Hola navegantes.
Como estaba previsto, hoy nos hemos levantado temprano para utilizar una estrategia de mareas muy afinada. El golfo es tan grande que hay 2 horas de diferencia en la pleamar y la bajamar entre la entrada y su parte más al Norte. Hemos tenido que aprovechar la marea vaciante para bajar desde Île aux Moines a una de las islas de la entrada, y elegimos la Île Longue. Aunque está justo en mitad del flujo de la marea entrante, tiene un golfo orientado al NE completamente protegido. Al bajar hacia ella íbamos a 7-9 nudos casi sin enterarnos, pero cuando tuvimos que salirnos de esa autopista de agua para refugiarnos en la isla casi nos pasamos de largo y el barco casi derrapó. Tened en cuenta que a esa velocidad no te da tiempo casi ni a controlar tu posición en la carta. Pero una vez en el fondeadero, aquello era un paraíso de tranquilidad casi imposible de creerlo. Veíamos pasar a los otros veleros como bólidos de carreras a cámara rápida. Cuando volvamos a Santander os enseñaremos el vídeo.
Allí pasamos toda la mañana, y al principio de la tarde cogimos la marea entrante que nos llevó hasta Auray. El paisaje es campestre, con bosques, casas y palacios en la orilla del agua, muchas islas, y un montón de fondeaderos con boyas en los recodos protegidos de la corriente.
Cerca de la cabecera del río dejamos a la derecha un afluente que lleva a Bono, el pueblo del navegante francés Moitessier. Es el que se ve debajo del puente en la segunda foto, y donde iremos mañana.
Un poco más adelante termina la zona navegable del río en Saint Goustan (en la ciudad de Auray). Se pasa bajo el puente de la autopista que está a 14 metros sobre el río, pero como siempre te da preocupación chocar con el palo. Y los pequeños volvemos a tener ventaja. Y también por el calado, porque el fondo en la zona reservada a los barcos de paso sólo tiene 1,40 metros de calado, y los accesos zonas de sólo 0,9 metros. Después viene el puente romano, desde donde no se puede seguir navegando. Va a ser la parte más al Norte que alcancemos en este viaje.
En Auray se fondea como en todos los ríos con 2 boyas, una a proa y otra a popa, para que al invertirse la corriente los barcos no se hagan un lío. La línea de boyas está en la mitad del río, la parte más profunda, y hay que desembarcar en la balsa. Al llegar le dijimos al marinero que con nuestra balsa de juguete no podíamos desembarcar las bicis. Fue muy amable, no sólo nos las desembarcó él sino que nos ha prestado un botuco de plástico, más duro que el nuestro, para que lo utilicemos durante nuestra estancia. Y nos ha guardado los frigolines en el congelador de la oficina, para tener un poco de frío mañana en la nevera.
La orilla del río estaba ocupada con un mercadillo de antigüedades, entre otras cosas con muchos instrumentos náuticos antiguos. Es una suerte tener ya la casa llena de reliquias, así ya no te queda sitio para comprar las nuevas que se te antojan. En las fotos podéis ver el ambiente y el Corto Maltés fondeado en mitad del río.
Hasta mañana navegantes.
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