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viernes, 1 de agosto de 2025

Mil veces maldita la peniche.

Hola navegantes. 

Hoy empezamos un día relajado en el que pensábamos recorrer algunos de los puertos del Etang de Thau. Quién nos iba a decir cómo acabaría.

En efecto, visitamos Bouziges y Mèze. Pero ¿os acordáis lo que os conté de la peniche que en Aigues Mortes había chocado a varios barcos al entrar, y finalmente se había amarrado junto a nosotros?. No estábamos cuando entró, pero nos quedamos con la sospecha de que  lógicamente  también nos habría chocado a nosotros. Revisamos todo el barco y sólo notamos que se había descolocado un poco el palo. Como no vimos nada roto no le dimos importancia. 

Pues hoy  en Mèze nos hemos dado cuenta de que estaba desarraigada la pieza que hace de base del palo. Con el palo tumbado la usamos para sujetarlo hacia abajo, y al recibir un golpe debió transmitir la fuerza hacia arriba y desarraigarla de la cubierta. Porque aunque os parezca mentira, va atornillada a la fibra con tirafondos y no con tornillos pasantes y tuercas,  algo incomprensible. Es verdad que esa pieza aguanta sobre todo la compresión hacia abajo, pero es clave para sujetar la base del palo en su sitio, y a mí los tirafondos me parecen poco.


Con esa pieza suelta no se puede volver a levantar el palo y navegar a vela. Hay que resolverlo antes de arbolar. Por suerte estábamos a sólo una hora de donde dormimos ayer , Atelier Bilbo, que tiene todo tipo de profesionales, y decidimos volver. Nos ha pasado como a aquel que recibió un tiro en la cabeza y le dijo el médico: "tiene suerte, ha recibido el disparo en el mejor sitio que tiene el cerebro para alojar una bala". Ya he quedado mañana con un soldador y metalúrgico para hacer una pieza de aluminio que refuerce la cubierta y sujetarla con tornillos pasantes en vez de los tirafondos. Va a quedar mejor que la original, y sólo habremos perdido un día de los que nos sobraban.

Pero ya es tarde para localizar a la peniche, y sólo puedo maldecirlos mil veces por no decirme nada. Maldita chusmaca hipócrita que puede sonreírte y hablar contigo como si nada, sin alterar el color natural de su rostro, sabiendo lo que te han hecho. Ojalá se hundan.

 Con cuidado, navegantes. 

jueves, 31 de julio de 2025

Creerse una catedral.

Hola navegantes. 

Hoy salimos de Carnon con dirección al Etang de Thau. A media mañana llegamos a la pasarela de Pilou. Es una pasarela peatonal que da acceso a un islote entre el canal y el Mediterráneo, donde hay nada menos que una catedral, la de San Pedro y San Pablo de Maguelone, de
la que el Papa Urbano II dijo que era la segunda después de la de Roma. 

 La citada pasarela interrumpe totalmente el paso por el canal, pero enseguida apareció el chico que la maneja y al vernos acercar se apresuró a abrirla. Obviamente la abren ante la mera presencia de 
un barco. El sistema es bien curioso. Tiene unas bisagras en la mitad de su longitud y en el extremo del tramo móvil un fueraborda. Lo arrancó y dio avante, con lo que el tramo móvil describió una curva franqueándonos el paso. Y en cuanto hubimos pasado la volvió a cerrar. 


Nos amarramos en un Halte Nautique un poco después de la pasarela, abarloados a una peniche, para ir a conocer la "catedral". En la entrada de la pasarela un cartel advertía: “Atención. Cierre de la pasarela a las 20:30 h. Regreso  imposible después de la hora indicada”. Nos imaginamos que a esa hora terminaba la jornada laboral del encargado, y la pasarela se queda abierta para el tráfico de los barcos. Como la catedral está en una isla, si te descuidas te quedas a dormir allí con San Pedro y San Pablo. 

