Hola navegantes.
El principal motivo para venir a Pedras Negras era conocer su senda costera. Es un paseo de madera construido entre bosques y las rocas de la costa, con vistas permanentes a las islas de Ons y Sálvora. Una preciosidad, con numerosas playas de arena blanca entre escollos y rocas que sobresalen del agua. En su recorrido un curioso monumento que dedujimos que está dedicado a los voluntarios de la limpieza del vertido de petróleo del Prestige, porque los personajes parecen portar una mascarilla y un traje de protección, pero nada estaba aclarado en una placa o similar.
Lo que no nos habían contado es que toda la península, salvo la línea de costa por donde discurre el sendero, es de propiedad militar, está separada por un vallado de espinos, y tiene búnkeres con auténticos cañones apuntando al mar. Suponemos que protege la base naval militar de Marín, en la ría de Pontevedra.
Después de recorrerlo hicimos una navegación de 14 millas para volver a entrar a la ría de Arosa, concretamente a la isla de la Toja. Esta situada en una zona de poco fondo y rodeada de escollos, que nos hizo ir pendientes del plóter hasta el puerto. Es un puerto inaugurado hace pocos meses y que no venía en nuestras guías náuticas ni en Google Maps y tuvimos que encontrarlo dejándonos llevar por la intuición. Se trata de unos pantalanes separados de la costa y a los que se llega por una larga pasarela. Los hicieron así buscando la zona profunda de la lengua de mar que hay entre la isla de la Toja y la Punta Borrelo. En el atraque llama la atención la fuerte corriente lateral, que se debe a la marea, ya que no han construido un espigón de piedra que proteja los pantalanes de los elementos. Hoy estamos bien, pero cuando sople duro debe ser un sitio incomodísimo.
Dedicamos la tarde a recordar los sitios de La Toja y el Grove que ya conocíamos de un viaje anterior. En la capilla de San Calampio, esa que está cubierta de conchas, los desaprensivos se han dedicado a firmar autógrafos en ellas, a pesar de la optimista prohibición del párroco. ¡Qué país!. ¿Hará falta que pase una generación para dejar de ver estas muestras de espíritu pueblerino?.
Por otra parte la isla de la Toja nos recordó muchísimo al proyecto urbanístico de Cortegada, sólo que aquí se consumó: chalets para gente de gorda billetera, un golf, un puente que la una al continente y un puerto deportivo. La historia no siempre se repite.
Mañana seguiremos navegando hacia el interior de la ría y conoceremos la isla de Arosa.
Hasta mañana navegantes.
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