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viernes, 13 de agosto de 2021

Curiosidades de Taranto.

 Hola navegantes.

Hoy nos hemos tomado un día de descanso para ir a conocer Taranto en tren, ciudad que no pudimos visitar con el barco por falta de tiempo. Las distancias que a vela parecen inalcanzables, se hacen en una hora de tren, como en este caso.

Taranto estaba situada en una península que separaba el Mar Piccolo (como el Mar Menor en Murcia) del Mar Grande, que en este caso es el Jónico. En el año 1.000 d. C. se excavó un canal que la convirtió en una isla, a la que se accedía por pasarelas, con la intención de que se renovara mejor el agua del Mar Piccolo. Sólo hace 150 años se construyó un puente sobre el canal, con un mecanismo de apertura que es giratorio en vez de levadizo. 


El guía del museo de arqueología dijo que es el único puente giratorio de Europa, pero os prometo que en Francia he visto varios. Aquí el castillo Aragonés y el puente giratorio.


Bajo un sol que caía como el plomo recorrimos algunas partes de la ciudad. El Covid ha hecho limitar el acceso a los museos y muchos no hemos podido verlos.

Algunas escolleras de la parte vieja están adornadas con esculturas de sirenas:


Me llamó la atención las dos columnas que aparecieron al tirar una casa en 1.973:


Son de la época griega de unos 580 años a. C. y hasta entonces habían estado dentro de la casa, contribuyendo a su estructura:


Tiene delito el que se le ocurrió la idea y el que autorizó ese uso para las columnas. Ahora están expuestas.

También es curioso que empiezan a aparecer aparcamientos para patinetes, que llaman la atención como los primeros que hubo para motos:


El escudo de la ciudad de Taranto representa a un luchador a horcajadas de un delfín. 


Esta imagen figuraba ya en las monedas más antiguas encontradas en las excavaciones arqueológicas

Y se supone que es Taras, el hijo de Poseidón y de la ninfa Satyra, que estando en peligro de morir ahogado fue salvado por un delfín. La imagen se usa hasta en las cervezas.

Rizando el rizo, en el mismo cartel del museo arqueológico establece la distancia de seguridad para el Covid en 1,5 y en 2 metros:


Hasta ahora era normal encontrar contradicciones entre países, entre comunidades, y hasta entre distintos comercios de la misma Comunidad. ¡Pero en el mismo cartel!.

Y para terminar con las curiosidades, hemos visto muchas casas sin ascensor que tenían un cestito con una polea para subir la compra y otras cosas por el balcón, y no tener que cargar con ella por la escalera:


Bueno, pues sin más que contar de hoy, deciros que mañana se incorpora mi amigo Juan a la tripulación, que me ayudará a llevar el Corto Maltés hasta Rimini. Allí volveré a encontrarme con Ana dentro de 15 días para llegar a Venecia, la etapa mítica de este viaje. Y que nuestra primera etapa, el domingo, posiblemente sea hasta un puerto con un nombre curioso, Monopoli.

Con cuidado, navegantes.

jueves, 12 de agosto de 2021

Un timón de 68 metros.

 Hola navegantes.

Hoy hemos dedicado el día a conocer Brindisi, y además con la visita inesperada de la familia de mi sobrina Alicia, que este año no ha podido acompañarme en la navegación.

De todo lo que hemos visto destaco el final de la Via Apia, que unía Roma con Brindisi, con unas escaleras monumentales y una de las dos columnas que las adornaban. Está restaurada y el capitel original está a pocos metros, en la oficina de turismo.



Hace tanto calor que a esta ola de calor la han bautizado "Lucifer". No me extraña. Aquí los bancos los tienen protegidos con cartones, para no quemarte el culo.


En un museo me enteré de por qué el escudo de Brindisi lleva un ciervo:


Es porque desde el aire su bahía recuerda la silueta de la cabeza y la cornamenta de un ciervo:

En el escudo han añadido las dos columnas de la Vía Apia.

