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lunes, 17 de febrero de 2020

Los cuatro enormes.

Hola navegantes.

En la vuelta a Italia, que intentaremos en los meses de verano, lo más habitual será encontrarnos vientos suaves de origen térmico, como el Nordeste en Santander. Se producen porque al salir el sol la tierra se calienta antes que el mar, el aire sobre ella se eleva, y el vacío que deja es rellenado por aire más frío procedente del mar. Es un viento que sopla, pues, del mar a la tierra, casi perpendicular a ella, comienza hacia el mediodía, alcanza el máximo entre las 3 y las 5 de la tarde, y luego se desvanece. Suele notarse hasta 20 millas mar adentro, que es la franja de navegación que usamos nosotros. Su intensidad raramente supera la fuerza 5, y es extraordinario para navegar a vela porque te permite rumbos de través, los mejores para un velero, y además ir a rumbo directo buscando el siguiente puerto, sin dar bordos.


Este sistema general de brisas térmicas está luego modificado por la geografía de la costa, ya que en los cabos, en los desfiladeros, y en los cañones de las montañas cerca de la orilla pueden sufrir aceleraciones hasta de 2 grados en la escala Beaufort, y entonces pasan a fuerza 7, que ya es mucho para el Corto Maltés. Pero esos sitios son predecibles y los abordamos con cuidado y con el velamen reducido.

Lo que está claro es que al Mediterráneo, en verano, le afectan poco los grandes sistemas del Atlántico y Continentales (anticiclones y depresiones) ya que son frenados por las montañas que franquean su orilla Norte y Oeste, las de España, los Alpes franceses, suizos y austriacos, y los Balcanes. Esta geografía, junto con el establecimiento de un anticiclón propio en los meses calientes, impiden la entrada de borrascas con el resultado de que casi toda la meteorología es de tipo local, sólo dependiente de las condiciones del lugar.

Pero sobre este panorama idílico hay cuatro vientos enormes a los que temer:

1) El "mistral" ("tramontana"). Es un viento fuerte del Norte al Noroeste más típico del invierno, cuando alcanza fácilmente los 50 nudos (fuerza 10) con rachas en ocasiones de hasta 90 nudos. Afecta al Golfo de León y Golfo de Génova, y se deja sentir hasta en Las Baleares o en Córcega. Suele durar de 3 a 6 días. Aunque con menor frecuencia también se presenta en verano, un promedio de 4 días al mes, por lo que no podemos descartar que algún día nos alcance, pero a este ya le conozco de la navegación a Elba.

Se genera por la suma de vientos del anticiclón de las Azores (que giran en el sentido horario y en Francia, por lo tanto, vienen del Norte: en rojo) con los de una borrasca que ya ha pasado y se sitúa al Este de Europa cuyos vientos giran en sentido antihorario, y atacan a Francia también desde el Norte (en azul). Estos vientos, sumados, se aceleran por efecto embudo entre las grandes cordilleras de Francia: entre el Macizo Central y los Pirineos en la parte occidental, y entre el Macizo Central y Los Alpes en la parte oriental (en verde).


Su peligrosidad deriva de que se presenta sin avisar, sin bajadas del barómetro o incluso subiendo ligeramente, y de que puede alcanzar características de temporal en quince minutos en mitad de un día soleado. Se puede sospechar por el cielo azul intenso (el propio viento aleja las nubes) la visibilidad muy clara, y unas nubes blancas con bordes nítidos en forma de puro o de lente encima de la costa y de las cordilleras:

Los navegantes de Cantábrico  estamos acostumbrados a vientos totalmente predecibles, las borrascas que barren la cornisa cantábrica de Oeste a Este entrando por Galicia, a una velocidad constante, y por lo tanto sabemos exactamente qué día van a llegar y con qué fuerza. Por contra el mistral, según los libros, es impredecible. Sin embargo en nuestra anterior navegación a la Isla de Elba comprobamos que si vas pendiente de los avisos meteorológicos de la radio o de las capitanías, ellos sí que suelen avisarlos desde el día anterior, o por lo menos para el mismo día, y te da tiempo a buscar refugio o a no salir a navegar.

El mistral tiene algo bueno, que es seco. Para los del Norte un temporal es sinónimo de un cielo negro cubierto de nubarrones y cayendo la del pulpo. La visibilidad se reduce, la cubierta está resbaladiza, pasas frío, la ropa no se seca, y si un tripulante se cae al agua no hay quien le encuentre entre tanta oscuridad. Pero el mistral pueden estar soplando con fuerza 8 en el mar, y en tierra la gente en camiseta y tirantes bajo un sol espléndido. A lo que más recuerda es a los días de viento Sur en Santander. La siguiente foto es un día de mistral en Marsella en nuestra navegación a Elba, y deja ver el mar lleno de olas y rompientes bajo un cielo azul, y nosotros viéndolo desde tierra en manga corta.

