Pues sí, después de un mes y con casi 600 millas náuticas en la estela, ayer arribamos a Santander. Fue un día de navegación relajada, con vientos contrarios pero suaves que nos permitieron navegar dando largos bordos hasta pasar el Cabo de Ajo, y luego a rumbo directo a Santander con vientos del NW. Hoy toca arranchar el barco para ponerle en orden después de la tralla.
En el balance, la placidez de los recuerdos de una navegación y unos sitios preciosos, al alcance de unos días de vela, la sensación de seguridad en el barco a pesar de su reducido tamaño, y la convicción de que con prudencia y disponiendo de tiempo para la planificación de la meteorología, con un barco pequeño se puede ir a cualquier sitio. Incluso a paraisos donde un barco grande no puede llegar, sencillamente porque no cabe.
¡Hasta la próxima!.
Me alegro por vosotros, ya espero ansioso nuevos destinos o sueños.
ResponderEliminarFelicidades Alvaro, me alegro por vosotros.
ResponderEliminarUna pena que no hayamos podido vernos.
Sí, fue una pena. Las horas que estuvimos en Hondarribia estábamos agotados de la noche anterior y casi ni salimos de la marina. De hecho estuvimos muchas horas durmiendo lo que no habíamos dormido esa noche. Otra vez será, estamos aquí al lado.
ResponderEliminarUn abrazo.