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martes, 26 de enero de 2021

Navegar con medio barco.

Hola navegantes.

Hay gente adulta que vive haciendo cosas como si aún estuviera en la época de los pantalones cortos. Y si no fijaos en éste: ha cortado un velero por la mitad para navegar siempre como si se estuviera hundiendo de proa:


Julien Berthier es un diseñador al que le gusta la provocación, confundir la farsa con el arte y, desde luego, dar la nota. En 2007 recuperó el casco de un velero que le donó la viuda de su propietario y lo cortó por la mitad. Se trata de un "Love Love", velero de 6 metros y medio, como el Corto Maltés, al que salvó del desguace para darle esta segunda vida.

A continuación cerró el corte con un nuevo fondo de resina y dejó un agujero para el fueraborda:

Posteriormente un ingeniero naval tuvo que calcular el nuevo centro de gravedad del velero cortado, y encontrar el sitio exacto donde atornillar la quilla al nuevo fondo para asegurar su estabilidad en esa posición:

Y finalmente botarlo para navegar. En los primeros ensayos se comprobó que un solo fueraborda le hacía navegar en círculos, al carecer de timón (que obviamente queda al aire) y fue sustituido por dos fuerabordas eléctricos, que podéis ver en la foto anterior, de color negro. Ahora se gobierna dando más gas a uno u otro. También se ve la curiosa línea de flotación que marca la patente blanca.

En la primera foto podéis ver el puesto de mando: sentado en la entrada de la camareta, con los pies apoyados en la escotilla, el timón a estribor y el morse (el acelerador) a babor.

El barco ha sido expuesto en Londres, Granville (Francia) y en el Lago Constanza, como una obra de arte pero también saliendo a navegar, lo que ha motivado unas veinte llamadas a los servicios de salvamento marítimo cada vez, de otros navegantes que creían ver un barco hundiéndose, hasta que todos le conocían y se acostumbraban a él.

El barco tiene incluso su puesto de amarre, donde hace aún más raruno y supongo que dé problemas a sus compañeros de pantalán, por cómo colocar las defensas:

En alguna entrevista, el autor dice que deseaba crear la imagen de un desastre que perdura, porque aunque lo parezca, el barco no se hunde jamás. Y así se va haciendo famoso.

Los navegantes a vela estamos acostumbrados a vivir días y días en nuestro universo inclinado, pero inclinado a babor o a estribor, nunca hacia delante. Por cierto, nadie ha contado si navegar en esa posición marea más o menos que en la habitual. Tened cuidado si lo veis en alguna de vuestras navegaciones. Yo desde luego me acercaré a su costado para hacerme alguna foto con él, presumir de que el mío no se hunde, y de paso seguirle la corriente y preguntarle si necesita remolque.

Con cuidado, navegantes.

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