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miércoles, 28 de agosto de 2024

El efecto de un rayo.

Hola navegantes. 

 El palo de un barco, en una zona de tormenta con aparato eléctrico, puede convertirse en un pararrayos y el barco acabar así:

Es (o era) un catamarán al que alcanzó un rayo en Grecia hace 3 años.

La siguiente foto recoge el instante preciso en que un  rayo alcanza el mástil de un velero de 22 pies, como el Corto Maltés, en Sidney en agosto de 2006. En este caso los daños fueron menores, sólo se carbonizó un metro de la punta del mástil. Lo curioso es que había veleros con el palo mucho más alto y no les afectó, lo que desmiente a creencia de que el rayo se dirige al punto metálico más elevado. Hay que reconocer que el fotógrafo estuvo ágil o tuvo mucha suerte.

 

El rayo se produce a partir de los cúmulonimbos, esas nubes altísimas con forma de yunque (planas en su parte superior) que pueden alcanzar hasta 10 km de altura. En su interior se producen fuertes vientos que hacen rozar y colisionar las partículas de hielo y de agua, lo que va cargando la nube de electricidad. Las partículas más pesadas (gotas de agua) cargadas negativamente, se sitúan en su base, y las más ligeras (copos de hielo) cargadas positivamente, en lo alto. Cuando la diferencia de potencial entre la base de la nube, con carga negativa, se hace importante respecto a la carga positiva del suelo, surge la descarga.

La realidad es que el palo de un  barco no atrae necesariamente los rayos en varias millas a la redonda, como se dice. El recorrido de la electricidad es completamente aleatorio hasta unos cien metros del mar, y allí sí que se encuentra atraída por algo prominente que se encuentre en un  radio de 60-100 metros. Pero para que alcance al barco tiene que dar la mala suerte de que el rayo caiga en esos 60-100 metros del velero, lo que en mitad del mar es poco probable.

El rayo genera una corriente de entre 30.000 y 200.000 amperios y una temperatura de unos 30.000 ºC que funde todos los aparatos eléctricos de a bordo y puede derretir los pasacascos (con el riesgo de inundación) o generar un incendio. En la siguiente foto, los pasacascos derretidos de un  velero alcanzado por el rayo:

  Para evitar estos daños hay que conseguir que la electricidad pase directamente del palo a la "masa" (en este caso el agua del mar) por una vía directa. Algunos astilleros dotan a sus barcos de una conexión eléctrica entre el palo o los cadenotes de los obenques y los tornillos de la quilla:

 

Pero hay que tener en cuenta que la patente es parcialmente aislante eléctrica (esa es la razón por la que no hay que pintar los ánodos) y que para garantizar el funcionamiento óptimo del sistema hay que dejar sin patente una pequeña superficie de la parte baja de la quilla.

Si el barco no trae esa protección contra los rayos, en las tormentas hay que estar preparado para unir la cadena del ancla al palo o el obenque con un grillete que deje pasar la electricidad, y el otro extremo echarlo al mar, para que la electricidad pase por allí. Pero hay que hacerlo antes de que te alcance la tormenta. Hacerlo cuando ya estás metido en ella es más peligroso, pues puede alcanzarte el rayo mientras lo instalas.

Hay que desconectar toda la electrónica, y los aparatos electrónicos más importantes hay que meternos en el horno, donde están más protegidos de la descarga y los campos electromagnéticos. Se basa en una de las leyes de la física, la de Gauss (que por supuesto no me atrevo a intentar explicar) que dice que en el interior de un conductor hueco (como es un horno metálico) el campo es nulo. Los aparatos allí metidos están protegidos de los  efectos del rayo, si alcanzara el barco.

Otros consejos:

  • Evitar navegar en los núcleos tormentosos, especialmente bajo los cúmulonimbos. Normalmente se les ve de lejos pues son altísimos.
  • Permanecer la tripulación en el interior del barco y sin tocar las partes metálicas.
  • Si alguien tiene que estar en la cubierta, evitar la posición de pié y moverse a gatas o en cuclillas.
  • Tener listos los espiches para taponar posibles vías de agua por los pasacascos.
  • Tener dispuesto el extintor y otros medios antiincendios.
  • En puerto, desconectarse de la electricidad del pantalán y guardar el cable. Navegando, desconectar los bornes de las baterías.

Aclarado esto, decir que aunque a veces el rayo hace carambola y te estropea a la vez la electrónica, el motor, y te produce un incendio y una inundación (como al catamarán de la primera foto) el alcance por un rayo es absolutamente excepcional y que en tantos años navegando no he sufrido ni conocido a nadie que le haya pasado.

 Con cuidado, navegantes.


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