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jueves, 7 de diciembre de 2023

Los cuatro factores.

Hola navegantes.

Los dramas en el mar suelen producirse más que por un suceso aislado terrorífico (como la rotura del palo o el choque con un contenedor) por una serie de pequeños hechos aleatorios que coinciden. Yo suelo resumirlos en cuatro factores:

1) Meteorológicos. La explicación es obvia y se refiere al buen o mal pronóstico y si supera las posibilidades del barco y de la tripulación. El Corto Maltés está diseñado y autorizado parea resistir vientos de hasta fuerza 6 y olas de hasta 2 metros, hay que intentar no superar estos límites pero claro, a veces has salido al mar y te sorprenden condiciones peores no pronosticadas.

2) Del terreno. Se refiere al estado del mar y de la costa (costa a sotavento o no, existencia de puertos de refugio y su accesibilidad, etc.). 

3) Del barco. Se refiere a su estado de preparación y a la existencia o no de puntos frágiles, especialmente en la jarcia y el motor. Alguno puede ser determinante por sí  mismo, especialmente el fallo completo del motor, porque sin él no puedes entrar ni salir de un puerto desconocido. En tu puerto habitual, y si estás muy acostumbrado, es posible llegar a tu atraque a vela, aunque no es recomendable y en algunos puertos está prohibido.

4) El factor humano. Hace referencia al estado físico, la experiencia y la predisposición a asumir riesgos de la tripulación. 

 Aunque no tengo una regla fija para interpretarlos, suelo imaginarme que es un banco con cuatro patas: si le falta una el banco cojea, y si le faltan dos ya es muy posible que se caiga. Aunque claro, tener siempre los cuatro factores a favor es una utopía en la vida real, y a lo mejor así no navegaríamos nunca. 

Voy a concretarlo en dos ejemplos de la navegación a Londres. El primero es cuando salimos de Boulogne sur Mer hacia Cherburgo. Os recuerdo que llevábamos 5 días encerrados en Boulogne por los temporales. Los factores meteorológicos eran de una valoración dudosa: había un temporal de fuerza 8 pronosticado pero para dos días después, y nosotros teníamos previsto llegar a Cherburgo en un día y medio y con un viento muy favorable. Alguien podría pensar que la meteo era favorable, y alguien que desfavorable. Los factores del terreno eran  favorables, ya que íbamos a navegar bastante lejos de la costa, atajando el enorme golfo entre Le Havre y el Cabo de la Hague, y había puertos de refugio si no llegábamos. Los factores del barco eran desfavorables, con un fallo en el arranque no diagnosticado. Aunque lo habíamos resuelto por nuestros medios en Boulogne, no podíamos estar seguros de que no se reprodujera. En cualquier caso la propulsión principal del velero es la vela, y es peor desconfiar de la jarcia (como nos pasó en el siguiente ejemplo) que del motor. Y el factor humano era también de interpretación dudosa, porque Mario y yo estábamos frescos después de 5 días inmovilizados en puerto, pero a la vez nerviosos e impacientes porque en esa parte del viaje, planificada para dos semanas, ya llevábamos 6 días inmovilizados por los temporales y dudábamos que fuéramos capaces de recuperar el tiempo perdido y no dejar plantados a los siguientes tripulantes.

O sea, de cuatro factores teníamos dos dudosos, uno favorable y uno desfavorable. En este caso lo hablamos Mario y yo, y conociendo los riesgos decidimos salir. Si hicimos bien o no no lo juzguéis por el resultado (una etapa maravillosa de vela de 165 millas y sin volver a fallar el motor) sino por lo que habría podido pasar en el peor de los escenarios. 

En la foto, navegando en el crepúsculo entre los molinos eólicos entre Boulogne y Cherburgo:

El segundo ejemplo es cuando nos sorprendió y un temporalillo y una avería de motor en Laredo, la que iba a ser la última etapa antes de llegar a casa. Allí los factores meteorológicos eran desfavorables, con pronóstico para ese día de fuerza 6 del Noroeste (justo de cara hasta el Cabo de Ajo, y luego por el través) olas de hasta 1,8 metros y chubascos permanentes. Y los cuatro días siguientes parecido y siempre del Oeste. Los factores del terreno eran desfavorables, con la costa a sotavento entre Ajo y Santander y sin puertos intermedios de refugio. Los del barco también desfavorables, otra vez con un fallo en el arranque no diagnosticado y además una holgura en la base de la cruceta de babor que habíamos detectado al desarbolar para los canales, aunque había resistido todo el Atlántico desde Bretaña y nos parecía poco probable que fallase justo entonces. Y el factor humano era dudoso, porque Mario y yo estábamos en forma y descansados, pero a la vez deseando llegar a casa después de tres meses fuera (en mi caso) lo que te hace perder un poco la objetividad.

O sea, de cuatro factores tres desfavorable y uno dudoso. La decisión fue dejar el barco en Laredo, volver a Santander por carretera, y regresar a por el barco unos días después cuando se hubiera pasado el tren de borrascas y hubieran revisado el fueraborda. Ya os imagináis la gracia que nos hizo, después de semejante navegación a Londres, llegar a casa por la autopista en vez de por el mar, pero así es la vida. En la foto, el Corto Maltés durante su encierro forzado en Laredo:

Es bueno tener estos esquemas mentales en la cabeza para racionalizar un poco las decisiones que se toman, aunque por supuesto la interpretación de cada factor es subjetiva y un día puedes verlo distinto que otro.

Con cuidado, navegantes.

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