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lunes, 30 de diciembre de 2024

Centrar y descender los pesos.

Hola navegantes. 

 En otra entrada os expliqué los 3 movimientos que afectan a un barco navegando por el mar: el balanceo, el cabeceo y el cuchareo:

 Clic aquí.

Los tres nos interesa disminuirlos para evitar el mareo de los tripulantes y para que el velero navegue mejor, clavando menos la proa en las olas. 

 La mejor manera de hacerlo es centrando y descendiendo los pesos del barco, o sea, su centro de gravedad. Para eso hay que acumular el mayor peso posible en el centro de la eslora y de la manga (cerca de la base del palo) y lo más bajo posible, o sea, en la sentina. Muchos navegantes, al empezar una travesía larga, sacan el ancla y la cadena del pozo de anclas y las amarran en la sentina o en la base del palo dentro de la camareta. Quitar peso de la proa es la mejor opción para que no se clave en las olas. Y algunos incluso quitan el fueraborda de la popa y lo amarran en el suelo de la camareta, junto al palo, lo que para mí ya es un riesgo innecesario por lo que tardas en tenerlo operativo en caso de peligro. Hace años se publicó en Voiles et Voiliers el caso de un velero que quitó el fueraborda para participar en una regata en la bahía de San Francisco. A la vuelta se estrelló con un pilar del Golden Gate porque le arrastró la marea y no le dio tiempo a colocar el motor. El barco se hundió y los tripulantes fueron rescatados por los surfistas. No falleció nadie, pero menudo resultado por ganar una décimas o centésimas de nudo en la regata.

 Yo, en el Corto Maltés, tengo la sentina de la parte central del barco con cabos plomados y cadenas de repuesto:

 

Los cabos plomados llevan una mena de plomo y pesan casi tanto como la cadena. Se usan para amarrar las anclas de aluminio ultraligeras, para que el cabo haga más catenaria que un cabo normal, se pegue más al fondo y el ancla trabaje en horizontal.. Es la recomendación estándar para las anclas ligeras.

 Como detalle, todo el peso lo llevo en la sentina de babor, y la de estribor está vacía. Para que los pesos no se corran al navegar, las he separado con unos topes de porespán:

¿Que por qué?. Porque el Tonic 23 tiene una ligera tendencia a asentarse en el agua escorado a estribor. Podéis verlo en la siguiente foto, en mi atraque bajo el típico cielo de un color azul perturbador de Santander, si os fijáis en la verticalidad del palo y la horizontalidad de las crucetas respecto a la línea del muelle de detrás (se nota poco precisamente porque lo tengo corregido con el peso en la sentina, sin corregir es más evidente):


Les pasa a muchos veleros y perded cuidado porque no es un inconveniente para navegar, ya que la escora debida al viento y el equilibrio con el peso de los tripulantes lo corrige sin ningún problema. Os lo conté aquí:

 Clic aquí.

 Suele deberse a pequeñas diferencias de peso en cada banda, y algunos astilleros lo corrigen insertando un peso de plomo escondido en alguna parte poco accesible de la camareta. En el caso del Tonic 23 se debe a que en estribor está situado el fueraborda, el depósito de gasolina, el cofre más grande (donde yo llevo dos bicis y  muchos repuestos que pesan, como los bidones accesorios de gasolina o el escandallo) la batería, el retrete, y los mamparos del cuarto de baño que no existen en babor. Esa tendencia a escorar hacia estribor me la han comentado muchos propietarios, o sea que no es un defecto de mi barco sino una característica estructural del modelo.

Por lo tanto, si podéis aprovechad la sentina del centro del barco para acumular los objetos más pesados. Convertiréis el saber libresco de física y mates en algo práctico para vosotros, porque la navegación será más cómoda y segura.

Con cuidado, navegantes.

viernes, 27 de diciembre de 2024

Para Reyes.

Hola navegantes. 