Y lo más emocionante, el monumento a los marinos italianos:

Es una torre de hormigón de 68 metros de alto, que imita la forma del timón de un barco. Se construyó en un año, entre 1.932 y 33, para homenajear a los marinos muertos en la primera guerra mundial, y luego se extendió a los de la segunda (6.000 y 34.000 respectivamente), cuyos nombres están grabados en una cripta. 


Se puede subir a su parte más alta, donde hay una terraza con vistas panorámicas de toda la ciudad:



En 1.955 se colocó una estatua de la Virgen en la muesca donde se encajaría la supuesta caña del gigantesco timón:


Toda la visita con fotos antiguas de cuando se construyó el monumento, y con objetos personales de algunos de los fallecidos. Todo muy emotivo.

Con cuidado, navegantes.


miércoles, 11 de agosto de 2021

Miguel y yo, a la mili.

 Hola navegantes.

Como Miguel y yo fuimos objetores de conciencia, hoy parecía que los militares nos querían recuperar. Luego lo veréis.

Ayer salimos de Otranto con un vientazo del NW, justo de morro, con el tormentín y la mayor rizada. En el siguiente puerto, San Foca, a 10 millas, no tenían atraque pero me dijeron que llamara por la tarde por si acaso. Así que salimos preparados para otra noche de mar y alcanzar Brindisi, a 40 millas, que con los bordos se convertirían en 80.

A lo largo del día se fue calmando el viento y nosotros aumentando la superficie vélica. A las 17 horas llegamos a San Foca comprobando que para avanzar esas 10 millas nos habíamos hecho 20, confirmando el pronóstico para el resto de la noche, y sobre todo para hoy, que empeoraba (NW fuerza 5-6). Paramos allí para bañarnos y preparar la cena en un fondeo tranquilo, a sotavento de su escollera, y luego afrontar la noche más descansados. Y menos mal que lo hicimos.

La noche en sí fue tranquila. Primero se calmó el viento y luego salió un terral del SW que nos permitió hacer la mayor parte de la noche a vela. 

La primera presencia militar fue a eso de las 23 h. que entramos en un campo de tiro. No habíamos escuchado avisos a los navegantes anunciando que hoy lo fueran a utilizar, y pasamos confiados. Pues cuando íbamos por la mitad empezamos a oír detonaciones en varios puntos de la costa. Muertos de miedo terminamos comprobando que eran fuegos artificiales, por una celebración que no hemos encontrado, pues el ferragosto es el día 15.

A eso de la 1 de la madrugada, estando yo de guardia, veo acercarse a una patrullera a la velocidad del relámpago. Como es habitual venían con un foco que te enchufan a la cara para deslumbrarte. Iluminé mi vela para que me vieran mejor, y retiré la línea de vida que arrastro por la popa para que no se trabara en su hélice, ya que se colocaron a mi popa. Me preguntaron si era italiano, de donde venía y a dónde iba, que qué llevaba en la cuerda de la popa que había retirado, y que si iba solo. Después de completar el interrogatorio de barco a barco me dijeron que despertara a Miguel para verle la pinta. Con todos los trámites completados se marcharon como habían venido, desapareciendo en la oscuridad en pocos segundos. Por lo menos no nos hicieron una inspección en plena noche, y no nos reclutaron.

Cuando ya nos faltaba sólo una hora para Brindisi, se adelantó el anunciado viento del NW, y nos pasamos no una sino 4 horas dando bordos contra un vientazo de fuerza 5-6 que no quería dejarnos pasar, agravado porque teníamos que respetar el dispositivo de separación de tráfico de los mercantes, y esquivando ferries, que tienen preferencia. Con la mayor rizada y el Génova reducido a la mitad, y habiendo dormido sólo 2-3 horas, no se me ocurre nada mejor para definir un purgatorio.


