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miércoles, 7 de febrero de 2024

Foils: el punto de vista de las ballenas.

Hola navegantes. 

En varias entradas os he comentado el riesgo de los veleros con foils para los otros barcos y para sus propios navegantes. Faltaba el punto de vista de las principales víctimas: las ballenas. Eso ha intentado transmitirnos el colectivo La Vague, formado por varios reconocidos navegantes oceánicos (Roland Jourdain, Paul Meilhat, Arthur Le Vaillant, Gwénolé Gahinet, Stan Thuret y Adrien Hardy) en marzo de 2020, que ha publicado un documento sobre este punto:

 Clic aquí.

 Parten de la base de que las regatas oceánicas en veleros con foils se han convertido en una ruleta rusa para los navegantes, más que en un reto deportivo. Por ejemplo en la Arkéa Ultim Challenge (vuelta al mundo en trimaranes con foils) tomaron la salida en enero seis barcos, y cuando están aún a mitad del recorrido, ya hay tres que han sufrido daños por colisiones con objetos flotantes no identificados (que en el  mundillo llaman OFNIs) teniendo que abandonar o dirigirse a puerto para las reparaciones. Al menos uno de ellos no se hundió de milagro por el agujero en el casco, y por suerte no ha habido ninguna desgracia personal. Se calcula que la mayoría de estas colisiones son con ballenas y otros cetáceos, y no con contenedores, troncos u otros desechos. Puede saberse mirando la estela del barco tras el golpe para ver el cadáver (los navegantes no suelen decirlo por la mala prensa que tendría) o analizando el casco al volver a tierra y estudiando si quedan restos de pelos, piel o grasa del animal en esos apéndices afiliados como una Opinel. Pero ni a los espónsores ni a la organización de la regata les interesa publicitarlo. Sería tan impopular como si en el Paris-Dakar un tercio o la mitad de los participantes atropellase a un león o una jirafa.

Aunque es cierto que también puedes chocar con un contenedor, y no hay cifras absolutas, en términos relativos está claro, por los testimonios de todos los marinos, que se cruzan habitualmente ballenas en sus navegaciones y nunca se testimonian avistamientos de contenedores. Es verdad que las ballenas son más visibles, por su comportamiento, que los contenedores semisumergidos, y por eso el porcentaje real de cada tipo de accidente posiblemente no se sepa nunca.

 Para los cetáceos las colisiones con barcos representan la primera causa de mortalidad no natural, aunque es casi invisible para los humanos porque los cadáveres pronto se hunden en el océano. Algunos países como Nueva Zelanda o Norteamérica han empezado  a limitar la velocidad de los mercantes en las zonas sensibles para disminuir estos accidentes. Los atropellos de ballenas se multiplican con la velocidad, especialmente a partir de 15 nudos. En los últimos 8 años la superficie de mar devastada por el recorrido de un trimaran con foils se ha multiplicado por 5, debido a su mayor velocidad. En la siguiente gráfica se compara el riesgo de matar a una ballena según la velocidad del barco, y se ve que entre 3 y 24 nudos se multiplica por diez. Y los veleros actuales con foils pueden alcanzar no los 24 sino los 40 nudos o más.


Las regatas oceánicas están intentando limitar estos daños. Se ha desarrollado un sistema (llamado "Oscar") que permite detectar objetos en el agua, frente al barco, desde un emisor instalado en la perilla del palo, pero se ha revelado insuficiente. Por otra parte la organización de la Arkéa Ultim Challenge ha intentado limitar el paso de sus barcos por las zonas de mayor concentración de cetáceos. Pero la evitación total es imposible porque en la vuelta al mundo se cortan varias de las principales rutas migratorias de las ballenas, que en invierno van de los polos a las aguas tropicales, y por lo tanto en la vuelta al mundo se cortan en realidad todas las rutas migratorias del hemisferio Sur y alguna del hemisferio Norte:

 El argumento de que hay muchas ballenas y que las que se atropellen con los veleros serán siempre insignificantes es un poco retorcido. Estuvieron a punto de extinguirse en el siglo XX por la pesca, pero las limitaciones de capturas les permitieron recuperarse. En la siguiente gráfica se recoge el número de ballenas muertas cada año desde 1950, con un pico de casi 40.000 en 1960:


Pero para algunas especies de cetáceos la recuperación total está muy lejos de haberse conseguido. Por ejemplo las ballenas azules, que rondaban las 300-400.000 a principios del siglo XX, casi desaparecieron y en la actualidad no alcanzan las 20.000:

 

 Aparte del valor intrínseco de su vida, recientemente se ha sabido que son uno de nuestros principales aliados contra el calentamiento climático. Una ballena secuestra 33 toneladas de CO2 por año, lo que en sus 60 años de vida significa dos millones de kg. de CO2. Aunque alguien podría ridiculizar este cálculo, el colectivo La Vague afirma que el valor monetario de esta contribución a los ecosistemas sería de unos 2 millones de dólares por ballena.

Las soluciones que propone el colectivo La Vague para la vela pasan por limitar la velocidad de los veleros y la talla de los foils, y que el objetivo de esas regatas deje de ser conseguir la mayor velocidad a toda costa. Las regatas de veleros clásicos tienen la misma emoción e intensidad que las de veleros con foils, los navegantes no se juegan la vida, y lo hacen a unas velocidades no peligrosas para los cetáceos. Nuestro deporte es un juego, una diversión, y no justifica llevarse por delante a estos hermosos animales.

Con cuidado, navegantes.

2 comentarios:

  1. Será que me estoy poniendo viejo, pero como una regata de veleros clásicos para mí no hay nada. Si a eso sumamos que esta nueva ola de barcos con foils supone un nuevo riesgo para los cetáceos, (de nuevo amenazados por el principal depredador), no puedo menos que sentir más añoranza por los clásicos...
    Rodolfo

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