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viernes, 31 de enero de 2025

Falleció el segundo de los gemelos aventureros.

Hola navegantes. 

Hace tres años os hablé de los hermanos Berque (Maximilien y Emmanuel), dos gemelos aventureros, y de las implicaciones de sus decisiones vitales tomadas en la juventud. Uno de ellos (Maximilien) acababa de fallecer, y su hermano lo anunciaba así a quemarropa el día siguiente: "desde ayer ya no soy gemelo".

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 Por desgracia acaba de fallecer el segundo hermano, el 7 de diciembre, a los 74 años de edad. No teniendo más que añadir a lo que os dije entonces, sólo comparto esta foto de su segunda travesía del Atlántico, esta vez en una piragua polinesia con balancín, sin instrumentos de ningún tipo y guiados sólo por las estrellas. Se situaron en la latitud de la isla Désiderade, junto a Guadalupe, y atravesaron el Océano sin abandonar esa latitud, manteniéndose en ella por la observación de las constelaciones. Fijaos en la precariedad de sus medios, en el pelo rígido embadurnado de sal que parece un sombrero, y que en vez de chaleco con arnés están sujetos por un cabo en torno a la cintura.

Todo lo que en la foto se ve debajo de sus pies es "el barco". Se pasaron casi todo el viaje con las sandalias cangrejeras y con el pescanova cerrado con cinta americana en las muñecas y los tobillos para no mojarse, y comiendo gofio canario con latas de sardinas. Me quito el cráneo. Aquí podéis ver la película de aquella travesía en la piragua polinesia, proyectada en un festival de cine en 2022 (en francés subtitulada en inglés):

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 Y aquí las respuestas de Emmanuel a las preguntas del público después de la proyección de la película (en francés):

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En la siguiente foto, con su aspecto hippie a los 72 años: 

Y en la siguiente, ahora que se han ido los dos, un recuerdo nostálgico de cuando nacieron:

 

Para consolarnos vamos a pensar en esa frase de la navegante Nicole Van De Kerchove (fallecida en 2008): "Los marinos no mueren, se reencuentran detrás del horizonte; no se les ve, pero siguen estando allí". Ella misma fue una navegante de las heroicas, que dio la vuelta al mundo en un velero de 9 metros cuando tenía 20 años, que contó en el libro "Siete veces la vuelta al sol", y más tarde hizo una navegación a la Tierra de Fuego con su hija preadolescente, en el mismo barquito e invernando allí. Igual otro día os hablo de ella. Ya sé que es una frase que no consolaría ni a un niño, pero es bonito oírla. Como esta otra de Edgar Allan Poe que cierra la película de los hermanos Berque: "Los que sueñan de día siempre tienen una ventaja sobre los que sólo sueñan de noche".

Descanse en paz Emmanuel.

miércoles, 29 de enero de 2025

Con su estandarte.

Hola navegantes. 

 En estos años de navegaciones lejanas con el Corto Maltés he ido guardando como recuerdo las banderas o estandartes reglamentarios que ha llevado el barco. Han estado sobre mi cabeza en las interminable horas nocturnas en que sondaba con los ojos un horizonte oscuro, o en las también interminables de pasar calor a la hora en que las sombras son casi nulas. Naturalmente han acabado los viajes muy deterioradas y con un aspecto de veteranía que las hace tiernamente atractivas. 


 En otra entrada os expliqué las banderas reglamentarias que hay que llevar al navegar:

Clic aquí.

 Para que tengáis un recuerdo de mi barco al leer uno de los libros con sus aventuras, a las próximas seis personas que me encarguen un libro dedicado les regalaré una de las banderas. Podéis pedírmelos en el correo alvarogaledo@gmail.com.

  Con cuidado, navegantes.

miércoles, 22 de enero de 2025

Michel Mermod, de la vela a la acción humanitaria.

Hola navegantes. 