2) El "libeccio". Es un viento del Sudoeste que sopla sobre la costa italiana del Mar Tirreno, y a diferencia del mistral que es seco, el libeccio va acompañado de chubascos y tormentas, o sea, como los nuestros del Cantábrico. Alcanza fuerza 5 a 8 con facilidad y suele durar de 1 a 4 días. Como en buena parte de las costas del Tirreno la dirección de la brisa marina es precisamente del Sudoeste, no hay que confundirlos. La brisa marina aparece, como dije, a unas horas determinadas y en relación con la insolación, mientras que el libeccio puede aparecer casi de repente y con una violencia muy notable. 

El libeccio lo conocimos también en la navegación a Elba. Acababa de incorporarse Ana a la tripulación, fue su primer contacto con el Mediterráneo, y os reproduzco mis impresiones cuando nos cayó encima, después de habernos acostumbrado a los temporales secos de mistral: "Nos encontramos una ventolera del Suroeste más que del Oeste, y unas olas de 1,5 metros del mismo sector que, junto a la lluvia, hacían la navegación incomodísima. Era justo el viento que os dije que teníamos que temer en el Mar de Liguria, el Suroeste o “libeccio” ... Nos sentimos teletransportados a uno cualquiera de nuestros pasados temporales en Cantabria. Al final fue una travesía llena de pantocazos de los que te sueltan hasta los empastes, sólo con el génova a 4 o 5 nudos, mojados y bien zarandeados. Ana, sin tiempo a amarinarse, se mareó, y entonces aprecié dos cosas. Por un lado cuánto me quiere, porque salir de Cantabria para venir de vacaciones al Mediterráneo en verano, encontrarse eso, y no marcharse en la siguiente escala... Y luego la única ventaja de tener la cartografía en el móvil: lo llevaba colgado del cuello en una bolsa estanca y no necesitaba entrar en la camareta para consultar la posición, porque ese día no pude soltar la caña ... Dada la situación, y como habíamos ido de vacaciones y no a sufrir, decidimos no seguir intentando doblar el brazo a la meteorología, acortar la etapa y meternos a refugio en Cala de Medici ... Al final fue una travesía tormentosa de 13 millas en unas tres horas, y aunque tomadas así, al peso, las 13 millas pueden parecer pocas, fuimos de la primera a la última pasándolo mal, tirando a fatal".  

A ver si no se repite.

3) El "sirocco".  Es un viento del Sur o Sureste, en origen muy seco pues procede de los desiertos africanos, y que podría alcanzarnos en el entorno de Sicilia y el Sur de la península italiana. Normalmente lleva polvo rojo del Sahara. Aunque causa condiciones secas a lo largo de la costa norte de África, cuando alcanza Europa después de haber viajado sobre el Mediterráneo produce tiempo húmedo y frío. Pero si dura más de dos días pierde esa humedad y se denomina "sirocco seco". Es más típico del otoño y la primavera (máximo en marzo y noviembre) y su duración puede ser tan corta como sólo medio día, pero también puede durar hasta 4 días. Mucha gente le atribuye problemas de salud (como en Santander al viento Sur, que en tiempos antiguos fue considerado atenuante de algunos delitos) debido al calor y al polvo a lo largo de las regiones costeras de África. Su intensidad puede alcanzar fuerza 10, pero éste es poco probable que nos pille en verano.

4) El "bora". Es un viento también típico del invierno, que afecta a la costa Este del Adriático, con fuerza de temporal (hasta 60 nudos, fuerza 11). También se produce por la aceleración de los vientos fríos del Norte, que al ser más pesados se encañonan en los relieves de los Alpes y descienden con violencia hacia el mar. En promedio sopla unos 40 días al año, pero especialmente entre noviembre y marzo. En los meses de verano (mayo a agosto) no se dan más de un día al mes, y como la subida del Adriático nos llevará un mes y medio, a lo mejor alguno nos coge. Como el mistral, aparece casi sin avisar.

Aunque es típico de la costa Este del Adriático, sus efectos pueden notarse en la orilla de enfrente, en Italia, y ya muy al Norte del Adriático, en la bahía de Trieste, podría afectarnos directamente. Como nunca he navegado por allí no puedo confirmar si los pronósticos italianos para el bora son tan exactos como los franceses para predecir el mistral.
 

(Respecto a por qué vamos a subir el Adriático por la costa italiana y no por la croata, que ahora está tan de moda, lo comentaré otro día).

Espero no tener que oír a ninguno de estos cuatro enormes rugir en los obenques como si les molestara encontrar al Corto Maltés en su camino, pero a la vuelta os lo comentaré. Y finalmente, para los que dicen que el Mediterráneo es un mar menos bravo que el Cantábrico, recordaros que en nuestra navegación a Elba estuvimos inmovilizados en puerto por temporales el 14% de los días, mientras que en nuestras navegaciones por el Cantábrico no pasa del 3%.

Con cuidado, navegantes.

1 comentario:

  1. Espero que se comportenestos vientos y no tengais que lidiar con ninguno y que solo tengais los vientos termicos propios de veano y sean navegaciones tranquilas y apacibles.

    Saludos y buena proa.

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