Pero llegamos bien contentos, porque si hubiéramos dormido en Otranto o en San Foca es seguro que hoy no habríamos pasado, y allí tampoco teníamos donde habernos quedado. Lo peor de la navegación de este verano está siendo el rollo de encontrar atraque. Nunca lo hubiera imaginado, y me está impidiendo disfrutar a tope de lo que me gusta. Ahora me dicen que de Brindisi hacia el Norte no tendré problemas, ya que en esta zona la saturación se debe a los que van a Grecia, que toman los puertos italianos del Sur del Adriático como punto de partida para el salto. Pero algo parecido me dijeron más atrás, y se repitió.

En cualquier caso hemos llegado a Brindisi 2 días antes, pues el cambio de tripulación lo hacemos el sábado. Aquí los castillos de su entrada, que aprovecharemos para conocer bien estos días:



Nos hemos quedado en el Cantiere Navale Bálsamo, en pocas palabras lo más cutre de este viaje. Las "marinas" en Italia solo tiene de Marina el nombre. Algunas no tienen ni aseos ni duchas, y cobran sólo por un puesto en el muelle. La de hoy es un astillero que además alquila plazas de amarre. Al salir del pantalán caes en el área de carenado, llena de suciedad, motores, cubos de aceite, olor a patente, etc. La única ducha y retrete es la de los obreros del astillero, y no tiene ni un bar o cafetería. Y por eso cobran 30 euros al día. Un pecado.

 Y para volver al tema militar, mientras entrábamos íbamos introduciéndonos en un tinglado de la marina lleno de barcos de guerra, gabarras, y finalmente una de las que se sumerge para coger en su interior un barco menor y transportarlo, un lúgubre augurio de lo que yo temía que quería hacer con el Corto Maltés.



La parte curiosa, que en mitad del agua aceitosa del astillero apareció una tortuga gigante pescando. Algo sorprendente. Al parecer se ha aclimatado y vive aquí desde hace años.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 9 de agosto de 2021

Lo tuvieron en cuenta.

 Hola navegantes.

Hoy salimos de Santa María di Leuca para empezar a ascender por el Adriático. El pronóstico era de viento muy flojito del Sur, pero de nuevo se equivocó y la realidad fue mejor: un Sureste de fuerza 3 que nos permitió hacer toda la etapa hasta Otranto (28 millas) a vela, con la mayor y el espinaker nuevo a entre 4 y 5 nudos todo el rato. Por cierto, el espinaker se porta fenomenal y, aunque es un poco menor que el anterior, sigue haciéndome ganar un nudo, que en la vela de crucero es muy significativo.

A media mañana despertamos a una tortuga gigante (como un metro y medio de caparazón) que estaba durmiendo en la superficie. La pasamos tan cerca que hasta un miope habría podido verla el blanco del ojo. Se desperezó un poco y se volvió a las profundidades sin despedirse.

Llegamos a Otranto sin plaza de atraque, y nos abarloamos primero a un velero que resultó incautado por la justicia y se acercó un policía a decirnos que allí no podíamos. Luego a un pesquero abandonado donde tampoco, lo primero porque el muelle comercial tiene una verja que seguro que cierran por la noche, y lo segundo porque cuando vuelven los pesqueros se abarloan allí.

Cuando ya nos íbamos, resignados, a fondear en la playa  y a no conocer Otranto, pasamos frente a la Liga Naval. El marinero nos dijo que lo sentía, pero que sus atraques son sólo para los socios de la Liga. Entonces le pregunté si no se podía hacer una excepción con dos que vienen desde España en un velero de 6 metros... nos preguntó la eslora y el calado ... y la hizo. Nos han dejado un pantalán justo bajo los muros del Castillo Aragonés, que llega hasta el mismo borde del mar:




Gracias chicos. Luego hemos ido a conocer Otranto y hemos cenado en una pizzería, porque hace un calor de muerte, como para ponerse a cocinar dentro del barco.

Aquí el Corto Maltés bajo la muralla  del Castillo Aragonés de Otranto:

Con cuidado, navegantes.

domingo, 8 de agosto de 2021

Por fin hacia el Norte.

