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lunes, 4 de septiembre de 2023

Valoración del Tonic 23 para la navegación a Londres.

 Hola navegantes.

En la navegación a Londres el Corto Maltés ha vuelto a dar la talla, como en las anteriores. En el mar nos han sorprendido vientos de hasta fuerza 6 que hemos manejado bien con la mayor rizada y el tormentín, olas de más de 2 metros, y hemos vuelto a comprobar que cuando nosotros no salíamos del puerto por temporal tampoco lo hacían los barcos mayores,  como nuestros vecinos de pantalán en Boulogne sur Mer, de 12 o 15 metros de eslora.

Con relación a la fuerza del viento hay que tener en cuenta un detalle importante. El viento meteorológico se refiere siempre al que hay a una altura de 10 metros sobre el agua, más o menos la altura del mástil del Corto Maltés. Y el viento allí arriba suele ser un tercio más fuerte que en la cubierta. Yo no llevo anemómetro en la punta del mástil y tengo sólo uno manual que utilizo, lógicamente, en la cubierta. Si aquí abajo me marca fuerza 5 significa que el real es 6-7, hablando siempre del viento aparente.

La orza abatible nos ha permitido meternos por ríos maravillosos que calaban un  metro, y por canales con 1,1 metros, que con otro velero no habríamos podido conocer, ni habríamos podido atajar el Finisterre francés por los canales de Bretaña. En la foto, remontando el Río Aff, que ni siquiera salía en la Guía Imray:

 

 Por otra parte, la orza abatible nos hubiera puesto fácil la vuelta a Santander en un camión cuando desertó un tripulante y ya dábamos el viaje por abortado. El Corto Maltés pesa unos 1500 kg cargado, se puede sacar con la pluma de un camión pequeño sin necesidad de travelift, y se puede calzar con neumáticos en la plataforma plana de cualquier camión. Con un barco más grande la solución más realista, en caso de no poder seguir, habría sido dejar el barco en Granville un año y traerle a casa en las siguientes vacaciones.

El pequeño tamaño del Corto Maltés nos ha permitido recalar en puertos enanos, donde si no hubiéramos podido entrar tendríamos que haber seguido navegando de noche. En este viaje no hemos tenido problemas para encontrar plaza en ningún puerto, ni siquiera en los de Francia en agosto. Sin embargo, en las gestiones en las capitanías hemos escuchado rechazar a unidades mayores por falta de atraque para su talla.

Antes del viaje renovamos la batería (poniendo una de más capacidad), el panel solar y el cargador de baterías.  Esas mejoras nos han dado una gran confianza en la parte eléctrica, aunque no nos hemos arriesgado a llevar la neverita conectada todo el día, por el temor a que agotase la batería. Hemos seguido utilizando los frigolines durante el día, y el cargador de baterías desde los 220 V del pantalán por la noche. Pero para el clima frío de aquellas latitudes ha sido suficiente.

La convivencia a dos en el velero es fácil, instalándose uno en la cama de proa y otro en la de popa, y reservando para sus cosas uno la banda de babor y otro la de estribor. Incluso en algunas etapas hemos ido tres, sin problemas. En los canales, que no dormimos en marinas, la duchita que instalamos en el baño ha cumplido perfectamente su función (clic aquí). Y en el mar, como intentamos parar en puerto todas las noches, la estiba de alimentos, agua y gasolina que podemos alcanzar (para 2-3 días) ha sido suficiente.

Junto a estas ventajas, no voy a ocultaros los inconvenientes. Esta navegación a Londres la emprendí, entre otras cosas, para valorar la posibilidad de dar la vuelta al Reino Unido otro año. He tenido que descartarlo porque el barco no está preparado para las latitudes frías. Una gran parte del viaje la hemos hecho con una climatología que en Santander sería la de diciembre o enero, donde habitualmente no salimos a navegar. Lluvia incesante y en horizontal que se te mete por la escotilla, frío, viento fuerte, noches heladoras...  Como solíamos dormir en las marinas por suerte teníamos electricidad, y el calefactor nos permitía calentarnos y secar la ropa y el interior del barco. Pero para abordar una circunnavegación  del Reino Unido, donde algunas noches tendríamos que fondear y donde navegaríamos casi por los 60º Norte, tendríamos que instalar calefacción, capota antirociones, etc., que aunque sería posible me parece poco práctico para el resto de navegaciones del año. 

También he empezado a ver los problemas del desgaste del material en un barco tan viejo (35 años ya) que en este viaje se han concretado en rotura o desgaste de las poleas del palo y la botavara y del anclaje de las crucetas, que me han dado algunas noches de insomnio. Para afrontar esa circunnavegación por las latitudes altas tendría que hacer una renovación total de la jarcia, que seguramente haré de todas formas.

Con cuidado, navegantes.

NOTA: por la renovación de los pantalanes voy a tener que sacar el Corto Maltés de su atraque en Puerto Chico durante unos meses a partir de octubre. Si alguien conoce un atraque disponible para alquiler, de 7 x 2,5 metros, que me lo diga.

2 comentarios:

  1. Una vez más queda demostrado que los veleros pequeños, de sólida construcción, bien mantenidos, y patroneados con sentido común, son muchísimo más marineros de lo que se puede esperar a priori...
    Como has comentado acertadamente, creo que debes abatir el mástil y hacer un mantenimiento a fondo de la jarcia fija en estos meses de descanso que muy merecidamente tendrá el Corto Maltés, para poder afrontar sin dudarlo nuevos retos...

    Buenos vientos!

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  2. Un gran barco, pero no olvidemos lo mas importante u unos buenos tripulantes y sobre todo un gran Capitan. Un abrazo, Daniel Tribaldos.

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