 Michel Mermod es otro icono, uno de aquellos pioneros de la vela que dieron la vuelta al  mundo en veleros pequeños y en condiciones muy precarias. De nacionalidad suiza, un país sin acceso al mar y que ha hecho tópica la burla de los "marinos suizos", fue el decimosexto hombre que dio una vuelta al mundo a vela en solitario, entre los años 1961 y 1966, y el primero de nacionalidad suiza, lo que le ha hecho allí tan famoso como a Guillermo Tell aunque a nosotros no nos suene ni de oídas.

 Huérfano a muy corta edad y criado primero por sus abuelos y luego por unos tíos, desde pequeño adquirió el gusto por la soledad, el descubrimiento del  mundo y de los otros hombres y culturas. Su primer viaje, con 21 años, fue combinando el autoestop y la canoa desde Alaska a la Tierra de fuego, incluyendo un recorrido de 5.000 km. en canoa por Canadá y un descenso del Amazonas en piragua.

 En 1961, con 25 años, encontrándose en Perú deseaba llegar a las islas del Pacífico y su primer intento fue con una balsa. Por suerte otro navegante que ya lo había hecho le convenció de no hacerlo debido al riesgo que asumía, y después da haber pasado dos meses en la selva recogiendo troncos de balsa y haberlos trasportado a Lima, abandonó el proyecto y quedó arruinado.

 Pasó entonces a buscar un  velero para el intento. Consiguió un casco de madera abandonado, de 7,8 metros de eslora y 2,6 de manga, una vieja barcaza pensada para la caza de ballenas, no para ser un velero:

 

y lo convirtió en velero con sus propias manos. Le añadió una quilla corrida, reforzó el casco, lo lastró con cemento, le añadió un palo, y construyó una cabina y unos interiores donde tratar de comer o de dormir era como intentar acomodarse sobre las llamas de una hoguera. Pero era "su" barco, le bautizó "Genève" en honor a su país, y desde las primeras pruebas de mar quedó de manifiesto que era pesado y lento, que no remontaba el viento mejor que el humo, pero bastante seguro para lo que intentaba:

 Para sufragarlo recurrió a los más variados trabajos, y a un concurso televisivo en el que tenía que ser capaz de avanzar 8 metros en línea recta rodando sobre un barril sin tocar el suelo, y encerrarse en una jaula con tres leones. Finalmente partió para el gran azul desde El Callao (Perú) el 4-11-1961 escapando de la policía, que no le había dado permiso para echarse al mar con semejante "barco". Por cierto, aunque tenía un pequeño motor de gasolina de 5 CV, en la práctica es como si no lo hubiera tenido porque se pasó casi toda la vuelta al mundo estropeado. Las entradas y salidas de los puertos las hacía "a la godille" (cinglando con un solo remo por la popa) o pidiendo remolque.

Su circunnavegación le llevó 5 años, y fue un poco atípica porque el continente americano no lo atravesó con el velero ni por Panamá ni por Hornos (lo había atravesado en la piragua por el Amazonas) y porque al llegar a Nueva Caledonia se desvió hacia el Norte para recorrer Filipinas e Indonesia:

 Todo su viaje estuvo marcado por la precariedad de los medios y una pobreza casi bíblica. Entre las anécdotas, cómo se libró de una plaga de cucarachas adoptando y embarcando un lagarto que se las comió todas, sus intentos para dejar de fumar, o sus métodos para librarse de las novias con las que querían casarle en distintas escalas. Sufrió varios temporales en los que tuvo que ponerse a la capa o a la fuga, y distintas averías del piloto de viento que le obligaron a a pilotar a mano durante varios días sin poder dormir, y varias roturas de velas que tuvo que recoser (e incluso hacerse una vela mayor nueva) en el reducido espacio de la camareta. Y entre los problemas crónicos, los fallos del calafateado del casco y la cubierta, que le hicieron estar casi toda la vuelta al mundo achicando la sentina y secando los libros, la ropa y la cama. Un problema más de los barcos de madera. Siempre que veo un precioso barco antiguo de madera barnizado y reluciente digo que yo no lo quiero ni regalado, y es la pura verdad.