 Hola navegantes.

Hoy salimos de Gallipoli con el temor de encontrarnos un viento del Sur justo de cara, de fuerza 5, que habría sido una lucha constante para avanzar. Pero hoy el pronóstico se equivocó a mejor, y solo fue de fuerza 3-4. Quiere decir que la primera mitad de la travesía, hacia el Sur, tuvimos que ceñir, pero la segunda mitad, hacia el Este, fue una galopada perfecta con el viento por el través, con el piloto automático, y Miguel y yo hablando de lo divino y de lo humano, y encima sin demasiado calor.

Por la mañana llamé a la marina de Santa María di Leuca para pedir atraque y me alegró mucho comprobar que vamos volviendo a las viejas costumbres. Me dijo que no tenía atraques libres, pero antes de que colgara le dije: "espera, tengo que decirte que el barco es de menos de 7 metros". "¡Ah!, entonces sí". Y aquí estamos, en el puerto de Santa María di Leuca, en la misma punta del tacón de Italia, donde termina el mar Jónico y empieza el Adriático.

La marina se aprovecha de su posición privilegiada para saltar a Grecia, y suele estar llena. Su característica principal es la escalera de Mussolini. Está justo detrás del puerto y se la ve perfectamente en la aproximación:


La mandó construir Mussolini, aquél dictador de no mucha monta, como un símbolo de la entrada imperial a Italia por el Sur, está rodeada de columnas y símbolos imperiales, y da acceso al faro desde el puerto. Tiene 272 escalones que me subí con la bici al hombro, para luego ganar tiempo bajando por la carretera.


Arriba está el faro que separa los dos mares:


De día la torre es blanca, pero de noche la iluminan con los colores de la bandera italiana en vertical.

Y se tiene una vista preciosa de todo el puerto, el pueblito, y encima me coincidió con la puesta de sol:



Delante de mí se extendía el Mar Adriático, que empezaremos a recorrer mañana, y lo miraba extasiado pensando las sorpresas y anécdotas que nos traerá su recorrido.

La proximidad de Grecia se ha concretado en que ya escuchamos por la radio VHF las conversaciones de los griegos. Estamos a escasas 50 millas de sus primeras islas. Igual que me pasó en Elba con la tentación de saltar a Córcega, aquí te asalta la tentación de dar un golpe de timón hacia estribor y acercarte a Grecia. Pero así no acabaríamos nunca. Porque a partir de mañana empezamos lo que podría considerarse la mitad del viaje: la vuelta a casa. En términos numéricos ya hemos hecho el 70 % de lo proyectado, 1.532 millas de las 2.175 previstas. Pero psicológicamente empezamos a tirar hacia el Norte, después de haber hecho Este por la costa francesa y el golfo de Génova, y Sur por la costa Oeste de Italia. Empezar a hacer Norte significa acercarse a Venecia, donde me reencontraré con Ana, al río Po, y desde allí a casa. 

Hoy he sacado del pañol de proa la guía Imray del Adriático y he guardado la "italian waters pilot". El cambio de libro es otro hito del viaje, porque también te acerca a casa.

Con cuidado, navegantes.

sábado, 7 de agosto de 2021

En el tacón de Italia.

 Hola navegantes.

Como dicen en los problemas de Capitán de Yate, "después de otros acaecimientos" hemos llegado a Gallipoli, en el tacón de la bota italiana. 


Después de varios intentos infructuosos por conseguir atraque en las marinas, nos hemos quedado en el muelle de pesca, en el puerto viejo, justo bajo el castillo.