 Para que no os quedéis despachurrados con la cuesta de enero, hasta el día de Reyes os ofrezco dos de mis libros por el precio de uno. Y dedicados con una dibufirma de vuestro barco, como ésta, del Tonic 23 "FELO 2":

 o si no, de la persona a la que se lo vais a regalar, como ésta de Alicia:

 

Tenéis que escribirme a alvarogaledo@gmail.com. Un saludo.

domingo, 22 de diciembre de 2024

In memoriam.

En recuerdo de mi hermano Jesús, que falleció hace 34 años con la moto. 



viernes, 20 de diciembre de 2024

Reutilizar riñoneras y bandoleras.

Hola navegantes. 

En los veleros pequeños siempre nos falta sitio de estiba. Y si no tienes cuidado acabas los viajes como estarían las cosas antes de la creación, cuando reinaba el caos. Para tener siempre cada cosa en su sitio y a ser posible bien a mano, nosotros reutilizamos las riñoneras y bandoleras viejas para atornillarlas en los mamparos y tener los objetos pequeños a mano. Por ejemplo entrando a la camareta, a estribor y junto a la mesa de cartas, una riñonera para linternas y navajas:

 

Debajo del tambucho de entrada, una bandolera grande para los teléfonos móviles, prismáticos y objetos varios, y una pequeña para el compás de marcaciones, el anemómetro de mano y la navaja multiherramientas:

Esa posición nos permite acceder desde la bañera sin tener que entrar a la cabina, y están protegidas de la lluvia por un reborde y siempre a mano.

En el mamparo sobre la mesa de cartas, una pequeña para el GPS portátil y la cámara de fotos:

 También tenemos allí un gafero para mis gafas:

 

 Y junto a la cocinita, una banda recortada de otra riñonera para las gafas del acompañante:

 

Entrando a la camareta, a estribor de la escalera, una para la manivela del winchi:

También se llega a ella desde la bañera, con la seguridad de que nunca nos olvidamos la manivela fuera cuando llegamos a puerto.

 En todos los casos hemos quitado las cintas de colgar y sólo la bolsa la hemos atornillado a las maderas de los mamparos.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

La guillotina horizontal.

Hola navegantes. 

 Aquí la veis: el foil de barlovento de uno de los veleros de la Copa América, rozando la superficie del agua como una espada lanzada a 40 o 50 nudos y con el barco (y su timón) fuera del agua:

El más pequeño tropiezo, como un desvente o role del viento, o el seno de una ola en que el pequeño resto de timón quede en el aire, y el barco sigue lanzado sin control, con su guillotina capaz de cortar a otro barco, o a un ser humano, por la mitad.

 Lo peor no son los que se lanzan en esos engendros a dar la vuelta al mundo sin utilizar el pasaporte, como los de la Vendée Globe (al final sólo se juegan su vida porque por esas latitudes, donde aparte de mal tiempo no hay nada más, ya no navega nadie) sino los que entrenan y regatean entre los demás barcos. ¿Os imagináis que dejaran circular a los Fórmula 1 por las carreteras nacionales, a su velocidad de circuito, con esa cuchilla sobresaliendo cuatro o cinco metros de la carrocería y con la dirección mal ajustada?. Pues en la náutica se permite. De hecho, hace una o dos temporadas estuvieron entrenando en el Mar Menor. Yo me he cruzado con alguno de esos entrenando en las costas de Francia, y desde que aparecen en el horizonte me echo a temblar y me alejo de su camino sin esperar a ver quién tiene la preferencia. Me han dicho que otros rezan una jaculatoria, porque van tan deprisa que si empiezan un padrenuestro lo tienen encima antes de terminarlo.