Michel era un auténtico "carbonero", apelativo que daban los marinos antiguos a los navegantes que atraían los cielos negros. No he leído ninguna otra vuelta al mundo con tantos huracanes y tormentas. Pues después de haber salido victorioso de varios tifones en las aguas de Filipinas, en el Océano Indico y en el canal de  Mozambique, el vuelco definitivo se produjo en el Mediterráneo, faltándole pocos días para llegar a Francia. Fue un golpe de mistral que le volcó el barco, y aunque se enderezó ya quedó tocado, inundado, habiendo perdido gran parte de su material y con distintas heridas. Aun así consiguió llegar con sus propios medios hasta Hyères, donde terminó su viaje el 2-12-1966 entre tormentas de nieve.

Toda su aventura la contó en un libro, que he conseguido de segunda mano en Internet:

El Genève fue adquirido por un museo para ser expuesto, aunque la falta de mantenimiento estando a la intemperie acabó por destruirlo, y creo que ya no se conserva. Lo mismo que está pasando con la balsa y las carabelas de Vital Alsar en Santander (los troncos de la balsa se pudrieron, los de ahora son de fibra de vidrio, y a las carabelas se les han caído los palos).

De vuelta a Suiza pasó 4 años en la universidad para hacer las carreras de Sociología y Antropología, escribió su libro, conoció a su actual mujer, Viviane, y juntos construyeron un velero más grande, el "Oudioux", para dar una segunda vuelta al mundo. Lo más interesante de la segunda es comprender su enorme desengaño al recorrer los mismos lugares unos años después, que les llevaron a dejar de navegar y a dedicarse a la ayuda humanitaria en distintas crisis y países. Pero de eso os hablaré otro día, cuando me haya leído su segundo libro, donde lo cuenta.

Mientras tanto podéis escuchar esta entrevista sobre su vida (en francés):

Clic aquí

Con cuidado, navegantes.

lunes, 20 de enero de 2025

El final de la Vendée Globe.

Hola navegantes. 

 Ahora que los primeros de la Vendée Globe han llegado al final de su vuelta al mundo (en 64 días) traigo para el recuerdo al ganador de la primera vuelta al mundo a vela en solitario y sin escalas. Era el año 1968, el de los hippies, de la revolución de mayo del 68, el año anterior a llegar el hombre a la luna, y ni siquiera se sabía si era posible hacer esa vuelta al mundo a vela. De hecho se apuntaron 9 barcos y sólo uno consiguió volver a Europa, el Suhaili, de Robin Knox-Johnston, que se convirtió en el primer hombre en lograr esa hazaña. Hace unos años Robin estuvo en el Sail In Festival de Bilbao y pude regalarle la dibufirma de su velero, el Suhaili, que creo que le emocionó recibir. Tengo este recuerdo precioso con Robin en Bilbao en 2016:

 

Y esta es la dibufirma de su velero:


A cambio me dedicó su libro, donde cuenta aquella circunnavegación:

 

 Robin tiene ya 85 años y sigue navegando en el mismo barco. Es de madera y lo construyó él mismo en La India, bautizándolo como un viento del Suroeste que azota el Golfo Pérsico. Después de la Golden Globe este británico, bruto como una res, recorrió el planeta muchas veces, y dio su última vuelta al mundo con 67 años. En la Golden Globe de 1968 tardó más de 10 meses en comerse las 25.000 millas de la vuelta al planeta, navegando entre salpicaduras de espuma como si el mar fumara. Entonces fue un récord, pero para que veáis cómo han evolucionado los barcos basta con compararlo con los 64 días de la regata que finaliza ahora. Claro que ahora en vez de por el agua lo hacen por el aire, y en barcos que cuestan decenas de millones de euros. Así cualquiera.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 15 de enero de 2025

Venta de velerito cabinado First 18.

Hola navegantes. 

