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domingo, 9 de enero de 2022

Se les olvidó cerrar la compuerta.

 Hola navegantes.

En la vuelta a Francia en 2018 nos quedamos una noche en el puerto de  Perros-Guirec (48º 48,15’ N; 3º 26,30’ W) en el Canal de la Mancha. Está al fondo de una enorme bahía que se seca en bajamar, y se ha construido un muro o "umbral" en el fondo que hace que siempre quede una zona con agua, como si fuera una piscina. En la pleamar se llena, y en la bajamar el muro evita que se vacíe.

Como  nosotros llegamos en pleamar la bahía estaba completamente despejada de problemas y parecía mentira que eso estuviera seco seis horas después. Perros-Guirec es peculiar porque el muro tiene una "puerta", y al subir la marea no se pasa libremente por encima del umbral sino por la puerta. Cuando el nivel del agua fuera del puerto alcanza el de dentro abren esa compuerta, lo que permite pasar por ella a barcos de más calado que los que podrían pasar simplemente por encima del  muro. El horario de apertura depende del coeficiente de marea, y los días de coeficiente inferior a 45 no se abre. Esos días no se puede salir a navegar.

Como nosotros llegamos en la pleamar veíamos todo el puerto con sus pantalanes aparentemente accesibles y una puerta misteriosa, que es por donde teníamos que pasar, y que tenía un semáforo:

 


 Si lo intentáramos por fuera de la puerta dejaríamos allí el Corto Maltés para el descanso eterno, porque nos chocaríamos con el muro de hormigón que no veíamos. La puerta era estrechísima, y además rodeada de fuertes corrientes del agua que salía o entraba al puerto, como avisaban en un cartel. De hecho en las mareas vivas el agua se vacía por encima del umbral como una pequeña cascada, haciendo peligrosa cualquier aproximación al muro, y la Guía Imray advertía de la atención que hay que poner al soltar las amarras para no ser arrastrado. En la siguiente foto, el "umbral" del puerto apareciendo al empezar a bajar la marea:


 Y en la siguiente en plena bajamar, con el "umbral" reteniendo el agua en el interior del puerto, y el exterior completamente seco:

Una vez dentro del puerto, incluso cuando la marea se retiró, no te dabas cuenta del sitio tan atípico en que te encontrabas si no mirabas hacia fuera. Allí dentro había barcos enormes, lo que parecía inaudito al ver el panorama en cinemascope del exterior: otros barcos acostados sobre el fondo o plantados con sus puntales con las obras vivas llenas de verdín. 

 Os cuento esto para que entendáis lo que pasó en la noche del 4 al 5 de enero de este año. Se les olvidó cerrar la compuerta cuando bajaba la marea, y el puerto se secó entero. ¿La consecuencia?. Todos los barcos del interior del puerto en vez de quedar a flote se vararon como los del exterior, pero sin estar preparados para ello. Al apoyar su peso en las quillas se cayeron de lado, se acostaron unos encima de los otros, se trabaron los mástiles, se chocaron los cascos, y en resumen lo han catalogado como una catástrofe, con los mismos daños materiales que habría producido una violenta tempestad. El de la siguiente foto es una motora, pero imaginaos la inclinación de un velero con más de dos metros de quilla:

Me parece que al que tuvo el despiste se le va a caer el pelo, y la anécdota sirve para recordarnos la primera ley de Murphy: "Si algo puede salir mal, saldrá mal". A mí suelen decirme que siempre me pongo en lo peor, pero ya veis que es algo muy práctico de recordar, sobre todo en la navegación, porque si te acostumbras a imaginarte lo peor intentarás poner todos los medios para que no ocurra.

Con cuidado, navegantes.

2 comentarios:

  1. ¡Oh! me acuerdo de aquel puerto que recuerdos y que dificiles eran junto con las dificultades de las mareas.
    Un abrazo.

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  2. Si, la navegación donde más cosas hemos aprendido. No me extraña que los bretones digan que los marineros son ellos, y los demás sólo aficionados. Un saludo.

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