Hola navegantes.
En la vuelta a Francia, la segunda mitad será por las aguas interiores de sus canales y ríos navegables. Una intrincada red que permite comunicar el mar del Norte con el Mediterráneo:
La dificultad en estas aguas interiores deriva de varios factores:
- Su complejidad (si te confundes puedes acabar en Alemania, y las bifurcaciones no tienen indicaciones como las carreteras).
- Su diferente calado (entre 4 metros y 90 cm).
- Sus diferentes normas de circulación respecto al mar (por eso hay que sacarse el CEVNI, el permiso para aguas interiores).
- Las variadas infraestructuras hidráulicas para salvar las diferencias de altura, a las que no estamos acostumbrados (no sólo esclusas, también norias, ascensores, rampas, etc).
- La existencia de nieblas matutinas que disminuyen la visibilidad.
- Las normas que aplica cada ayuntamiento. Por ejemplo en el tránsito por los meandros del centro de Paris está prohibido tanto detenerse como dar media vuelta. Si quieres verlo mejor tienes que llegar al final de la zona prohibida, virar allí, y retroceder el tramo completo.
- La coexistencia con embarcaciones de alquiler a cuyos tripulantes no se les exige ninguna titulación (en contraposición a los que vamos con nuestro barco y mucha más experiencia) y que crean situaciones peligrosas.
- Y fundamentalmente, el tráfico comercial.
Imaginaos al Corto Maltés maniobrando en ese pasillito que ha dejado, y fijaos alguno de los que nos cruzamos en el Río Ródano al volver de la isla de Elba:
Como te confundas en por qué lado tienes que cruzarte con él te has condenado, porque tiene más de cien de metros de eslora.
Las grandes vías de navegación fluvial están balizadas, como en el mar los canales de acceso a los puertos, con boyas rojas y verdes de babor y estribor (en algunos canales antiguos en vez de verdes son negras). Habitualmente los barcos pequeños podemos circular por fuera de esos canales, pero cada vez que te cruzas con uno de esos gigantes tienes que apartarte de la orilla, porque sus olas te alcanzan y en el seno de ellas puedes tocar fondo. Supongo que el mismo problema lo tendremos si nos amarramos a una orilla para dormir.
Las preferencias en los cruces y bifurcaciones son distintas que en el mar, pues se tiene en cuenta la dirección de la corriente. Normalmente los barcos que van contra la corriente deben dar preferencia a los que bajan a favor de la corriente, ya que éstos maniobran peor. Sin embargo para entrar a un puerto fluvial tiene preferencia el barco que va contra la corriente.
Otras veces te encuentras barcos que por sus características (normalmente porque quieren elegir la parte más honda de cada meandro) te piden que te cruces con ellos al revés de lo normal (en vez de babor con babor, estribor con estribor). Para indicarlo exhiben en el costado de estribor un cuadrado azul o una banderola azul, o una luz blanca centelleante. Obviamente eso exige una vigilancia estricta cada vez que se te acerca uno por la proa, con los prismáticos para que te dé tiempo a anticipar lo suficiente.
Como iremos desarbolados, cualquier problema mecánico en el fueraborda nos dejará sin medio alguno de propulsión en mitad de esas autopistas de agua. Para cómo resolverlo aún no tengo respuesta. En el mar puedes resolverlo a vela, y si no hay viento avisar a Salvamento Marítimo y esperar a que vengan a remolcarte. En el Canal de Midi no era peligroso, porque con un par de golpes de bichero en el agua, o espontáneamente, en seguida te acercabas a la orilla y te amarrabas a un árbol hasta resolverlo. Pero en esos ríos poderosos el agua te arrastra sin control y normalmente atravesado por el centro del río, donde más corriente hay, y por allí es justo por donde circulan los cargueros.
Y esto son sólo algunos detalles que yo aprendí en la travesía por el Ródano en 2016, al volver de la Isla de Elba. Supongo que habrá muchos otros que aprenderé este verano, y que os iré contando.Pero desde luego no penséis que la navegación por el Ródano y otros ríos caudalosos es más fácil que por el mar.
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