Como veis en el cartel, está prohibido amarrar allí. Pero unos navegantes italianos que conocimos en Ciro Marina nos dijeron que este era el sitio, y un pescador local nos dio el teléfono de un tal Ferdinando, que es el que da el visto bueno para utilizarlo. Le explicamos nuestra situación y nos dijo que podíamos quedarnos, que no nos preocupamos por el cartel. Hemos intentado quedar con él para conocerle, y para que nos lo explicara, pero no ha sido posible.  Además cuando vinieron unos pescadores a trabajar con las redes que veis en la foto, hablé con ellos para ver si les estorbábamos y, después de decirme que no, me preguntaron que si había hablado con Ferdinando, y que si él me había dado el okey, estaba todo bien. Total, que nos vamos a ir sin conocer al influyente.

Aquí no tenemos ningún servicio pero el sitio creo que lo compensa. El principal problema ha sido conseguir hielo, porque al no tener electricidad no hay nevera y se nos iba a estropear la comida. Finalmente lo encontramos en un súper un poco alejado, y además una cafetería donde hemos tomado algunas granitas (granizados) nos ha guardado los frigolines en el congelador. 

En el muelle nos acompaña una familia de gatos que han hecho de esta esquina del muelle su residencia.


Hemos conocido Gallipoli, que como ciudad es muy bonita, con un castillo que llevaba dos siglos en ruinas y ha empezado a rehabilitar una asociación sociocultural de ciudadanos (Gallipoli Nostra) con independencia de la Administración:


Como siempre, el castillo fue un baluarte defensivo, cárcel, almacén de sal, cuartel, y luego se abandonó. En la siguiente foto el Corto Maltés visto desde una de las celdas del castillo, porque está justo sobre los atraques del puerto viejo:


La parte mala que, como en toda Italia, se tiene asumida la mierda como algo natural, se derrocha el plástico con descaro, todo acaba en el mar y al parecer no les importa tener la joya de la corona de esta costa con el mar así:



Mañana intentaremos llegar a Santa María di Leuca, y nos costará porque hay anunciado un viento del Sur (Siroco) de fuerza 5 que nos vendrá justo de cara. 

Con cuidado, navegantes.

jueves, 5 de agosto de 2021

Volvió el viento.

 Hola navegantes.

Ayer dedicamos la tarde, después de una buena siesta, a recorrer Crotone. Tiene poco que ver, un museo arqueológico y el Castillo de Carlos V, ese al que una periodista que no se sabía los números romanos llamó "Carlos Palito de España y Ustedes de Alemania". 


También me sorprendió ver una costumbre que había hace años en España, la de poner un muro al público con las esquelas de los fallecidos, para que se sepa en el pueblo. Lo hemos visto en muchos pueblos de Calabria y de Sicilia.


Y por fin hoy hemos tenido un día de auténtica vela. Salimos de Crotone sin prisa para una etapa corta hasta Ciro Marina. Y nos beneficiamos de un viento del Sur de fuerza 5, como el del estrecho de Mesina, que nos llevó la mitad del viaje a 5-6 nudos sólo con el génova. Luego roló al NE, con un poco menos de fuerza, y terminamos la navegación con las dos velas bien impelidas. Hoy el motor no se lució.

Ciro Marina es un puerto pesquero con algunas plazas para veleros deportivos. A los grandes los acomodan abarloados a los pesqueros (sin luz ni agua) pero a nosotros nos dieron plaza en un pantalán con agua, sin luz. Además al lado de una ferias. A mí normalmente no me importa no tener electricidad, pero en esta ola de calor es un suplicio. No podemos encender los ventiladores ni la neverita, los únicos lujos que tenemos en el Corto Maltés. Y al ir al edificio de las duchas, que en realidad es la ducha del marinero de guardia que te la deja, resulta que habían cortado el agua 3 días y no se acordó de decírnoslo. Nos duchamos con la manguera del pantalán.

Con tanta cutrería junta le insistimos al marinero que necesitábamos la electricidad para cargar la batería de cara a la etapa de mañana, y entonces se acordó que la farola del Puerto, que se enciende de 20.30 a 6.00, tiene la puerta de la caseta de su base forzada, y allí hay un enchufe. Por supuesto hemos cambiado el barco de sitio y hemos utilizado la farola. Ahora mismo estoy escribiendo debajo de un ventilador, con una bombilla de 220 sobre la cabeza, y escuchando el run run de la neverita. La buena vida. Aquí podéis ver nuestro paraíso y, a la derecha, la farola.


