Hoy nos han traído la colchoneta que habían cortado al revés, y por fin ya cuadra todo el tema "colchonetas". Por lo menos en la vuelta a Italia el descanso lo tenemos garantizado, al menos en lo que dependa de la comodidad de los colchones. En los de más uso, además, hemos puesto una capa de unos centímetros de viscoelástico. El de la primera foto es el que estaba cortado al revés. Los siguientes los de popa y los de proa.
El tema del descanso no es una tontería. En las travesías largas se llega a la noche más cansado que tras una ruta de montaña, por la necesidad de compensar durante tantas horas los movimientos de las olas, lo que pone en acción todos los músculos del cuerpo. Si a ello se añade el propio movimiento del barco durante las horas de sueño, que también te obliga a activar algunos músculos aunque estés dormido, y el frío que a veces no te deja descansar (el barco está mal aislado y en su interior hace prácticamente la misma temperatura que al aire libre, muchas noches hemos dormido a 10 o 12 ºC) se comprende la necesidad de no empeorarlo con una colchoneta que te haga dormir sobre la madera.
Y más en la travesía que planificamos (nada menos que llegar hasta Venecia navegando desde Santander) que es la más larga que hemos emprendido nunca con el Corto Maltés. La ruta teórica van a ser unas 2.600 millas (más de 4.500 km), pero hay que tener en cuenta que en la vela pocas veces se hacen los recorridos a rumbo directo y los imprescindibles bordos pueden alargar la ruta al doble o al triple. Como comparación, la vuelta a España fueron 2.516 millas reales y la vuelta a Francia 2.065. Esperamos estar en el barco entre 3 y 4 meses, y eso bien se merece asegurar el descanso nocturno.
Hasta mañana navegantes.
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