El recorrido empieza en un portón de piedra almenado, donde un sendero lleva a la catedral, y que posiblemente tuvo una función más ceremonial que defensiva. Porque, en efecto, el portón no forma parte de una muralla sino que está allí aislado. 


Lo más curioso es que la isla donde se encuentra la catedral, que ahora está en el interior de un “étang” y por lo tanto separada del Mediterráneo, históricamente estuvo en el mar abierto en el entorno de un gran puerto que era ni más ni menos que el de Montpellier, que ahora está ocho kilómetros tierra adentro. En la foto, a la izquierda el Mediterráneo y a la derecha el canal por el que veníamos nosotros.


Respecto al comentario del papa Urbano II, siempre me pareció raro que en aquel páramo desierto estuviera semejante maravilla. Seguramente el papa al consagrarla se dejó llevar por su entusiasmo, o fue su manera de combatir al diablo en vez de lanzarle un tintero, como Lutero. La Guía Imray, más discreta, no la llama “catedral” sino “abadía”. Ahora que la hemos conocido puedo deciros que seguramente Urbano II lo dijo en una fase maniaca. Es un edificio religioso modestito, prácticamente en ruinas aunque se están esforzando por restaurarlo. Y por supuesto que la Iglesia tiene cientos de catedrales más grandes y magníficas que esa. Pero no vamos a quitarles su ilusión.






Al abandonar el islote todavía teníamos un obstáculo previsto en nuestra ruta, que era el puente de la ciudad de Frontignan. Aunque es un puente de carretera y se podría haber hecho con la altura que hubieran querido, resulta que está 80 cm por encima del agua, lo que impide cualquier tráfico marítimo por debajo. Por allí no pasa ni una piragua. 


Y lo más sangrante es que a pocos metros está el del ferrocarril, que típicamente puede salvar desniveles
menores que los de los coches, y ese sí que tiene vano para pasar
los barcos (4,5 metros) y no interrumpe nada. Y aunque
la carretera tiene poquísimo tráfico  sólo abren el puente tres veces al día, y todo el tráfico del canal se interrumpe allí. Es una complicación absolutamente innecesaria para la navegación. Imaginamos que el pueblo sale ganando, porque todos los barcos amarran en el muelle anterior al puente, y sin nada mejor que hacer, se van a conocer el pueblo, lo que les dejará algún rédito, supongo.

El sistema de abrir el puente es curioso, porque se levanta en su totalidad como un ascensor, no dividido en dos mitades que basculan hacia arriba como es lo habitual. 

En una hora más llegamos
al Étang de Thau.  Nos hemos quedado en uno de los primeros puertecitos a estribor, Atelier Bilbo,  que ni siquiera viene en la guía Imray. Su logotipo es una especie de duende que me suena de la mitología vasca. Si alguien lo sabe que lo comparta. 


Mañana me enteraré si tiene algo que ver con Euskadi. Es un astillero de mantenimiento de barcos que tiene algunos pantalanes, y cuando un usuario se va a navegar alquilan su plaza por días. Por supuesto el ambiente es de trabajo, sucio, con olor a patente y a gasoil, pero auténtico y más barato que Sète (15 € en vez de 32). Además Sète ya lo hemos conocido y ahora queremos conocer mejor el Etang. Aquí el ambiente cerca de los pantalanes: 


Y aquí nuestro acceso a las duchas (bueno, a la ducha, que sólo hay una):


Pero tiene todo lo que Ana y yo necesitamos y dormiremos tranquilos, para mañana recorrer el tercer Etang del viaje.

 Con cuidado, navegantes.

miércoles, 30 de julio de 2025

En Montpellier.

Hola navegantes. 

Hoy nos hemos tomado un día de descanso para ir a conocer Montpellier. No os voy a aburrir con la visita turística, pero hay algunas cosas que merece la pena compartir.

Una de las curiosidades es la Torre del Observatorio, o Torre de la Babote.


