Fijaos qué motores utilizan por aquí para poder hacer frente a las potentes corrientes de marea de las bocas de Arcachon:
El premio a la desproporción se lo hemos dado a esta motora, cuyo fueraborda ocupa la tercera parte de la eslora:
Desde La Vigne hicimos una excursión en bici al Faro de Cap Ferret. Es el que marca la entrada a las bocas de Arcachon, y uno de los pocos del mundo cuya luz es roja, suponemos que para marcar aún más la peligrosidad del lugar. Se llega a él por una pista ciclable entre pinares, toda en sombra, lo que se agradece mucho. El faro tiene una imagen característica, con la torre blanca y el tope de color rojo, como su luz. A la vuelta nos asomamos a través de las dunas a las playas del Oeste de la península de Cap Ferret, y al ver el mar desde allí comprendimos por qué los de la bahía a lo que hay fuera lo llaman “el Océano”:
Pasamos en La Vigne una noche tranquilísima y dormimos 10 horas seguidas, descansando de la noche loca de la Isla de los Pájaros y de la excursión en bici de la tarde.
Al día siguiente fuimos al Banc D’Arguin, un de los lugares típicos de Arcachon. Es un conjunto de bancos de arena emergidos, al pié de la Duna de Pilatos y por tanto fuera de la bahía, que cambian constantemente de forma por los movimientos de arena con los temporales del invierno. Son reserva natural, se controla su acceso, y sólo puede irse cuando el mar está tranquilo, pues se forman rompientes como en las bocas de la entrada. Hoy se daban esas condiciones decidimos ir a conocerlos. Están separados de la Duna de Pilatos por un canal que antes se conocía como “paso del Sur” para entrar a la bahía de Arcachón, pero que ya se ha colmatado de arena y no se utiliza como tal. En la foto se ve la Duna de Pilatos, el canal, y los bunkers de la guerra mundial que se construyeron arriba de la duna, y la erosión de la misma les ha hecho descender poco a poco hasta llegar a su posición actual en la orilla:
Volvimos tranquilamente a Arcachon, donde también hay estos catamaranes-botellón:
Son catamaranes enormes pero sin cabina, sólo una barra de bar y asientos como en los cines, en fila, para llevar al público.
Hoy y mañana desde Arcachon pensamos ir a dos puertitos del interior de la bahía, Le Teich y Biganos, para aprovechar las grandes pleamares e intentar llegar a ellos. Normalmente no reciben visitantes y no tienen plazas para transeúntes, pero al menos en Le Teich ya nos han facilitado una. El presidente de la Asociación de Propietarios ha sacado su barco para sus vacaciones, y nos dejan ocuparle a nosotros. El de la oficina lleva trabajando allí desde 2001 y me ha dicho que somos el primer barco de tránsito que solicita amarre allí desde que él tiene memoria. Hay que remontar un río sólo accesible en pleamar, como el Río Cubas, que transcurre por una reserva ornitológica. Va a ser emocionante.
A los grumetillos quiero decirles que nos acordamos de ellos todos los días porque dormimos con la mantita que nos regalaron en 2011:
Y finalmente comentar que en los viajes en barco tiene gracia volver, por necesidad, a las costumbres antiguas. Por ejemplo para ir a la compra:
¡Fui fuiuuu! ¡Como alegran las mujeres las travesías! Un besazo, Ana.
ResponderEliminarMuy gracioso lo de los búnkers!! Un beso. Lucas
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