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martes, 27 de agosto de 2024

Algunos arreglitos.

Hola navegantes. 

 En las largas navegaciones que hacemos en verano le damos tanta cuerda al barco que es normal que el material se fatigue y suframos algunas averías o deterioros. Durante el viaje no me gusta emprender grandes reparaciones, porque en un barco viejo es normal que alguna reparación se complique y acabe fallando otra cosa que dificulte o impida la reparación definitiva. Tened en cuenta que solemos navegar en los meses de verano, que en agosto están los talleres y los suministradores cerrados o con menos personal, lo que retrasa todo. Y que si una avería te retiene en un puerto la tarifa de estancia, por días, puede ser más cara que la propia reparación, y la parada obligada puede hacer perder los billetes de avión a los siguientes tripulantes. Y por si fuera poco, la garantía de la reparación es inaplicable, porque si lo reparado vuelve a fallar ya estás lejos de quien lo reparó como para ir a reclamarle.

 Por eso suelo preferir hacer reparaciones de fortuna, o no hacer nada si puedo seguir navegando, y dejar las reparaciones definitivas para la vuelta a casa.

En la navegación a Baiona falló el winchi de estribor del génova. A veces no se bloqueaba la inversión del giro y la escota se aflojaba. Suele deberse a que falla uno de los perrillos que bloquea la rueda dentada. En efecto, eso es lo que le ha pasado. 

Como en toda reparación en la cubierta, para abrir el winchi lo primero es evitar que las piezas se puedan caer al agua. Para eso ponemos una tela entre el guardamancebos y la regala, sujeta con pinzas:

Al abrir el winchi vimos que, en efecto, se había roto el muellecito que hace abrirse el perrillo para bloquear su giro antihorario (en la foto, arriba el muelle nuevo, en medio el roto, y abajo el perrillo):

La sustitución es muy fácil y luego se engrasa todo:


También había fallado el endulzador del fueraborda. Es un circuito paralelo que permite hacer entrar agua dulce a la refrigeración, desde una manguera, para quitar los restos de sal del agua del mar. 



 En la navegación a Baiona se había bloqueado y no daba entrada al agua dulce. Al ir hoy a repararlo vimos que la acción galvánica había corroído el tornillo hueco que conecta el tubo al circuito interior. Al intentar soltarlo se rompió. He tenido que bloquearlo con otro tornillo para que no se escape el agua, y en la siguiente revisión del fueraborda espero que me lo puedan solucionar.

 Mientras tanto lo endulzaré con el sistema que hicimos para el motor anterior, el Selva, que no tenía ese circuito para endulzar (clic aquí).

 Por último, había vuelto a desgastarse, por el roce, el tubo de la gasolina donde atraviesa el mamparo:

 

Volví a recortarlo, y esta vez lo he protegido con un trozo de tubo de mayor diámetro, que evita que roce:

Supongo que estos arreglitos me duren durante la navegación de septiembre a Bayona, la de Francia.

Con cuidado, navegantes.

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