Desde esta torre se hizo el primer salto en paracaídas de un humano. Fue Louis-Sébastian Lenormand en 1783, y saltó delante de una multitud alucinada. Hizo el invento pensando en salvar a las personas en los incendios de los edificios. Primero había tirado a varios animales. El paracaídas era rígido, como una sombrilla. No se mató pero debió ver a Dios,  porque luego declaró nulo su matrimonio y se hizo monje cartujo con el nombre de Hermano Chrysostome. ¿Qué vería?.



Hay un monumento bien curioso a la Filoxera. Es un insecto que se come las vides. Vino a Francia desde Estados Unidos y provocó una grave crisis vitícola en Europa a partir de 1863. Se necesitaron más de treinta años para superar la plaga, gracias a portainjertos de origen americano que eran naturalmente resistentes a la filoxera. O sea que está vez lo causaron los yankees pero ellos lo resolvieron, aunque 30 años después. Lo del chancro colorado que se ha comido los árboles del canal de Midi lo causaron pero no lo resolvieron, con lo que el canal se ha quedado pelado para varias generaciones. Pero eso fue al ayudarnos a librarnos de los nazis, o sea que no lo contaremos.


A Montpellier llegaba el agua en el siglo XVIII por un acueducto de 14 km, como el de Segovia. Suministraba 25 litros por segundo. Con el tiempo fue insuficiente y tuvieron que usar las nuevas tecnologías para coger agua del Río Lez. Ahora quedan 800 y pico metros del acueducto y es un monumento Nacional.


Con relación a nuestra navegación, mañana seguiremos hacia el Etang de Thau, que es el tercer mar interior que queríamos recorrer en la navegación de este año. Con él habremos recorrido los tres mares interiores y 10 de las 13 islas que nos habíamos propuesto, lo que no está nada mal teniendo en cuenta las astillas que nos hemos tenido que comer en el Canal de Midi y los numerosos días que nos sopló el mistral.

 Con cuidado, navegantes.

NOTA: debido al gran número de personas que se han suscrito a este blog, agoto el número de correos electrónicos disponibles a mitad de mes. Es posible que los últimos días de cada mes no os lleguen las entradas ni los comentarios a vuestro correo electrónico, y tengáis que entrar directamente al blog.





martes, 29 de julio de 2025

Un puerto marítimo y fluvial.

Hola navegantes. 

Hoy se ha confirmado el pronóstico de mistral fuerte y la salida del atraque nos costó lo suyo. Luego hemos seguido navegando hacia el Oeste por el canal del Rhone a Sète.

A media mañana pasamos por el puente “guillotina” donde 
el canal se cruza con el río Vidourle. 
Un puente guillotina es una infraestructura que permite represar el río donde se cruza con el canal, cuando viene de crecida. 
En condiciones normales el agua del río y del canal están a la 
misma altura, pero cuando el río crece podría desbordar el canal 
y las tierras adyacentes produciendo grandes daños. Entonces 
se cierra la guillotina y quedan separados, y lógicamente no se 
puede navegar por el canal. 



Navegar por el río Vidourle se las trae y es poco probable que
algún barco baje por el río. El Navionics advierte: "Río Vidourle. Calado 1,10 metros. Permanecer en
el medio. La navegación es a cuenta y riesgo de los propios navegantes”.
¡Como para meterse! El río aboca al mar en Le Grau-duRoi. 

A continuación hicimos una larga tirada de 10 kilómetros
por el estrecho istmo que separa el “Étang de Mauguio” del
Mediterráneo. En Francia llaman “étang” (“estanque”) a los mares
interiores, como el Mar Menor en Murcia. Están llenos de flamencos, garzas, gaviotas, patos y otras gallináceas que un ornitólogo os contaría mejor que yo. El istmo tiene unos 500 metros de ancho y navegábamos con el “étang” a estribor y el Mediterráneo a babor. Había varias conexiones entre el
canal y el “étang” pero todas tenían la señal de prohibido. Además nos dio la impresión de que había poquísima profundidad. Manifiestamente no tenían calado
para pasar con el barco, ni siquiera con la orza subida. Dentro
veíamos a los flamencos rosas que sólo les cubría por los tobillos.