Si Crotone tenía poco que enseñar, Ciro Marina, por desgracia, menos. Andando por sus calles interiores casi nos chocamos con una bolsa de basura en levitación. Algún vecino ha encontrado la manera de bajar la basura sin tener que bajar a bajar la basura, ese compromiso tan incómodo de todos los atardeceres:


Lo gracioso es que le admitan el procedimiento, porque si cunde la costumbre va a ser divertido andar por la calle de noche.

Hasta mañana, navegantes.

miércoles, 4 de agosto de 2021

Otra paliza (nocturna)

 Hola navegantes.

Después de la paliza del día anterior, ayer nos las prometíamos tan felices con una etapa corta, hasta Puerto Badolato (20 millas). Nos levantamos tarde, anduvimos remoloneando, y cuando a punto de salir llamé  para pedir atraque, después de varios intentos infructuosos una voz me dijo que estaba cerrado. Le pregunté si era por la obstrucción de su entrada y sólo me repetía que estaba cerrado. Le pregunté a un italiano y me dijo que era por un problema legal relativo a su concesión. 

El siguiente problema fue que también el próximo puerto, Catanzaro, a unas 35 millas, estaba cerrado y por los mismos motivos. El puerto más cercano era Le Castella, a unas 50 millas, al otro extremo del enorme golfo de Squillace.

Con la hora que era nos resultaba imposible llegar a Le Castella de día, y además no contestaban al teléfono para preguntar si tenían marinero de guardia por la noche. 

Hice varias gestiones para intentar enterarme si los dos puertos cerrados por causas administrativas estaban físicamente abiertos. O sea, si seguían estando allí los pantalanes y era posible entrar, aunque no tuvieran ningún servicio, o si los habían cerrado con una cadena o similar. Si me hubieran dicho que estaban físicamente abiertos hubiera ido. Pero nadie parecía saberlo, y la chica de la marina de Rocella, un ejemplo de desinterés patológico, no me ayudó nada. 

Con esas dudas, y teniendo en cuenta que llegaríamos de noche, que la guía Imray ya advertía, cuando estaban abiertos, de la peligrosidad de entrar de noche, y que los dos tienen problemas de colmatación de arena que seguramente habían empeorado en los años que hayan estado cerrados, decidimos no ir. 

Entonces la única opción era llegar a Le Castella navegando toda la noche, y es lo que decidimos. Por si fuera poco, nada más salir nos vino un viento de cara, del NE, de fuerza 5, que nos obligó a dar bordos con la mayor en el primer rizo y el Génova parcialmente enrollado. Algo desesperante, porque cuando ya habíamos navegado 14 millas, unas 4 horas, sólo nos habíamos alejado de Rocella 7 millas. Hasta estuvimos valorando seriamente dar media vuelta, porque con ese vientazo ceñir 50 millas podía significar tener que navegar 100 millas, y justo el día que habíamos pensado descansar.

Por suerte pospusimos la decisión y el vientazo se calmó al mediodía, tanto que tuvimos que acabar la etapa, incluyendo la mayor parte de la noche, a motor. 

Al atardecer escuchamos por la radio una conversación entre un helicóptero de la Guardia Costera y una patrullera, que estaban detectando inmigración ilegal. Luego el helicóptero apareció en el cielo, dio alguna vueltas sobre nosotros... pero no les debimos parecer sospechosos, porque ni nos llamaron por la VHF.

Por cierto, la navegación nocturna me ha servido para recordar lo que es navegar con fresquito, algo que ya se me estaba olvidando. Además como la noche es tan larga, hemos podido avanzar un poco más de lo previsto y llegar a Crotone, 73 millas, porque a Le Castella hubiéramos llegado a las 4 o las 5 de la madrugada, con todo cerrado.

