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domingo, 2 de agosto de 2020

San Esteban de Pravia. Otra bonita sorpresa.

Hola navegantes.

Desde el punto de vista de la navegación hoy ha sido un día anodino, porque casi no ha soplado el viento y hemos hecho toda la etapa apoyados por el motor.

Pero decidimos entrar a conocer San Esteban de Pravia en lugar de quedarnos en Cudillero, el puerto "típico" de esta costa. Ya os dije en otro viaje que para mí Cudillero ha perdido todo su encanto por el puerto desproporcionado que han construido, y por su deriva a un turismo exclusivamente gastronómico. Sin embargo había pasado varias veces por San Esteban sin entrar, tal vez porque se sale de la ruta directa hacia el Oeste tras doblar el Cabo de Peñas, y por sus dificultades en la entrada.

San Esteban está en el interior de una ría, la desembocadura del Nalón en el mar, y tiene las dificultades típicas de creación de bancos de arena, bajíos y olas rompientes en su entrada, lo que limita las horas de paso a las cercanas a la pleamar. En concreto San Esteban tiene zonas en su canal de entrada de solo 0.4 metros en bajamar, y rompientes con oleaje del Norte. Ninguna de las circunstancias se daban hoy y entramos sin ningún problema media hora tras la pleamar, con la orza y el timón subidos, y lo que vimos dentro nos encantó.

Antiguamente fue un puerto de carga de carbón para la exportación, y aunque ya no lo es han mantenido algunas de sus infraestructuras como recuerdo. Por ejemplo las enormes grúas o los cargaderos elevados, y el recorrido antiguo del ferrocarril lo han reconvertido en senda peatonal.



Aunque os parezca mentira, en el siglo XVIII se consiguió canalizar el Nalón desde Langreo hasta San Esteban, con el trabajo de presidiarios, para llevar el carbón al puerto. Por desgracia antes de 10 años una crecida del río destrozó la canalización, y ya no se consideró rentable repararla. Mantuvo su trabajo gracias al ferrocarril, hasta que fue desplazado por el super puerto de El Musel, en Gijón.

San Esteban no dispone de atraque de tránsito, pero tiene un enorme muro de carga donde amarraban los mercantes, disponible para los barcos de paso. Al entrar tuvimos la suerte de que nos reconoció Benjamín, un navegante que amarra su velero, el "Airoso", aquí. Nos aconsejó el mejor sitio para amarrar y luego hemos pasado un largo rato con él delante de una sidra explicándonos cosas de su puerto, las peculiaridades de su entrada y salida y de los tramos de costa que vamos a recorrer, y que nos he hecho muy agradable la tarde. Gracias, Benjamín.

Hoy dormiremos en San Esteban, y mañana doblaremos el Cabo de Peñas hacia el Este.


Con cuidado, navegantes.

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