En la siguiente foto podéis ver las barcazas con que a veces nos cruzamos. Hay que ir con mucho cuidado porque tienen preferencia y ellas no pueden alejarse del centro del canal. Tenemos que separarnos nosotros, y en la orilla se veían las algas y las piedras. Ellas tienen el calado tan justo que en su estela van levantando el barro del fondo.


Finalmente nos hemos quedado en Carnon. Es un puerto marítimo y fluvial, o sea, se puede acceder a él desde el mar o desde los canales. Es como aquellas casas pijas que tenían una puerta para las visitas y otra para el servicio. Porque  obviamente, el acceso por la parte de los canales es enano y descuidado, con sólo 1,2 metros de calado y dos puentes bajos y dos estrecheces donde justo los pescadores están echando sus cañas. Mientras que desde el mar se entra con toda la pompa. Hasta el año pasado no se podía acceder desde los canales porque había un puente con sólo 1,2 metros de vano, pero lo cortaron para poder pasar. De hecho al volver de la isla de Elba en 2016 nosotros casi nos la jugamos, porque confundimos la entrada de Palavás y casi nos metemos por esa miniatura de puente.

En Carnon ha sido curioso volver a oler el mar, sentir la fuerza del mistral, ver los borreguitos, y sentir el aire despejado y fresco en vez de caliente y pegado al suelo como en los canales.

Por la tarde hemos hecho una excursión en bici por la senda costera hasta La Grande-Motte, el pueblo con los edificios en forma de pirámide que os conté a la ida. Aparte de esos edificios tan originales y muchos turistas, no tiene nada.


Como anécdota,  les pregunté a los dos empleados de la capitanía de Carnon quién era la diosa que figura  sentada en el sello de su capitanía:


Pues aunque os parezca mentira no lo sabían, y nunca se lo habían preguntado. Resulta que es Mariana, la imagen de su Republica, y está en infinidad de sellos y escudos oficiales. ¡Qué bochorno!

Volviendo a nuestros planes, como vamos acelerados sobre nuestro programa mañana nos quedaremos aquí para ir a conocer Montpellier.

 Con cuidado, navegantes.

El Corto en Aigues Mortes.

Hola navegantes. 

Hoy no me resisto a empezar con la que probablemente será la foto mítica de este verano: el Corto Maltés bajo la Torre Constanza de Aigues Mortes, la ciudad medieval que hace siglos fue el único puerto francés en el Mediterráneo, y que ahora está varios kilómetros tierra adentro por el crecimiento del delta del Ródano.




En efecto, ayer salimos de Arlés con intención de venir a Aigues Mortes, que nos había gustado tanto a la venida cuando la visitamos en las bicis desde Port Camargue. 

Saliendo de Arlés se pasa por los restos de un antiguo puente,  coronado con dos leones en cada extremo, que suponemos que se perdió en un bombardeo. Los restos son patéticos, porque han quedado 
con toda su grandilocuencia en mitad de un descampado y con 
los leones de espaldas al río, el único sitio desde donde ahora se les ve. 



Un poco más al Norte de los restos del puente tomamos a la izquierda el Pequeño Ródano, una bifurcación que desemboca en Saintes-Maries de la Mer, el pueblo de la Santa de los gitanos que os conté a la ida. La bifurcación está bien señalizada (cosa rara) con unos carteles porque es fácil pasarse. 


Hacia la izquierda indicaba “Arlés”, de donde veníamos nosotros, y hacia la derecha “St. Gilles”, el primer puerto del Pequeño Ródano y a donde nos dirigíamos. El Pequeño Ródano es más estrecho y atractivo que el Gran Ródano, y además ahora la corriente la llevábamos a favor pues nos dirigíamos hacia el mar, y el viento también. Sin modificar el régimen del motor pasamos de 3,5 a 6 nudos, un chollo. 

