Hola navegantes.
En entradas anteriores (13-5-20, 16-5-20, 14-10-20, 21-1-21, 7-3-21 y 17-5-21) os hablé del francés Yann Quenet, que está dando la vuelta al mundo en su velerito "Baluchon", de 4 metros de eslora, construido por él mismo. Ya ha recorrido tres cuartas partes de la circunferencia del planeta y ha llegado a Sudáfrica. Arribado a Richard’s Bay, en la costa Este de Sudáfrica, la siguiente etapa debía llevarle a Ciudad del Cabo, en la costa Oeste, atravesando el famoso Cabo de Buena Esperanza, uno de los tres duros del mundo.
En Sudáfrica se encontró enfrentado a las exigencias del Covid (necesidad de avisar por anticipado a las autoridades de cada sitio donde fuera a hacer escala) como si eso pudiera preverse yendo a vela, y más en aquellas regiones. Os recuerdo que ya el Covid le expuso a peligros mucho mayores al no poder tocar tierra en Australia y tener que hacer de una tirada de Nueva Caledonia a La Reunión (¡7.000 millas!). Estas dificultades administrativas se juntaron a la dificultad técnica de navegar por esas regiones inhóspitas (el cabo se llama también "Cabo de las Tormentas"), que están sembradas de naufragios.
Sin necesidad de demostrar nada, y mucho menos su nivel de testosterona, Yann ha tomado una decisión curiosa, que le permite el pequeño tamaño de su barco. Aprovechando que un amigo tenía que ir a Ciudad del Cabo por carretera y con un remolque vacío, ha construido una cuna para adaptar su velerito al remolque:
y lo ha llevado 1.500 km por carretera:
Ya veréis como algún marino listo de los que se mojan más en el bar que en el mar dice que esa vuelta al mundo no vale, porque hizo trampa en el Cabo de Buena Esperanza.
Ahora le queda remontar el Atlántico y sale sin una ruta definida debido a las incertidumbres tanto de la meteorología como del Covid. Por ejemplo, la escala lógica sería la Isla de Santa Helena. Pero allí sólo hacen el test de Covid los jueves, y si llegase un viernes tendría que esperar en un fondeo muy expuesto una semana sin bajar a tierra. En ese caso no descarta seguir hasta Brasil o la Guyana Francesa, y desde allí a Francia, con lo que se haría dos travesías "extras" del Atlántico. Así, como el baja a por el pan.
A estas alturas parece que va a conseguirlo, y estamos deseando verle arribar a Francia.
Con cuidado, navegantes.
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