Para no contar sólo lo malo, aquí el amanecer que disfrutamos:

Con cuidado, navegantes.


lunes, 2 de agosto de 2021

Una paliza.

 Hola navegantes.

Esta noche ha sucedido algo sorprendente: ¡ha llovido!. Eso sí, una lluvia ridícula que se paró en cuanto volví a la cama después de recoger la ropa tendida. Por lo demás estábamos tan cansados que no nos ha despertado ni el tren que pasa a menos de 50 metros de la marina.

Teníamos pensado salir a media mañana para navegar por la noche hasta Rocella Ionica, una etapa de 62 millas, pero a las 6 había un viento tan extraordinario que cambiamos los planes. Era un viento del N de fuerza 5-6, perfecto para descender el estrecho de Mesina a propulsión. Y decidimos salir enseguida para aprovecharlo, no fuera que apareciera como ayer el Siroco y nos tocase bajar dando bordos justo en la etapa más larga del viaje. Más tarde otro navegante nos ha dicho que se midieron rachas de 33 nudos, que es fuerza 7.

Mientras nos preparábamos a toda prisa nos llamó un italiano desde la calle. Nos llamó "españoles" (habría visto nuestra bandera), dijo que él era amigo de todos los españoles y, después de preguntar cuántos estábamos a bordo, nos regaló dos cruasanes con su tarjeta de visita dentro. Es Saverio, un personaje del que hablan en la guía Imray, taxista y con un supermercado, que se esfuerza por facilitar la estancia a los navegantes de tránsito. Nos dio pena no poder aprovechar su hospitalidad, porque nos ofreció llevarnos gratis en su taxi hasta el supermercado, pero teníamos prisa por salir. Él mismo se hace una buena propaganda, porque tenía plastificada una fotocopia de la guía Imray donde hablan de él, subrayada con rotulador fosforito, y nos la enseñó en cuanto empezamos a hablar.

Nada más salir de puerto sacamos el Génova, y sólo con esa vela hacíamos más de 6 nudos, con algún pico de más de 7. A las dificultades habituales del estrecho se añadió que había dos hidroaviones cargando agua para los incendios, y teníamos que estar pendientes de sus amerizajes.

Pero al salir del estrecho de Mesina y tirar hacia el Este se acabó el viento y tuvimos que seguir a motor el largo tramo hasta el Cabo Spartivento. Es una costa baja y arenosa, que tiene como curiosidad el puerto condenado de Saline Jonice. Es como una advertencia para los otros puertos que hemos visitado que se van colmatando de arena poco a poco, y lo que puede pasarles si se abandonan. En la Guía Imray de 2015 ya advertían que su entrada era muy peligrosa por la acumulación de arena, y 6 años después en vez de puerto es como un pantano. Entre los espigones de entrada hay auténticas dunas de arena y, por supuesto, no se puede acceder. Supongo que han renunciado a recuperarlo. Lo que veis a la derecha era el espigón de estribor, y los norays están ahora a un metro de la arena, donde antes amarraban los pesqueros.

Aquí la foto del satélite:


Algunos otros puertos del Mar Jónico que visitaremos estos días tienen el mismo problema de colmatación y pueden terminar igual.

Y el resto del día fue con un viento escasísimo que nos hizo apoyarnos con el motor 8 de las 12 horas de la travesía de hoy. Una auténtica paliza, aunque como dicen los del surf, es mejor un mal día de mar que un buen día de trabajo. Y además es el primer día desde que salimos de Francia que vemos delfines. Una familia se nos acercó y se puso a jugar en nuestra proa.

Con cuidado, navegantes.

domingo, 1 de agosto de 2021

Sirocco en el Estrecho de Mesina.

 Hola navegantes.