Las orillas estaban pobladas por
árboles centenarios, estaban poco urbanizadas, había algunas islas
fluviales y muchas aves por las orillas y por las ramas. 


El río está todo balizado con verdes y rojas, pero la corriente es tan fuerte que la base de las balizas tiene forma de la proa de un barco, para que haga menos resistencia al agua: 


Además se ven los restos de algunos barcos a los que la corriente ha volcado:


A media mañana llegamos a la esclusa de Saint Gilles, la que une el río con los canales. Es más grande que la de Port Saint Louis du Rhone y volvimos a pasarla solos.  La imagen del Corto Maltés allí dentro, 
un barquito de seis metros solo en una esclusa de más de 
doscientos, y a finales de julio, puede dar idea de lo que ha 
decaído la vela de travesía. 


A partir de ahí empezamos a navegar por encima de algo que, en vez de agua, parecía un guiso. El típico color marrón del agua con sedimentos de los canales. No necesariamente significa contaminación,  pero hace feo. 

Finalmente embocamos la larguísima recta que llevas a Aigues Mortes. Es de 10 km y centrada por la imagen de la Torre Constanza  en el horizonte. Nos pasamos más de una hora viéndola hacerse grande, hasta que llegamos a amarrar a su base.





Y justo antes de llegar a Aigues Mortes, a babor, una imagen curiosísima, un barco que a terminado sus días justo a los pies de la tapia de un cementerio. Ni hecho adrede.


Todo el día estuvo soplando un mistral que refrescaba el aire, y dificultaba las maniobras de las peniches, que suelen llevar gente sin experiencia. La que amarró a nuestro lado chocó con varias al entrar y estaban esperándole para hacer los papeles del seguro. Nosotros no estábamos a bordo cuando entró y no podemos estar seguros si nos chocó algo. Luego vamos a hacer una revisión del barco para comprobarlo.

Hoy y mañana el pronóstico sigue siendo de mistral de fuerza 6-8, por el mar no podríamos navegar y estamos contentos con la  decisión que tomamos de entrar en los canales antes, a pesar de la mala experiencia de la venida. 

 Con cuidado, navegantes.

domingo, 27 de julio de 2025

Remontando el Río Ródano.

Hola navegantes. 

Hoy salimos de Port Saint Louis du Rhone a través de la gigantesca esclusa que comunica el mar con el Río Ródano. Ya estamos acostumbrados, pero la pasamos solos y casi da pena que a abran semejante estructura sólo para ti.



La foto anterior es el puente de carretera levadizo, el que levantan cortando el tráfico para que pasemos nosotros.

A continuación nos enfrentamos a la corriente del río y al mistral que nos venía de cara. La verdad es que el motoruco de 6 CV se portó, y nos trajo a entre 4 y 5 nudos, nunca lo imaginé. A pesar de ir a motor dejé la orza bajada por si acaso chocábamos con un tronco, porque es preferible que choque con la orza,  que es de hierro, que con el timón, que es de fibra.

El Ródano es el río más largo de Francia, cerca de su desembocadura es gigantesco, un kilometro de orilla a orilla, y está  surcado por mercantes y portacontenedores enormes (hasta 4.500 toneladas) a los que tienes que respetar. No es muy atractivo, las orillas son boscosas pero las ves de lejos, y como no está pensado para la navegación deportiva no hay ningún desembarcadero donde
pararse a descansar. 

Está balizado con las rojas y verdes en todo su recorrido, aunque nosotros a veces hemos ido por fuera del canal para coger menos corriente de frente (en los ríos la corriente es menor en las orillas). Pero a mitad de su recorrido hasta Arlés está el Seuil du Terrin, un bajo fondo de rocas que está dragado entre 3 y 4,25 metros, y que no puede pasarse por fuera del canal, y allí si que lo respetamos. Está bien advertido con una señal, pero hay que saber de lo que se trata para no salirte del balizamiento en ese tramo. Si yo os lo cuento así para mí barquito, los mercantes y portacontenedores deben de pasar por aquí con sudores fríos, porque para ellos debe ser como un campo minado.