El otro foil va a la misma velocidad pero por debajo del agua, y ese amenaza a la fauna marina. Con el agravante de que en el epitafio de la ballena, delfín, pez luna o tortuga van a identificarlo como OFNI (objeto flotante no identificado) aludiendo más a un contenedor semisumergido que a un animal. Y encima van a echarle la culpa de haber roto el barco. Aunque eso ya está cambiando, porque en la jerga de la navegación de altura han empezado a usar la sigla benevolente OANI (objeto o animal no identificado) que se ajusta más a la realidad, porque hay muchísimos más cetáceos y tortugas durmiendo en superficie que contenedores en el mar.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 16 de diciembre de 2024

Un bajocolchón contra la condensación.

Hola navegantes. 

Los que vivimos unos meses al año en el ambiente cabañero  de un velero pequeño nos damos cuenta de algunos problemas que los que sólo sacan el barco por el día no aprecian. Uno de ellos es la condensación debajo del colchón. 

El calor del cuerpo de la persona que está durmiendo produce una condensación entre la colchoneta y la tabla donde se apoya (ya que los barcos no tienen somier) que se traduce en una humedad que termina mojando no sólo la funda de la colchoneta por debajo, sino también la gomaespuma. Eso nos obliga a dejar las colchonetas ventilando unas horas cada día, hasta que se secan. Para eso las ponemos verticales o dadas la vuelta, pero los días que navegamos con lluvia o nublados no llegan a secarse, y se acumula la humedad de varios días. 



Para intentar resolverlo hemos puesto un bajocolchón. Se trata de una capa de un producto aireado, compuesto de una malla de 1 cm de espesor, que se recorta al tamaño de cada colchoneta y permite que circule el aire entre ella y la madera.


 Viene en el tamaño de las camas estándar, y por eso para el barco hay que recortarla:


Otros ponen periódicos, pero con el declive de la prensa de papel ha pasado a ser un producto difícil de conseguir, y claro, no vas a comprar periódicos solo para ponerlos debajo de la cama. Nosotros hemos comprado un bajocolchón Aquamaster 3D, de una cama de 1,60 x 2,05, lo hemos recortado, y lo hemos puesto sólo debajo de las colchonetas que usamos para dormir, la de popa de babor y las dos de proa. Además sólo lo hemos puesto en el trozo donde se apoya la espalda, porque la zona de las piernas no condensa:



Cuando volvamos al redil después de la navegación del verano que viene os diré si da resultado o no.

 Con cuidado, navegantes.

viernes, 13 de diciembre de 2024

Deseos para 2025.

Hola navegantes. 

 Aquí están los míos. Se empieza a leer por delante de la chilaba de Baltasar (clic encima para leerla mejor):

 

A ver si lo vemos este año y que sea malo, lo que se dice malo, para esos dos, que debieron nacer con una dosis de pecado original muchas veces mayor que la del resto de los mortales.

Con cuidado, navegantes.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Con foils... pero sin timón.

Hola navegantes. 

 En la siguiente foto podéis ver el "barco" AC75 Alinghi Red Bull Racing, diseñado para la Copa América. He trazado la línea de agua cuando navega sobre los foils para que veáis lo que os he dicho otras veces: se queda sin timón. Obviamente al navegar sobre los foils el timón también se sale del agua y queda un trozo ridículo para gobernar, incapaz de mantener el rumbo correctamente (clic en la foto para verla mejor).

En la siguiente, y como comparación, el timón de un velero normal. Siendo un barco mucho más pequeño, la pala del timón es considerablemente más grande:

Con ese minúsculo timón, y con el barco lanzado a 30 ó 40 nudos sobre los foils, el rumbo depende más de los azares de los cambios en el viento que del efecto de la pala sobre el agua. Es una imprudencia dejar navegar a esos bólidos entre los veleros normales que navegamos 10 veces más despacio, y además sabiendo que su rumbo es errático. Ya ha habido accidentes graves por colisiones y alcances que se han saldado con un algún fallecimiento. Que yo sepa, al menos una señora a la que amputó las piernas el foil de un barco que pasó por encima de su zodiac, y un tripulante que se estrelló contra el palo cuando su velero casi se frenó en seco al dejar de navegar sobre los foils y apoyar el casco en el agua. Y el navegante Charlie Dalin tuvo mejor suerte. En una entrevista el año pasado en Voiles et Voiliers pasó como de puntillas sobre un detalle que pudo costarle la vida. Reconoció que en la Volvo Ocean Race su velero pasó de 29 a 2 nudos en un segundo, cuando se posó en el agua mientras navegaba sobre los foils. Charlie salió volando y no llevaba puesto el casco de rugby con el que navega habitualmente. Salió indemne de milagro. Esos amerizajes son como cuando se choca un coche con una pared, y los que van a bordo salen disparados. Con la diferencia de que en el coche llevas el cinturón y el airbag, y en el velero no.  De hecho, cuando se van a dormir (sí, aunque os parezca mentira se van a dormir con el barco volando, os lo juro) siempre lo hacen con los pies hacia la proa y amarrados a la cama.

Para proteger a los demás navegantes que nos cruzamos en su camino todavía no ha sonado la llamada de corneta, y no están haciendo nada. Pero para proteger a los tripulantes, como pagan los sponsors, la industria ya ha encontrado la forma de sacar provecho y se empiezan a comercializar trajes de aguas con protecciones como las de los motoristas. Pero parece que el precio lo pone alguien a quien le ha dado un brote: 1.100 euros la chaqueta y 1.000 euros el pantalón, 2.100 euros el traje completo. ¿Nos estamos volviendo locos?.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Acceder a la exploración de la Torca del Carlista.

Hola navegantes. 

 Hace unos días me enfrenté a la dolorosa tarea de escribir sobre la vida de un amigo navegante que acababa de fallecer, Carlos Pellón. 

 Pellón 1

Pellón 2 

Entre otras cosas os conté su juventud como espeleólogo, haciendo la primera cartografía de la cueva conocida como Torca del Carlista, entre Vizcaya y Cantabria, en una época tan lejana como 1958. 

He conseguido recuperar un artículo sobre aquella expedición pionera, que os aconsejo leer aunque la espeleología no sea nuestro deporte. Porque se juntan las anécdotas técnicas del descenso y la exploración, el entrenamiento, los piques con otros grupos espeleológicos de Vizcaya, los roces con la Guardia Civil y el alcalde la la zona (al que llegaron a sugerir que si se oponía, dirían que la cueva estaba en Santander, hoy Cantabria) y hasta los problemas con los reporteros del NODO (que acudieron a hacer un  reportaje de la exploración) con la iglesia (poniendo contento al ensotanado al acudir tantos varones, los del equipo de superficie, a la misa del domingo) y con el ejército (que quería convertir la cueva en un refugio antinuclear en la guerra fría). Un buen condimento para recordar (o imaginarse, los más jóvenes) cómo se conseguían las cosas en la dictadura.

El pimpollo que posa con la rodilla en el suelo y a la derecha en el cuarteto es mi amigo Carlos, el que dirigió la exploración, en el interior de la cueva en su juventud. Ya os dije que fue espeleólogo (y muchas otras cosas) antes de navegante. Podéis leer el artículo aquí:

 Clic aquí.

Con cuidado, navegantes.

martes, 10 de diciembre de 2024

Dos documentos antiguos.

Hola navegantes. 

 Hoy quiero compartir dos documentos antiguos muy graciosos. El primero es el capítulo 1 de un libro de 1959 sobre navegación submarina. De hecho, es la primera frase del libro. El capítulo se titula "Primeros ensayos de navegación submarina" y dice textualmente: "Podemos achacar a nuestro padre el profeta Jonás el honor de haber sido el primer hombre que efectuó una navegación submarina, ya en el siglo VIII antes de Jesucristo, cuando tragado por una ballena viajó en su vientre hasta las playas de Nínive. Este intento fue, desde luego, involuntario y por mandato Divino, pero es la primera constancia encontrada en un  documento histórico y cierto por la autenticidad que le presta el ser narrado en la Sagrada Biblia".

