Hola navegantes.
Ayer nos tomamos un día de descanso en Ribadeo. Conocimos el bonito pueblo con pazos, casas de indianos y algunas iglesias. Visitamos la casa que sirve de línea de enfilación para la entrada a la ría, que resultó ser la Capitanía. En la guía Imray dice que es una casa octogonal, pero es hexagonal. En la tercera foto el Corto Maltés en el puerto de Ribadeo, desde la Atalaya.
Por la tarde hicimos una excursión a Castropol, en la orilla asturiana. Fuimos en el transbordador porque no estábamos seguros de poder dejar amarrado nuestro barco durante la visita. Otro pueblo precioso, sobre todo su vista desde el mar, presidida por la iglesia. El transbordador no sé si pasará la ITB, pero su extintor estaba oxidado, sin presión y sin retimbrar. Todo un ejemplo.
Por la noche empezaron a llegar los barcos que están haciendo el camino de Santiago por mar. Hay que hacer 100 millas para que te den la Compostela. Nosotros vamos a hacernos cerca de 1.000 pero no nos motivan esos reconocimientos religiosos y no vamos a pedirla. En el barco que amarró a nuestro lado venía Andoni, un viejo conocido de Hondarribia, y cenamos con su tripulación y la de otro barco. El capitán de éste último había conocido al navegante vasco Jose Luis Ugarte y es amigo de Unai Basurto, y ha navegado con los dos, así que durante la cena hablamos mucho de sus aventurillas náuticas.
La noche, paradójicamente, fue de las malas. A pesar de estar en puerto, los pantalanes están frente a la entrada entre los espigones y entra la corriente de la ría de forma perpendicular a los barcos. Eso les hace coger un balance de babor a estribor como si estuviéramos en un fondeo abierto. Ese balance te menea en la cama, no te deja dormir, y fuerza las amarras de una forma espectacular. Los crujidos de las amarras tampoco te dejan dormir y, lo que es peor, las desgasta. A mí se me ha roto una y se me han desgastado otras dos.
Por la mañana era bajamar y se marcharon los barcos del camino de Santiago. Los que pudieron, porque alguno varó dentro del puerto y le tocará esperar a que suba la marea. Otro inconveniente de los barcos grandes.
Hoy esperamos llegar a Navia, donde cambiaré la tripulación, y se presenta un día lluvioso y sin viento.
Hasta mañana navegantes.
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