Por el camino intenté hacerme la vignette para el canal de Midi por internet, pero me dio el mismo problema que al venir. Me temo que si no encuentro una oficina donde hacerlo físicamente me van a volver a amenazar con una multa. Por cierto, me he acordado que la amenaza de multa al venir la contesté con un email explicando todo, y aún no me han respondido.

Llegamos a Arlés a las 15 h. Cuando pase por aquí al volver de la isla de Elba me quedé con la copla de que no había donde quedarse a dormir. El río atraviesa la ciudad entre paredes de hormigón y orillas de tablestacas, sin norays ni anillas donde amarrarse.


Por eso, antes de llegar al centro de Arlés nos metimos por un ramal del río que lleva al antiguo canal de Arlés a Fos, ya en desuso, al que se accedía por una esclusa como la de Port Saint Louis du Rhone. La entrada al ramal era prometedora, con árboles que nos darían sombra y con una orientación que protegía del mistral. 



Pero allí no había ya el típico pantalán de espera de la esclusa ni nada donde amarrarse, y no nos sirvió.

Un poco más adelante preguntamos al patrón de una peniche restaurante  y nos dijo que el siguiente pantalán, que en la cartografía está catalogado como "pantalán privado", era en realidad un "Halte Nautique" y que podíamos utilizarlo. Un Halte Nautique es como la mínima expresión de una marina, porque es un sitio donde amarrar pero sin ningún servicio. Y aquí nos hemos quedado a pasar la noche. 


Aparte de la visita turística y cultural a Arlés, con la que no voy a aburriros, aprovechamos para arrimar el barco al que teníamos en la popa, y desde su cubierta colocar la "trompa" al extremo de popa del palo para protegerlo de los golpes en las esclusas. En Port Saint Louis du Rhone no habíamos podido hacerlo porque estábamos amarrados de proa.


Mañana seguiremos remontando el Ródano hasta coger un afluente, el "Pequeño Ródano", por el que llegaremos a la esclusa de Saint Gilles, y a través de ella al canal esclusado que nos conducirá a Sète y al Etang de Thau.

 Con cuidado, navegantes.

sábado, 26 de julio de 2025

Un día anodino para desarbolar.

Hola navegantes. 

Hoy hemos dedicado el día a desarbolar. Por la mañana preparar el barco y, sobre todo, probar una idea para llevar el palo tumbado apoyado en los puntales de varar. La idea ha resultado muy práctica. Por un lado aprovechamos para otra función esos tubos de aluminio que van siempre "estorbando", por si alguna vez nos sorprende una bajamar imprevista. Si no fuera por ellos tendríamos que haber recorrido los alrededores buscando tablones viejos, o haber encontrado una tienda de bricolaje donde comprar unos listones, o sea, haber pedido la mañana.
 


Por otro lado, al estar sobre la bañera, nos permite instalar el toldo para estar a la sombra. ¡Ojalá se nos hubiera ocurrido en el viaje de ida!. Pero claro, ¡quién iba a pensar que el canal de Midi se había transformado tanto!. 


El desarbolado con la grúa lo hemos hecho en 10 minutos. Se nota que Ana y yo ya tenemos práctica. Aunque no sirvió de mucho porque tarifan por medias horas y nos cobraron la media hora.

En la marina seca vimos una curiosa manera de llevar la Zodiac auxiliar un catamarán:


Mañana comenzamos nuestro periplo por las aguas interiores hacia el Etang de Thau y luego hacia Narbona. El primer día va a ser por el propio río Ródano, a partir del segundo por los canales esclusados de la vía fluvial del Ródano a Sète. Ya es mala suerte que hasta aquí nos persiga el mistral. En efecto, en el primer día  navegaremos por el Ródano, que en este tramo tiene una dirección sensiblemente Norte-Sur y el mistral se encajona entre su orillas llegándonos de cara. Por supuesto no es como en el mar porque no habrá olas, pero nos restará algo de velocidad. Y a ello se sumará la propia corriente del río, que en periodos de crecidas puede ser de 4 nudos pero supongo que mañana no pase de uno.

