Tiempo empleado: 84 días (7 de mayo a 29 de julio).
Millas navegadas: 1.293.
Pernoctaciones en marinas: 58 (69% de los días).
Coste por persona y mes: 613 euros. Es más que en en viajes anteriores por la carestía de la vida en Francia e Italia, por tener que ir más a las marinas cuando estás en el extranjero, y porque todo el viaje ha sido de dos en dos en tripulantes (en viajes anteriores hemos hecho etapas con 3 ó 4 personas, y el gasto principal, las marinas, se repartía entre más).
Coste de las marinas: desde 7,85 € (Portbou) a 79 € (Porto Venere) por noche, para un barco de seis metros. En Italia los precios son desorbitados.
Consumo de gasolina: 166 litros. Ello supone que hemos hecho a motor, sólo o en combinación con las velas, el 22% del recorrido por mar (no cuento los canales, que deben hacerse obligatoriamente a motor).
Número de operaciones de bricolaje, reparaciones y mantenimiento: 25.
Lo mejor: el descubrimiento de la isla de Elba y la vecina Capraia.
Lo peor: el accidente en el remolque a la ida, y la avería del motor en Port Saint Louis. Cada uno de estos incidentes me inmovilizó una semana en puerto.
Las sorpresas agradables: descubrir las islas Embiez y Bendor, que ni siquiera llevábamos en el programa, y que fueron de las más bonitas del viaje. También la isla de Levant, con su ciudad naturista al lado de la zona militar, que no contábamos poder visitar y al final pudimos incluso pasar una noche en su puertecito.
Las sorpresas desagradables: no haber recibido el permiso para visitar la isla-prisión de Gorgona, recién abierta al público pero sólo mediante visitas guiadas. El precio de las marinas en Italia para una calidad bastante pobre. El frío que pasamos en la navegación de ida, que no nos esperábamos en el mes de mayo. La decepción del río Ródano y del canal del Ródano a Sete, bastante más feos que el Canal de Midi.
Peces capturados: cero, porque en este viaje ni siquiera lo intentamos.
Los momentos más difíciles fueron en primer lugar el accidente con el remolque en el viaje de ida, donde estuvimos pensando muy seriamente abandonar. En segundo lugar los problemas para encontrar un taller que quisiera hacerse cargo de la reparación del motor Selva (italiano) en Francia y las demoras de las que me hablaban para intentar la reparación (3-4 semanas), que igualmente nos hicieron plantearnos finalizar el viaje allí. Y desde el punto de vista de la meteorología, los abundantes días en que sopló el mistral, que nos impidieron navegar o nos lo pusieron muy difícil, a pesar de que es un viento más típico del invierno.
La valoración del Tonic 23 para este viaje la dejaré para otro día.
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