Hoy salimos de Milazzo con intención de cruzar el estrecho de Mesina. Una etapa que me recordó la vuelta a Francia y las etapas de Normandía, en que lo que dictaba la planificación era la hora de la marea. Teníamos que estar en la boca Norte del estrecho hacia las 15.40 h, después de consultar las tablas de las corrientes y ver que a esa hora empezaba a tirar la corriente hacia el Sur, con un pico de 3,2 nudos.









Las grandes corrientes se producen por las diferentes horas de la marea en el Tirreno y en el Jónico, y en las tablas "montante" no significa que la marea sube sino que tira hacia el Norte, y "scendente" no significa que la marea baja sino que tira hacia el Sur. Las tablas de publican para cada mes del año, como en Cantabria las de mareas.

El pronóstico de viento era de muy flojito hasta el mediodía, y luego de componente Norte de fuerza 3, o sea perfecto para bajar el estrecho a favor del viento y la corriente.

Así que hicimos la primera mitad del viaje apoyados por el motor. Pero cuando llegamos a la boca Norte del estrecho lo que hubo fue un viento del SE, que aquí llaman "sirocco", inicialmente de fuerza 5 que nos obligó a rizar el Genova, y más tarde de fuerza 4. En la siguiente foto en la entrada del estrecho, frente a las torres que llevaban la electricidad a Sicilia hasta los años 90, en que se sustituyó por un cable submarino. Al fondo el Continente, en primer término Sicilia.



El Sirocco es un viento fuerte y racheado que viene desde el Sáhara. En origen es seco, pero al atravesar el Mediterráneo se carga de humedad y llega a Italia caliente y húmedo, incomodísimo, con mala visibilidad y nubes bajas. Por si fuera poco íbamos viendo el humo de los incendios de Sicilia, que están siendo noticia en los periódicos en esta ola de calor que nos azota. Más tarde, en la marina, nos seguiría llegando su olor aunque ya no lo viéramos.

Para cruzar al otro lado del estrecho hay que atravesar un dispositivo de separación de tráfico para mercantes y hay que notificar a los controladores tus intenciones. Les llamé por la radio cuando estábamos en la orilla siciliana cerca de Mesina, y me dijeron que podía pasar y que prestara muchas atención a los transbordadores. Una advertencia innecesaria porque ya íbamos pendientes de ellos, llegando a contar hasta 7 cruzando el estrecho por delante de nosotros, y teniendo que maniobrar para esquivarlos porque tienen preferencia. La parte buena, que en la aplicación "OnCourse", donde se ven todos los barcos que te rodean y si van a rumbo de colisión, fijaos cómo aparecía el Corto Maltés: más grande que los ferries de 4.000 toneladas que nos rodeaban. Con esa imagen cualquiera se viene arriba:


El grandote del centro es el Corto Maltés.

También vimos unos barcos curiosísimos que se usan para divisar el pescado (sobre todo atunes y peces espada) cuando atraviesa el estrecho en sus migraciones. Tienen una torre metálica más grande que el propio barco (las hay de 15 metros de alto) encima de la cual hay una silla desde donde el capitán otea el horizonte y a la vez dirige el barco. Naturalmente sólo pueden navegar en tiempo calmado. Al parecer el pez espada duerme en la superficie y le arponean antes de que se despierte. 


A última hora de la tarde llegamos a Regio Calabria, el último puerto antes de la larguísima etapa de mañana, 60 millas hasta Rocella Iónica. Justo en la entrada, y expuestos al tráfico de entrada y salida del gran puerto, el motor trabó el hilo de una nasa de pesca y se paró. Tuvimos que sacar el fueraborda a lo me cago en diez, cortar el hilo, volver a instalarlo, y todo ello cruzando los dedos para que el viento no nos llevará contra las rocas ni le diera por salir en ese momento a un transbordador. Por suerte todo salió bien, y aquí podéis ver al culpable:



Es increíble que alguien ponga "eso" a la entrada de un puerto, pero es que hay muchos egoístas que hacen lo que les sale de la peineta, como si los demás humanos no existieran.

Con cuidado, navegantes.