de 8, encajonado en el cauce, que a veces no nos permitía sacar más de medio nudo al fueraborda (en aguas tranquilas le sacamos 5 nudos). Por suerte sin olas al estar dentro de la ría, aunque el propio viento nos escoraba y nos sacaba de rumbo dirigiéndonos peligrosamente contra la orilla.

Por el camino vimos el mismo velero hundido que ya estaba allí el verano pasado, que lleva ya un año sumergido en el lodo de la ría sin que nadie haga nada por sacarlo, qué pena:


También el avance de las obras en el Manhattan Vasco, la isla artificial en mitad del río que os conté aquí:


Ya tiene varios rascacielos terminados:


Por suerte el puente para el tranvía que quieren construir en la margen izquierda, y que nos impedirá llegar a Bilbao con el velero, aún no está empezado.

En Bilbao nos encontramos la sorpresa de amarrar al lado del Aita Mari:


Es el barco de una ONG que creó hace unos años un compañero vasco, Íñigo Mijangos, que había colaborado con nosotros en Carpe Diem, y que ayuda a rescatar inmigrantes en patera en las costas de Italia. Está de descanso en su actividad humanitaria, Íñigo estaba a bordo y nos enseñó todo el barco. Está preparado para acoger hasta 150 náufragos y cuenta con un equipo de voluntarios entre los que incluyen un médico y una enfermera.










Una visita muy interesante y un reencuentro inesperado. Gracias, Íñigo.

Todo el día habíamos estado soñando con la maravillosa vuelta, recibiendo aquel vientazo del Sur por la popa y bajando a toda máquina a Santurce sólo con el génova. Pero no se nos arregló. Al final de la tarde aquel viento de tratar de usted se despidió, y tuvimos que hacer el camino de vuelta otra vez a motor.

Mañana, si el tiempo lo permite, iniciaremos la vuelta a Santander.

 Con cuidado, navegantes.

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