Es sorprendente la mención argumentada a esta fantasía en un libro técnico, pero claro, era el año 1959.

El segundo es una joya de 1883, de cuando un español podía librarse de la mili pagando. Uno que tenía que ir a la marina en Cartagena pagó 1.500 pesetas por librarse, lo que equivale a entre 50.000 y 100.000 euros de 2024. No sólo se hacía, sino que se certificaba oficialmente:

Espero que muy pronto algunos textos actualmente vigentes, como el siguiente, que sostienen ideas trogloditas, puedan tomarse con sorna como una cosa del pasado:

 Porque, dentro del guirigay del texto constitucional, coexiste esta preferencia del varón sobre la mujer cuando el artículo 14 dice que todos los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Los ojos me hacen chiribitas al leer estas chapuzas de la Constitución. Me encantaría ver a Letizia embarazada de un varón para ver cómo lo resuelven nuestros próceres. Ya se planteó la inquietud en su segundo embarazo, pero como finalmente fue otra niña el tema se olvidó.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Una racha más fuerte.

Hola navegantes. 

 Ya os he comentado otras veces la fina línea que separa actualmente la navegación de la aviación, con esos veleros con foils que sólo guardan contacto con el agua a través de un fino apéndice, y que "navegan" a velocidades más propias del desplazamiento aéreo que del náutico. De hecho, en los comienzos de algunos de estos ingenios, como el Kite-surf, se discutió si a disciplina debería estar incluida en la federación de vela o de aviación deportiva. Pues a veces la realidad sobrepasa la ficción, y una racha de viento más fuerte puede hacerte, literalmente, volar. Como en este caso, en que un practicante de Wingfoil fue levantado a más de 11 metros del agua: 

No conozco el desenlace, pero espero que el chico no terminara hecho añicos.

Con cuidado, paracaidistas.

jueves, 5 de diciembre de 2024

Dedicatoria al capitán del Cervera Ramis "BORNEO".

 Hola navegantes.

Hace mucho que no pongo una dibufirma de dedicatoria. Aprovecho para poner una foto de la última que me han pedido, que corresponde al velero del modelo Cervera Ramis de nombre "BORNEO":


  Os recuerdo que podéis pedirme un  libro dedicado con la dibufirma de vuestro barco, o de vuestro nombre o de la persona a la que se lo vais a regalar. Desde luego que será un regalo único, que sobresaldrá en el anaquel de sus libros de navegación, porque no creo que exista una dedicatoria igual en todo el  mundo. Sólo tenéis que escribirme a alvarogaledo@gmail.com.

Un saludo.

martes, 3 de diciembre de 2024

A Venecia sin lujos.

Hola navegantes. 

 El astillero Wally está promocionando su nueva motora Wallywhy 100 en Venecia:

Como veis es una especie de apartamento flotante, de 21 metros de eslora y un precio el modelo base de 3,8 millones de euros:


 ¡Lo que daría por verle buscando atraque para ese autobús en las marinas de la laguna de Venecia, y salir maldiciendo porque no cabe en ninguna!.  Porque todo tiene sus inconvenientes, como dijo uno que al poco de fallecer su suegra le presentaron la factura del entierro. ¿Cómo explicarles que se puede llegar a Venecia desde Santander en un 23 pies que cuesta alrededor de 8.000 euros, y posiblemente ser más felices que los de la motorona y disfrutar mejor de las vacaciones?.

 

 Con cuidado, navegantes.


lunes, 2 de diciembre de 2024

A CARLOS PELLÓN, IN MEMORIAM.

(En el móvil poner la pantalla horizontal).


A CARLOS PELLÓN, IN MEMORIAM.


Mi amigo navegante al final se ha muerto solo.
Ya llevaba algunos años sin querer que se le viera,
y al hacerse viejo usó un extraño protocolo
para esperar sin testigos a la vieja Lastimera.