Con motivo de un cambio de atraque para mi Tonic 23, vendo un First 18 que ocupaba el atraque. Se trata de un velero del astillero francés Beneteau del que se construyeron en los años 80 unos mil ejemplares. El mío es de 1979, el modelo de orza fija (calado 78 cm) con una eslora de 5,50 metros y una manga de 2,35 metros. Está exento de pasar revisiones debido a ser menor de 6 metros, y puede transportarse en remolque por carretera sin permisos ni convoyes especiales..

Es un barco muy marinero, de construcción robusta y de gobierno sencillo y fino, estable, con buena bañera y mucha manga, que evita la escora. Hemos estado tres adultos de pie en la misma borda sin que el barco se escore.

 Para que os hagáis idea de las capacidades marineras del barco, el dueño anterior lo trajo navegando desde Bretaña a Santander a rumbo directo, atravesando el Golfo de Vizcaya.

Tiene mayor con funda, génova enrollable con banda de protección solar, y espinaker con su tangón (las tres en muy buen estado). La mayor y el génova anteriores se han conservado como repuesto de emergencia.

El motor es un fueraborda Mariner 5 HP de dos tiempos, eje largo, con depósito interior y exterior, recién revisado en el concesionario oficial. Tiene también un jerrican de 10 litros para rellenar el depósito principal.

Tiene dos líneas de fondeo, una en proa y otra en popa, con las cadenas y los cabos sin estrenar. Polea para el ancla de proa añadida.

El interior tiene cama para cuatro personas, una mesa desmontable, y una cocinita con cardan que se sujeta en el puntal del palo.

 Tiene dos tapas de la puerta de entrada a la camareta, para poder dejar una puesta mientras se barniza la otra, y que no quede el barco abierto. También tiene recambio para los pasamanos de madera de la cubierta, con el mismo objetivo.

Tiene luces de navegación, VHF portátil, y también sonda y corredera pero éstas dos últimas no funcionan. Igualmente los chalecos salvavidas, un cojín flotante homologado para salvamento, y las bengalas.

En el verano de 2022 se pulió el casco y la cubierta. Actualmente está en seco en Santander con la patente quitada para ver la obra viva y comprobar que no tiene ósmosis. Se entregará con la patente recién dada.

El precio es de 3.500 euros. El barco está en Santander. Podéis llamarme al 618 240 646 para más detalles.

 

 

 


 








 




miércoles, 8 de enero de 2025

Nuevos empalmes de los bornes de la batería.

Hola navegantes. 

 Empalmar y desempalmar los bornes de la batería del barco suele ser incómodo y con un pequeño riesgo. Incómodo porque suele estar en sitios inaccesibles, donde hay que retorcerse para llegar, y porque a veces la batería está en un sitio tan estrecho que no hay espacio para el giro de la llave llana, y hay que sacarla de su acomodo para soltar los bornes. Y con un pequeño riesgo porque la llave fija que usas para soltar las tuercas puede tocar el otro polo de la batería, y hacer un cortocircuito que funda el fusible principal y todo el barco se quede sin electricidad. Aunque esa operación se hace pocas veces, se agradece un sistema de empalme y desempalme rápido.

Santa Claus me ha traído también unos empalmes rápidos que se basan en el mismo sistema de apriete que las ruedas o las tijas del sillín y del manillar de las bicis:

 Es un collar que se aprieta con una palanca que actúa sobre una base excéntrica, y lo aprieta en un segundo. Las palancas son de aluminio, y la base lleva 4 contactos en cada polo para insertar allí los distintos cables, apretándose con una llave Allen.

Aquí veis el acomodo de mi batería y los empalmes anteriores:


 En una entrada anterior os comenté la gestión de la electricidad en el Corto Maltés, y por qué para la navegación a Londres (con poca insolación sobre los paneles) necesité cambiar a una batería más grande:

Clic aquí.