 Con cuidado, navegantes.

Reencuentro con el pasado.

Hola navegantes. 

Ayer la estrategia nos salió bien. Como os dije, queríamos venir a Port-Saint-Louis-du-Rhône para huir del mistral que se anunciaba para una semana seguida. Ayer iba a ser el último día de mistral moderado, y a partir de hoy iba a soplar con fuerza de temporal. Pues salimos de Carry-le-Rouet temprano, cuando todavía soplaba del NE. Aunque muy fuerte, nos entraba por el través y fuimos sólo con el génova las 2-3 primeras horas  con velocidades de 4-5 nudos. Cuando llegamos a la boca del Golfo de Fos ya era de fuerza 5-6 del NW, justo de morro, y tuvimos que hacer las siguientes dos horas a motor y dando pantocazos. Además tuvimos que respetar el dispositivo de separación de tráfico que hay para los mercantes, y esquivar a alguno porque tienen preferencia. Y las últimas millas, en el canal de Saint Louis, que tiene dirección Este-Oeste,  el viento nos entraba por estribor y las hicimos otra vez con el génova solo. Total, que hemos conseguido llegar al puerto que enlaza con los canales antes de la tempestad anunciada, lo que nos evita estar una semana encerrados en un puerto esperando que se calme.



El golfo de Fos se ha formado al cerrar los sedimentos del río Ródano una bahía preexistente, y su contorno y sus fondos cambian cada año. En esta zona la tierra crece 10 o 15 metros cada año hacia el mar. Por eso no es raro quedar varado al confiar en que conoces su entrada. Hoy hemos visto dos veleros siniestrados. Uno había varado en la arena y los movimientos posteriores habían enterrado el barco entero en la arena, asomando sólo los palos en la playa:


el otro se había hundido en el agua: 


De hecho  las numerosas playas de la lengua de arena que cierra el golfo tienen el nombre del barco que ha varado en ellas. Una pena y un mal augurio. 

Este puerto se construyó para dar acceso al río Ródano a través de una esclusa unos kilómetros antes de sus desembocadura, porque la navegación en la desembocadura de los ríos es imposible. Después el mismo río, a través de un afluente, se conectó con el canal de Midi, y es la ruta que vamos a seguir nosotros. En principio pasaremos por Sète y el Etang de Thau (el tercero de los que nos propusimos navegar) para llegar a Narbona, donde subiremos el Corto Maltés a un camión . Y por el camino habrá una sorpresa que ya os contaremos.

La marina de Port-Saint-Louis-du-Rhon es comodísima, y especialmente la sala multiusos que tiene para nosotros. Hay allí una televisión con butacas, una amplia mesa para comer, nevera con congelador, microondas, lavadoras  y baños. Y todo con aire acondicionado. La vamos a usar mucho estos días, como la vez anterior, para estar y para comer en las horas de más calor en vez de estar aguantando en el barco.




Como el puerto está tan lejos del mar y tan fuera de las rutas, casi ningún navegante se acerca si no son los que quieren entrar en los canales de Francia. Para Ana y para mí este puerto supone un reencuentro con un pasado negro, aunque el tiempo ha borrado ya lo malo. En 2016 pasamos por aquí al volver de la isla de Elba, y una avería del fueraborda nos tuvo retenidos 10 días, sufriendo incontables percances hasta conseguir repararlo (lo conté en "Un tripulante llamado Murphy"). Me había jurado no volver, pero ya veis, las circunstancias de esta navegación nos van a obligar a repetir el mismo trayecto. Va a ser gracioso ir leyendo los capítulos del libro a media que pasamos por los mismos sitios e ir comparando.

 Con cuidado, navegantes.