Primero se encerró en su casa de la playa
sin aceptar ni visitas, ni ayudas, ni favores,
y al final en una triste residencia de mayores
donde poder verse solo y tirar allí la toalla.

Todo eso para que no le viéramos hacerse viejo
y sólo recordáramos su andar como con muelles,
sus ironías contra los frailes y contra los reyes,
su agilidad en el Gonia al trimar el aparejo,
o su cuerpo flaco y joven en la Torca del Carlista
cansado, barbudo y sucio, con los huesos a la vista.


Pues sí que lo conseguiste, Carlos, y nos has dejado
un buen recuerdo manejando el timón o las varillas,
surcando el mar en ese barco de vivir de rodillas
escorado y con el arnés, o frente a Mouro aboyado,
o buscando el agua bajo las iglesias y los menhires
con la concentración y la mirada de los faquires.

Pero eso no nos consuela de que te hayas ido solo.
Hubiéramos preferido tenerte a nuestro lado
hasta el último momento, y decir adiós a Eolo
desde mi Corto Maltés en un día ventilado,
y apagarte en la cubierta, entre el estay y la escotilla,
después de haber escrito juntos la última cuartilla.

Y no solo en una cama del hospital Valdecilla
rodeado del monitor, el suero y la bacinilla.

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Y aquí el dibupoema, con las estrofas marcadas en rojo (clic encima para verlo mejor):


 

sábado, 30 de noviembre de 2024

Adiós a un buen amigo.

Hola navegantes. 

 Hace unos veinticinco años conocí a un navegante que me ha marcado profundamente. Una mañana desembarcaba tranquilamente en Punta Rabiosa con mi velero de entonces, un Cóndor 20, y vi en la playa a un hombre enjuto limpiando la cubierta de un velero como el mío. Por la similitud de los barcos trabamos conversación, y de nuestra forma similar de concebir la navegación, y la vida en general, surgió una amistad que ha durado hasta el final.

Carlos Pellón era un ingeniero jubilado, aunque su aspecto físico engañaba respecto a su edad. De joven había sido espeleólogo, y entre otras cosas realizó la primera topografía y medición exacta de la Torca del Carlista, en 1958. En las siguientes fotos podéis verle, con una juventud insultante y con el rostro de un cristo crucificado dos veces, a la salida de la cueva. Y en la segunda, el escenario con los medios de entonces, que más parece una trinchera de la primera Guerra Mundial:

 

Profesionalmente había trabajado en Euskadi en los años de plomo de la ETA, y como no había cedido a su extorsión había estado amenazado de muerte, le habían dado permiso de armas y acudía al trabajo con pistola. Al jubilarse se instaló en un pueblecito de la bahía de Santander. Como consecuencia de un divorcio gris y de la independencia de sus hijos, vivía solo y pasaba temporadas en el velerito. Recorría habitualmente la costa cantábrica, entre Asturias y Euskadi, lo que para un velero de menos de 6 metros tiene su mérito, y había pasado varios meses en el mismo velero en el Mediterráneo, donde le había llevado en un camión. Aunque Carlos era un peso wélter, tiene mérito que aguantara viviendo varios meses en ese barquito. Su técnica de pernocta era varar en la playa en bajamar (el Cóndor 20 era de orza abatible) o amarrarse en las escaleras de desembarco de los anexos, ya que su velero entero era tan pequeño como muchas de las zodiac que usaban para desembarcar de los veleros fondeados. Su ejemplo me animó a mis primeras navegaciones por fuera de la bahía con el Cóndor 20, y a comprender que el tamaño no importa, sólo la prudencia y la pericia del capitán. En la siguiente foto nuestros dos veleritos, el Gonia y el Corto Maltés, los de entonces, en un rincón de nuestra bahía:

Como en el terreno científico Carlos tenía una curiosidad de portero, al jubilarse se dedicó a investigar las bases científicas de la radiestesia, para la que estaba especialmente dotado. No sólo era capaz de encontrar agua subterránea con las varillas, también acertaba su curso, su dirección y su profundidad. Más allá de eso dedujo las bases fisiológicas de la radiestesia (detección de pequeñas alteraciones gravitacionales por las células ciliadas del utrículo y el sáculo del oído interno) y aplicó sus conocimientos a diversos estudios arqueológicos. Con sus varillas estudió templos católicos, musulmanes, construcciones mayas y egipcias, etc, en diversos viajes por el mundo, demostrando que todos ellos estaban construidos siguiendo las líneas de las corrientes subterráneas de agua. Dio algunas clases magistrales en alguna universidad de México, y mantuvo un blog con sus descubrimientos:

  Clic aquí.

 En 2001 compartí con él y con mi hijo Pablo una navegación por el Mediterráneo en una goleta de 18 metros. Aquello era otro mundo comparado con nuestros dos pequeños minifundios que se movían a vela por Santander, y nuestra amistad se estrechó y dio origen a multitud de anécdotas. Porque entre otras cosas, durante aquella navegación nos explicó los secretos de la radiestesia y nos enseñó a practicarla (en la segunda foto, practicando con las varillas en Cabrera, sobre el azul pastel del Mediterráneo en verano):

 

También hizo un estudio radiestésico de los menhires de Valdeolea, en Cantabria, demostrando que su recorrido sigue las líneas subterráneas de agua, y que uno de ellos está plantado al revés. Debió caerse, y al encontrarlo tumbado lo levantaron al revés, lo de abajo arriba, quedando situado a 4 metros y pico de la ubicación original, que es donde se cruzaban las líneas subterráneas, exactamente la misma distancia que la altura del menhir.

Carlos navegó hasta cerca de los 80 años, casi siempre en solitario, y colaboró con nuestra actividad de vela solidaria "Carpe Diem" con niños de oncología. Con el paso del tiempo fue haciendo adaptaciones a su velero para compensar sus limitaciones funcionales, hasta que comprendió que no podía seguir. Un día tuvo un pequeño ictus mientras navegaba en solitario, y consiguió llegar a puerto y a su casa antes de llamar al 112. Aunque se resolvió sin secuelas consideró prudente dejar de navegar y vendió el Gonia. Aunque a él le dolió como la enfermedad de un hijo y a los amigos la decisión nos dio en plena linea de flotación, todos le dijimos que hacía lo más prudente. Y aunque luego vino a navegar con nosotros algunas veces, se veía que ya no era lo mismo. Venía a bordo con ganas de fondear y con unas modestas notas a punto de no ser leídas, donde explicaba sus descubrimientos de radiestesia para un futuro libro, que no vio la luz.

Carlos nunca temió a la  muerte, y fue capaz de escribir su propio epitafio poético, que comparto con vosotros, en el que se imagina volviendo a navegar en el Gonia, esta vez hacia la eternidad (clic encima para verlo mejor):

Se ha marchado a la francesa y discretamente, como vivió, de una manera rápida y sin sufrimiento, aunque los últimos años muy afectado por sus limitaciones físicas, que en una persona con la mente completamente lúcida, como él, son más dolorosas de aceptar. Descanse en paz. Yo le rindo homenaje con mis propias palabras para cuando me llegue el mismo momento:

Pues ni eso me importa, yo viviré día a día
entre la montaña, el río y el azul de mi bahía,
hasta que me abracen la enfermedad o las rompientes
y me deba despedir de la ciudad en la que eché los dientes.
Si hay más allá disfrutaré de la vida desde arriba
siguiendo la historia de mis hijos y de los siguientes,
y si no lo hay lo lamentaré por todos los creyentes.
Yo no me arrepentiré de mucho en la Triste Comitiva.

Con cuidado, navegantes.