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martes, 24 de enero de 2023

Un extraño accidente.

Hola navegantes. 

En aguas de Canarias ha ocurrido hace unos días un accidente extrañísimo.  El velero francés Poppy, de 9 metros de eslora, avisó el 15 de enero a Salvamento Marítimo cuando se encontraba entre Fuerteventura y Gran Canaria, informando de que uno de sus dos tripulantes estaba colgado boca abajo de lo alto del mástil y no conseguía descender. 

 

Salvamento Marítimo movilizó al helicóptero Herlimer 201 y a la embarcación Salvamar Nunki. Al llegar, se encontraron un hombre sobre la cubierta y al otro colgando boca abajo de lo alto del palo, golpeándose contínuamente y sangrando abundantemente. Pero ni la dotación del helicóptero ni la de la lancha pudieron hacer nada. El fuerte viento impedía al rescatador descolgado del helicóptero acceder al hombre enredado en el mástil, y solo pudo evacuar en estado de shock al otro navegantes, el que estaba en cubierta. En la siguiente foto, el estado del radar, manchado de sangre y abollado por los golpes del tripulante accidentado.


No tuvo mejor suerte la tripulación de la Salvamar Nunki, que tampoco pudo acercarse por la gran cantidad de cabos, velas y restos que arrastraba el velero, entonces navegando a la deriva a unos cuatro nudos.  Cuando un velero está rodeado de cabos y de velas se terminan trabando en la hélice del barco de rescate y le inutiliza para cualquier tarea de salvamento.

El hombre estuvo colgando del palo y sangrando abundantemente durante 17 horas. Aunque inicialmente se plantearon hasta remolcar el velero a puerto con el hombre colgando del palo, finalmente cayó en la cubierta de la embarcación, quedando malherido, inconsciente y enredado entre cabos. Y cuando se le pudo recuperar desde otro barco (el remolcador Miguel de Cervantes) por los buzos de la Guardia Civil, ya había fallecido.

Es muy difícil entender lo que les ha pasado. En la foto tomada al llegar el barco a puerto, remolcado, se ve que tiene izada la vela mayor hasta la mitad y el génova parcialmente desenrollado. Es un velero nuevo y aparentemente en perfecto estado. 

 

Cabe la posibilidad de que se trabase una driza y decidieran izarse el tope del palo con un arnés para desenredarla. Trepar al tope del palo es una operación no exenta de riesgo cuando se hace en tierra (en algunos varaderos está prohibido) porque te izan a una altura considerable (en el Corto Maltés, unos 10 metros hasta el barco más la altura de la cuna al suelo). Una caida desde esa altura, que en mi barco equivale a 5 pisos pero en barcos más grandes es mucho más, es mortal de necesidad. 

Por eso debe hacerse con todas las medidas de seguridad (arnés específico, doble aseguramiento, etc). Pero hacerlo en el mar, y con el barco navegando, es una tarea reservada a los forzudos que todavía no se han dado de baja de Superman, condiciones que seguramente no reunían los tripulantes, que rondaban los 60 años. La perilla del palo oscila muchos metros con cada ola y tienes que trabajar con una sola mano, porque la otra la necesitas para sujetarte al palo y no golpearte ni caerte. Y hay que tener también el estómago en un cardan para no marearse allí arriba. Muchos que no se marean nunca navegando lo hacen al trepar al palo. En resumen, algo para pensárselo dos veces, y siempre que el viento y el mar estén relativamente calmados. Lo que no ocurría el día del accidente, que tenían vientos de 20 nudos (fuerza 5, ya incómoda para navegar en condiciones normales) y olas de fuerte marejada (hasta 2,5 metros) y para aderezarlo todo, de noche.

Siempre me han preocupado las demostraciones de testosterona de algunos navegantes solitarios, que se trepan al palo navegando solos y además con una GoPro para grabarlo todo, como si fuera un  juego.

Ahora hay que esperar la investigación  judicial para saber lo que ha pasado. Descanse en paz.

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