 Pero claro, esa batería más grande es más difícil de manejar, y en la foto anterior podéis ver que en el empalme del positivo (abajo) no hay espacio para el giro de la llave llana. Por eso he tenido que sacar la batería sólo para aflojar la tuerca del positivo. Casi media hora con la espalda doblada para quitar los bornes, y la cantidad de paciencia necesaria como para ser pescador. No quiero ni pensar en esa  maniobra en un caso de urgencia, por ejemplo en una inundación que quiera poner la batería más arriba, o que empiece a echar humo y quiera sacarla a la bañera.

Aquí veis cómo ha quedado con los empalmes nuevos:



Ahora se sueltan en un segundo cada uno con un simple giro de muñeca, sin necesidad de ninguna llave. Un gran adelanto cuando tenga que hacer cualquier mantenimiento, sacarla del barco, o en las emergencias.

Con cuidado, navegantes.

martes, 7 de enero de 2025

Nueva tapa del tambucho.

Hola navegantes. 

 Hace tres años cambié la tapa del tambucho de polietileno por una de madera, confiando en su menor peso y en su mejor aspecto estético, y sobre todo porque la de polietileno de había agrietado y me daba miedo que se me rompiera en un viaje (clic aquí). Compré sólo el recorte de contrachapado marino, y como soy cabezota tuve la mala idea de hacer yo mismo lo demás, y así me ha ido. La barnicé con brocha y con un barniz estándar, instalé la rejilla y la cerradura, y en tres años se ha deteriorado, se ha levantado el barniz en algunos sitios y al retocarlo ha quedado con brochazos de distintos colores y grosores:


Aunque en general no me importa que mi barco tenga un aspecto un poco cutrillo para disuadir a los ladrones cuando navego por el extranjero, que aterrizo en puertos que no conozco de nada, esa tapa estaba pidiendo a gritos una renovación. Tened en cuenta que en Santander atraco con la popa al Sur, y la tapa recibe el sol de forma permanente. Habría tenido que desarmarla, lijarla hasta la madera y empezar desde cero. O sea, unos días de trabajo en que el barco se habría quedado abierto, porque la anterior tapa de polietileno se la regalé a un amigo que también tiene un Tonic 23, y pretende ahuecarla para hacer una mosquitera. Así que he pedido a Santa Claus una tapa nueva, pero esta vez hecha por un profesional, que me ha entregado una tapa niquelada y no he tenido que apretarme la correa: por sólo 80 euros.


Teniendo en cuenta que sólo la madera de contrachapado de la anterior me costó 30 €, no me parece mucho la diferencia hasta los 80 € por las horas de mano de obra que habrá necesitado, y teniendo en cuenta que me consiguió el recorte exacto del taller de un amigo sin tener que encargarme, y cobrarme, el tablero entero. Tiene muchas capas de barniz marino y aplicado con pistola. Es de justicia agradecer el trabajo tan bien hecho a la carpintería Garmendia. Gracias, Fonso.

Me guardaré la vieja como recambio para cuando, inevitablemente, tenga que volver a barnizar la que coloco ahora.

Con cuidado, navegantes.

sábado, 4 de enero de 2025

Resultado del bajocolchón.

Hola navegantes. 

 Hace unos días os conté que había instalado un bajocolchón en las camas que usamos habitualmente, para evitar la condensación:

 Clic aquí.

 Estas fiestas hemos dormido algún día en el barco y puedo comentaros el resultado preliminar. La condensación ha disminuido mucho, aunque ha persistido un ligero tacto húmedo en la tela bajera de la funda, la que toca con la madera. Yo había recortado el bajocolchón un poco más pequeño que el colchón, para que no sobresaliera y no se viera por los bordes:


Para intentar mejorar la ventilación, voy a dejar el bajocolchón sobresaliendo unos centímetros cuando nos vayamos a dormir, de manera que a su través haya comunicación entre la parte inferior del colchón y el habitáculo, esperando que mejore la circulación de aire  y disminuya más aún la condensación, hasta evitarla por completo:


Cuando lo probemos en condiciones reales os contaré si mejora. Ya tengo ganas de ver desaparecer ese color verde cardenillo de mis colchonetas, y no tener que ponerlas a ventilar todas las mañanas.

Con cuidado, navegantes.