Hola navegantes.
Cuando llegamos a las islas de Porquerolles (la más grande del archipiélago de las Hyères) para los dos días siguientes el pronóstico era de vientos de romperlo todo del oeste, concretamente de fuerza 6 con rachas de 8. Con ese pronóstico no podíamos ni debíamos salir a navegar, y decidimos quedarnos a conocer bien la isla de Porquerolles. Que por cierto es un bonito sitio para estar confinado dos días. Los siguientes días recorreríamos las islas del archipiélago y allí ya daríamos media vuelta, porque no nos daba tiempo a llegar a las dos últimas islas de Francia, Santa Margarita y San Honorato, frente a Cannes. Además esas yo ya las conocía del viaje a la Isla de Elba y de la vuelta a Italia. Nos separaban cincuenta millas de ellas, cien entre la ida y la vuelta, que más dos días para recorrerlas y algún imprevisto hacían toda una semana. Y teníamos dos citas importantes que respetar. Una para recoger a nuestro grumetillo para una semana por los canales de Sète a Narbona, y otra con el camión en Narbona para la vuelta a Santander.
Mis apuntes en el cuaderno de bitácora llegaron a un separador donde se veía a Tintín con el ceño fruncido y cara de preocupación, con las mangas subidas, hablando con Corto Maltés sosteniendo unos prismáticos. Puse una viñeta apuntando a Tintín que decía:-Arremangarse para la vuelta, Corto.
Y otra apuntando a Corto contestando simplemente:
-Sí.
Pero de momento Ana y yo sólo pensábamos en lo más inmediato: los días
que nos quedaríamos en el archipiélago de las Hyères y la islas
que nos quedaban por visitar en la navegación de vuelta.
Con cuidado, navegantes.

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